LA MECA. Mezquita de la Kaaba. |
Desde allí marcha a las tierras de Siria y Palestina, entonces dominadas por la dinastía de los mamelucos.
La ruta fue especialmente segura puesto que formaba parte del viaje a las tierras santas del valle de Hebrón, de Belén y Jerusalén.
Battuta llegó a Damasco y pasó allí el ramadán siguiendo después con una caravana que, tras 800 millas de recorrido le llevó hasta Medina, lugar de enterramiento del profeta Mahona.
Siguió después hacia la Meca, objetivo del viaje y allí cumplió con todos los rituales de buen peregrino musulmán.
Se supone que los objetivos del viaje estaban cumplidos pero, a última hora, decidió acompañar a unos peregrinos que había conocido y que, procedentes de Iraq e Irán, regresaban a su tierra. A su llegada a Iraq el país estaba gobernado por los mongoles de Hulago Han. Visita el mausoleo del cuarto califa Alí, hijo adoptivo y primo de Mahoma que, casado con su hija Fátima, sería también su yerno. Battuta viaja después a Basora y a Persia visitando Isfahán y Shiraz para después volver a Iraq donde visita las ciudades de Kufa y Bagdad, antigua capital de los Abbasíes, ahora convertida en una ciudad saqueada por los mongoles y carente de interés.
Allí conoce a Abu Said Bahador Jan, rey de los dos Iraq hasta la llegada de los mongoles.
NAYAF. Mezquita del iman Alí. |
Allí conoce a Abu Said Bahador Jan, rey de los dos Iraq hasta la llegada de los mongoles.
Viaja con la caravana real y se separa de ella para visitar Tabriz a través de la Ruta de la Seda regresando después al campamento de Abu Said.
El rey le patrocina un segundo viaje a la Meca y marcha nuevamente a Damasco pero, mientras se llevan a cabo los preparativos, Battuta viaja al norte para conocer Samarra, Tigrit y Mosul, llegando hasta el Kurdistán.
Samarra es una ciudad histórica de primer orden llamada así en honor a Saladino, capital califal hasta el 892, con su mezquita y minarete (Torre Malwiya) del siglo IX que ha aguantado impasible las guerras y los rigores del tiempo.
De tan importante mezquita solo queda la muralla perimetral y el gigantesco minarete de 52 m. de altura, con escalera exterior que llega hasta el techo del monumento.
En la parte superior acaba con una estancia de 12 m. de diámetro decorada con ocho arcos.
Usado como lugar de observación por los insurgentes, el complejo fue bombardeado en 2005 quedando prácticamente derruido y el minarete seriamente dañado.
Calificado todo ello como Patrimonio de la Humanidad murallas y torre han sido restauradas recientemente.
Battuta regresa a damasco y de allí parte nuevamente a La Meca donde se dedica al estudio y la vida religiosa durante más de un año, pero en diciembre de 1.330 emprende viaje hacia el sur. En Yida cruza el mar rojo hacia Nubia, la actual Sudán y regresa a las costas arábigas de Adén iniciando un largo viaje por mar en el que recorrerá las costas orientales de África y por el sur de la península de Arabia llegará al Golfo Pérsico. En estos destinos (Etiopía, Mombasa, Zanzibar, Mogadiscio, etc.) pasó más de dos meses. Después el monzón les obligó a dirigirse hacia el sur y aprovechó para visitar Omán y el estrecho de Ormuz, regresando después a La Meca quedándose allí otro año más. Tomando contacto con un jerarca indio, decidió viajar a Delhi para ponerse a las órdenes del sultán. A fin de contratar los servicios de un guía y traductor marchó hacia Anatolia, cruzó el mar Negro y entró en las tierras de Crimea. Comprando un carro se unió a la caravana del Khan de Astracán, en el delta del Volga, en su desembocadura al mar Caspio.
Embarazada una de las esposas del Khan, pidió ésta a su señor el dar a luz en su tierra de origen (Anatolia) y nuestro personaje se ofreció para acompañarla llegando allí a finales de 1.332. Pasó un mes en aquellas tierras y después regresó hacia Astrakán, pasando el mar Caspio y el mar de Amaral, llegando a Samarcanda. De allí siguió hacia el sur cruzando Afganistán para llegar a la India. El sultán de Delhi había decidido traer a sus tierras estudiosos musulmanes para consolidar su dominio. Su experiencia viajera y los estudios adquiridos en La Meca le valieron ser nombrado qadi (juez) aunque siendo el sultán muy arbitrario Battuta se cansó pronto y decidió volverse a La Meca aunque, reconociendo su valía, el sultán le pidió que se quedara y que marchara como embajador suyo en China.
Battuta aceptó puesto que ello le permitía ver tierras nuevas y le alejaba del sultán. En su viaje hacia la costa fueron atacados por hindúes y posteriormente, ya en el mar, una tormenta hundió dos barcos y el tercero, que marchó sin él, fue apresado por un rey local de Sumatra. Incapaz de volver a Delhi fracasado decidió continuar viaje hacia China, aunque pasando antes por las islas Maldivas. Pasó nueve meses en las islas pues sus conocimientos fueron muy apreciados. Bien pagado y casi secuestrado fue nombrado juez, casado dentro de la familia real y metido de lleno en la política local. Marchó a escondidas hacia Ceilán y tras múltiples contratiempos se dirigió a China. En rápido viaje pasó Chittagong, Sumatra y Vietnam llegando a Quanzhou, ya provincia de Fujian, en China. Siguió hacia el norte, pasando muy cerca de Shanghai y llegando a Hangzhou.
Aquellas tierras y costumbres no fueron del agrado del viajero y tras profunda meditación decidió volver a casa. Claro que, ¿cual era y donde estaba su casa?. Regresó a Quanzhou y de allí a la India para posteriormente regresar a La Meca. En el camino vio guerras civiles, allí donde a la ida se respiraba la paz y finalmente llegó a Damasco donde se enteró de que su padre había muerto. También a él le persiguió la muerte, cruzando Siria, Palestina y Arabia, todas ellas asoladas por la peste. Tras su última visita a La Meca, Battuta decidió volver a Marruecos, desde donde había salido casi un cuarto de siglo atrás. Hizo un último desvío, esta vez a Cerdeña, para posteriormente regresar a Tánger. Cuando llegó, también su madre había muerto. Afincado durante unos años en Tánger Battuta decide conocer al-Ándalus, la España musulmana. Alfonso XI de Castilla amenazaba conquistar Gibraltar y Battuta se alistó para defender el Peñón.
ASTRACAN. Mezquita junto al Volga. |
Madrazas de Samarcanda |
Aquellas tierras y costumbres no fueron del agrado del viajero y tras profunda meditación decidió volver a casa. Claro que, ¿cual era y donde estaba su casa?. Regresó a Quanzhou y de allí a la India para posteriormente regresar a La Meca. En el camino vio guerras civiles, allí donde a la ida se respiraba la paz y finalmente llegó a Damasco donde se enteró de que su padre había muerto. También a él le persiguió la muerte, cruzando Siria, Palestina y Arabia, todas ellas asoladas por la peste. Tras su última visita a La Meca, Battuta decidió volver a Marruecos, desde donde había salido casi un cuarto de siglo atrás. Hizo un último desvío, esta vez a Cerdeña, para posteriormente regresar a Tánger. Cuando llegó, también su madre había muerto. Afincado durante unos años en Tánger Battuta decide conocer al-Ándalus, la España musulmana. Alfonso XI de Castilla amenazaba conquistar Gibraltar y Battuta se alistó para defender el Peñón.
Cuando llegó el rey Alfonso había muerto de peste y no habiendo amenaza
alguna siguió en viaje de placer visitando las provincias de Málaga y Granada
para volver después a Tánger.
Finalmente regresó por el Niger
y después por Tombuctú, una ciudad insignificante que sin embargo alcanzaría gran
esplendor en los dos siglos siguientes.
No tardó en partir de nuevo pues quería
explorar su propio país, para él desconocido. Tras visitar Marrakesh y Fez,
Battuta decide visitar el extremo oriental del Sahara donde está el reino de
Mansa Musa (Mali) y que, según dicen, es lugar de grandes riquezas. A finales
de 1.351 Battuta sale de Fez, alcanzando Sijilmasa una semana después. Unido a
una de las caravanas llegó un mes más tarde a Thagaza. Centro del comercio de
la sal y del oro, no impresionó a Battuta y siguió 800 Km. más allá para llegar
a Walata y a través del Niger hasta Mali. Conoció a Mansa Soulayman, rey de
Mali desde 1.341 que no le hizo el menor caso, lo que no fue óbice para que se
quedara allí durante ocho meses.
En su regreso a través del desierto
recibió una misiva del sultán de Marruecos conminándole a regresar. Así lo hizo
y esta vez fue para siempre.
Su vida posterior no se conoce pero se cree que
después de transcribir el relato de su periplo por el mundo, a ruegos del
sultán, fue nombrado qadi de Marruecos.
Murió en 1.368 y aunque el relato de
sus viajes no fue conocido durante siglos. Finalmente, en el siglo XIX fue
traducido a varios idiomas. Desde entonces la fama de Ibn Battuta no hizo más
que crecer.
En la medina de Tánger está su pequeño mausoleo familiar, una simple garita en el cruce de tres estrechos callejones de la vieja medina que algunos curiosos viajeros son incapaces de encontrar. Así es la vida de injusta. El más célebre viajero de todos los tiempos acabó ahí, incrustado en el más estrecho laberinto de su medina natal, con un horizonte de apenas unos metros de distancia.
RAFAEL FABREGAT
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