
Las cosas malas hay que olvidarlas. Porque la mayor parte de las cosas que ocurrieron el pasado año fueron malas ¿o no? Pues, ¡hala, borrón y cuenta nueva!
Yo, del pasado año, solo
recuerdo que la cena de Nochevieja fue tan, pero que tan espectacular, que a las 12 de la noche todavía no habíamos empezado a comer el primer plato... (!)

Tuvimos una ventaja, eso sí, que no conectamos el televisor en toda la noche y ¡claro! como el reloj de pulsera no lo miraba nadie, cuando nos acordamos del asunto de las uvas era mas de la una de la madrugada. ¡Y las uvas preparadas!.
En almíbar y sin piel ni pepitas. ¿qué íbamos a hacer con ellas? ¿tirarlas? ¡Ni hablar!. Ni corto ni perezoso busqué una paellera y
las tenazas de arreglar el fuego y me planté con ellas en la cocina donde cenábamos...

Y seguimos con la cena... Sacamos los chuletones (para los tíos, que no miran la línea), los solomillos (para las tías que "quieren" estar delgadas), una interesante guarnición, el pan tostadito con tomate o all i oli, y después los postres, y después las tartas, y después los cafés y las copas y los bombones, y después (para bajarlo todo)
¡¡¡Múúúúúúúúú-si-ca!!!.

Y la fiesta sigue y sigue. Eso sí, como abuelitos responsables que somos todos los que allí estábamos, prontito a dormir. Claro que de eso, nos acordamos sonadas las cuatro y media de la madrugada... ¡¡ Uffff, que resacón... !!

Hoy es día 1 de Enero del 2.011 pero, como era fácil suponer, nada ha cambiado... ¡No sé de qué nos extrañamos!. ¿Es que alguien esperaba que ocurriera algo?. El mar está en calma ¡que ya es mucho!
Con este gobierno pasa lo mismo que cuando una persona cumple los 50 años de vida. Yo ya no me acuerdo, porque de ello hace ya mucho tiempo, pero se dice que, a partir de esa edad, todos los cambios que hay son negativos, es decir, cambias a peor. Siendo así y por muy mal que esté uno, mejor que todas las cosas sigan igual. Es cierto que ayer las cosas estaban, pero que muy mal. Incremento del paro, notificación de que la Bolsa había perdido este año el 17%, amenazas de alargar la fecha de la jubilación, congelación de las pensiones, próximas prohibiciones para los fumadores, anuncio de eliminación de la ayuda social de los 426 euros, acuerdo de subir un 10% el recibo de la luz, el gas, etc., etc.

Todo lo que hace unos años era factible, hoy es de imposible aplicación. ¡Yo no lo entiendo...! Cuando era un niño, soñaba con hacerme mayor para entenderlo todo, saberlo todo, adelantarme a los acontecimientos. Nos decían entonces que los viejos eran sabios, porque la vida se lo había enseñado todo. Pues bien, nada más lejos de la realidad... ¡sigo sin enterarme de nada!. Solo he aprendido que entre cuatro listos suelen comerse el pastel y si al resto les corroe el hambre, les importa un comino. Solo he aprendido que el politiqueo de cualquier índole no es solo por la propia satisfacción de mandar, que ya es mucho, sino para garantizarse las habichuelas; las suyas y las de aquellos que les vienen detrás, a los que enchufan descaradamente. Si los demás se mueren de hambre... ¡no pasa nada, que les zurzan!

Nadie se hace político por vocación. Cada uno, a su escala, tiene unos objetivos a los que aspira y que no se alcanzan trabajando con normalidad, ni siquiera doblando la jornada. Para alcanzar esas metas hace falta la política y está claro que todos los que tienen esas pretensiones les parece una forma lícita tomar ese camino y no el del trabajo. Es simplemente una vía, una forma de llegar. No hace falta saber gran cosa, solo tener la lengua suelta. Saber hablar, tener poder de convicción, saber venderse a sí mismo y a los demás. La gente sencilla y trabajadora, les vemos como sucios canallas, zánganos de la colmena. Sin embargo ellos se ven a sí mismos como la élite de la sociedad y nos miran a nosotros, simples abejas obreras, como bichos de miserable existencia a los que se puede eliminar si hace el caso. Total... ¡hay tantos, que uno más o menos...!

Está el mierdecilla de turno que, pueblerino él y con escasos estudios primarios, se propone ser algo más de lo que sus padres fueron y se le ocurre que podría meterse en política y ver si puede llegar a ser alcalde. Conseguido esto, hay que castigar a los disidentes y crearse una corte que te haga sentir importante. Las dos cosas sabemos como se consiguen.
Está el "mierda de carrerilla" que, no encajando en la política local, se busca las habichuelas fuera; con la ventaja de que en la capital ya no son habichuelas corrientes, sino judiones con chorizo y eso cunde más, tiene mayor bocado. Primero están un poco acoquinados, pero miran hacia la meta y pronto sacan lo que llevan en su interior. Esos ya nacieron con la carrera de charlatán de feria aprobada y si hace falta pisar las cabezas que se les pongan por delante, se pisan y punto.
Para no alargarlo en demasía hablaremos finalmente de los políticos a lo grande, los que destacan en la capital y marchan a dirigir la Comunidad y posteriormente, si se tercia, el Estado. Eso ya son palabras mayores. Esos no temen a nada ni a nadie. Tampoco les importa denostar y vilipendiar al enemigo que se interponga ante el alcance del sillón. Predican lo que no sienten y nos miran a los simples mortales como simples hormigas, necesarias para lograr sus fines.

Porque yo, me pregunto:
Los zánganos... ¿tendrán algún mínimo de conciencia los zánganos?. ¿Y las cucarachas?
EL ÚLTIMO CONDILL
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