10 de febrero de 2014

1258- LOS FALSOS DUROS SEVILLANOS.

ISABEL II. Moneda de oro de 100 reales. (1857)
Parece ser que en España hubo tiempos mejores, como sin duda ocurrirá en otros países del mundo. En aquellos tiempos del siglo XIX el dinero eran monedas de oro o plata y el metal del que estaban hechas estaba más o menos equiparado con el valor facial de la moneda portadora. La ventaja de ello era que, al acuñarse el dinero en metales preciosos, jamás perdía su valor e, independientemente de quien gobernara, el dinero siempre era dinero. La Historia nos muestra esa antigua etapa del mundo como más propia de malandrines y vividores pero, sin embargo, era más trasparente que la actual con diferencia. No pudiendo emitirse más moneda de la que las arcas permitían, el pillaje solo podía ejercerse con aleaciones de metales que no respondieran a la verdad. 

Primer "duro" de plata en circulación, equivalente a 20 reales.
Las cecas, primeramente privadas y después privatizadas por el estado, solo podían acuñar según el mineral del que dispusiera el estado pero no más. Ante la escasez y subidas constantes del oro, en 1876 se decidió que este metal desapareciera de la circulación y que fuera solo la plata el metal con el que se acuñasen las monedas. A tal efecto se retiran las monedas de oro, que solo quedan para las acuñaciones conmemorativas y es la plata la que se emplea para poner dinero en circulación. Sin embargo a finales del siglo XIX la plata sube sustancialmente de valor al tiempo que el país merma sus posibilidades financieras, lo que provoca la aleación de metales de bajo coste, de tal manera que la moneda de cinco pesetas (duro) solo lleva dos pesetas de plata. 

Duro sevillano. (falso)
Aprovechando la coyuntura florecen fábricas clandestinas de "duros falsos" en Sevilla pero, en poco tiempo, proliferaron en otras muchas partes del reino siendo todos llamados "duros sevillanos". También en México los fabricaban. Los "duros sevillanos" eran falsos en su acuñación, pero no en su contenido de plata, pues incluso llevaban más cantidad de metal precioso que los auténticos. Ante tal avalancha de moneda ilegal el gobierno de Alfonso XIII aceptó cambiar los duros falsos por buenos, retirando los "malos" de la circulación. No consiguiendo con esta medida el éxito deseado, en 1901 el ministro de hacienda Ángel Arzaiz y Cuesta propuso suspender la acuñación de monedas de cinco pesetas (duros) de plata e incrementar la tirada de billetes.

Billete de 100 pesetas o 20 duros de Alfonso XIII. (1900)
Tanto los billetes como las monedas fraccionarias de níquel y otros metales menores, quedan respaldados por reservas de oro y plata. El billete no es un simple papel, sino que viene a ser una especie de certificado sobre el metal precioso que el gobierno guarda en la cámara del Tesoro Nacional. Dado que el valor de la plata era inferior al de la moneda, no tenía ningún sentido almacenarlas y la gente fue aceptando los cambios. Sin embargo no toda la moneda (papel o metálico) emitida respondía al oro en reserva, sino también a los avales garantizados por las colonias de ultramar. Cuando en 1898 éstas se perdieron, el gobierno siguió imprimiendo billetes y monedas con una aleación más baja y la inflación aumentó.

Duro sevillano. (falso)
Aquel año 1898 se acuñó el mayor porcentaje de "duros" de plata de todo el siglo XIX. Casi 200 millones de pesetas en una sola acuñación. Pero el mercado somos todos y los profesionales en la materia captaron de inmediato las intenciones de un gobierno que no había tenido ingresos superiores. La mitad del metal que llevaban aquellas monedas no era plata, lo cual animó a los falsificadores. Al detectar una moneda falsa los españoles la separaban de las buenas e intentaban colocársela a otro, de tal suerte que en poco tiempo circulaban muchas más de malas que de buenas. El timo, iniciado por el propio gobierno, se volvía en su contra. No todos los "duros sevillanos" eran de Sevilla pues había cecas en Alicante, Gerona y en México. Los de México eran los más estimados pues tenían una plata más pura y en mayor cantidad.

Billete de 50 pesetas (10 duros) de Alfonso XIII. (1905)
Ante tal abundancia de "duros" falsificados y no sabiendo la gente corriente distinguirlos, perdieron gran parte de su valor y servían más para el juego de los chavales que para llevar a cabo compra alguna. En 1905 los jornaleros no aceptaban el pago en duros y solo aceptaban el trabajo con la condición de recibir su salario en billetes o con monedas de una peseta. Pagar en el mercado o sacar un simple billete de tren (entonces en manos privadas) era tarea poco menos que imposible. Por fin el gobierno, único culpable del problema, decidió -como se ha dicho antes- retirar las monedas de a duro. El lío fue descomunal. A partir de 1910 solo los billetes se gastaban para las diferentes transacciones comerciales, lo cual hizo que el gobierno respirara aliviado. Ya podían hacer lo que les viniera en gana...  

RAFAEL FABREGAT

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