21 de octubre de 2019

2888- EL DINERO ES MIEDOSO.

Las ambiciones separatistas de cuatro vándalos que solo pretenden hacerse con el poder absoluto de la región catalana, es algo que está costando muy caro a todos los catalanes. La economía de esta región española está bajando hasta cotas muy por debajo del periodo de la crisis del 2008. Ya no se trata solamente de lo perdido en esta última algarada sobre la sentencia del Supremo a los líderes del "procés", sino de todo lo que se va sumando a consecuencia de lo relacionado con el movimiento independentista. Los destrozos de esta semana de movilizaciones ha sido importante, pero eso no es nada en comparación con lo perdido por las reducciones de productividad, anulación de viajes, transportes, etc.

En estos últimos tiempos el sector industrial ha sido gravemente dañado por el independentismo, hasta el punto de hacer que muchas empresas hayan marchado de Cataluña. En dos años hemos sufrido cuatro huelgas generales y decenas de cortes en aeropuerto, carreteras y ferrocarriles. Son muchos los que no se dan cuenta que cada una de esas actuaciones tiene repercusiones económicas para Cataluña y muy especialmente para los que viven y trabajan en esta comunidad. Los apesebrados del gobierno catalán cobran igualmente a fin de mes, pero no todos tienen el sueldo garantizado y comer comemos todos. Más de 5.500 empresas han trasladado sus sedes fuera de Cataluña y tras ellas escapan muchos miles de euros a otras regiones españolas.

La inversión exterior se ha desplomado y empieza a notarse el frenazo al crecimiento económico y la escasa creación de empleo. Consecuencia de todo ello es la menor demanda de viviendas, la bajada de precios (-2%) y el frenazo de la construcción. Contrariamente a lo que es habitual, durante el último año Cataluña tiene un crecimiento por debajo de la media nacional y punto y medio por debajo de Madrid. No se trata solamente de lo que pierdes, sino de lo que dejas de ganar. No hace tanto la gente se quejaba de exceso de turismo, pero actualmente los hoteles apenas si consiguen llenar el 50% de su capacidad. Paralizar un aeropuerto no solo es una actuación que fastidia a miles de pasajeros, sino que frena la entrada de millones de euros a la ciudad de Barcelona.

Al final... ¿Quien paga las consecuencias de ese dinero que deja de entrar?. Naturalmente los trabajadores. El propietario deja de ganar, pero el empleado pierde el trabajo y el jornal con el que alimenta a los suyos. La paralización industrial no se consigue en cuatro días, pero son cuatro días que el empleado queda sin trabajo y sin sueldo. Eso sin contar con las oportunidades que se pierden, porque si Barcelona no suministra, lo mismo se compra en otra parte y después el cliente vuelve al proveedor catalán... ¡o no vuelve!. Cataluña y especialmente Barcelona tiene una industria pujante y exportadora, pero los clientes quieren tener garantizado el suministro que necesitan y con esto de las políticas separatistas esas garantías han dejado de existir.

El dinero es miedoso y quien lo tiene no está dispuesto a arriesgarlo por la prepotencia y cabezonería de cuatro políticos con pretensiones mayestáticas. Dicen ser republicanos, pero quieren gobernar como reyes. Los empresarios no quieren que los políticos jueguen con su dinero y cuando ven peligrar sus inversiones, marchan a otro lugar y se quedan tan anchos. El año 2017 se vieron en Cataluña serias anomalías parlamentarias que no han parado de crecer entre quienes ostentan el poder. Como no podía ser de otra forma, ante tan nefastas pretensiones los empresarios siguen optando por la huida. Al dinero no le gustan las aventuras y si no ha ido a peor es porque se pensaba que la situación estaba normalizándose. Estos últimos días se ha comprobado que esto no es así y que, más bien al contrario, sigue por los mismos o peores derroteros.

Torra anuncia nuevo referéndum en 2020.
Torra anuncia un nuevo referéndum para el próximo año demostrando que el radicalismo sigue por el mismo camino y solo su salida del poder podrá devolver la confianza de los inversores. Lo lamentable es que justamente la gente, que no quiere otra cosa más que ganarse la vida trabajando, es la que sufre las principales consecuencias de la barbarie de los que mandan. De todas formas, no se sabe quien presidirá entonces la Generalitat de Cataluña. Se supone que los políticos están para luchar por el bienestar general, pero en Cataluña son mayoría quienes luchan por lo contrario. Con el proceso de desaceleración económica en el que estamos inmersos, solo falta que sembremos la desconfianza entre nuestros clientes para empeorar la situación. En plena campaña electoral, cualquier escenario es posible ya que, como se ha dicho anteriormente, el dinero es miedoso...

RAFAEL FABREGAT

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