18 de octubre de 2019

2887- EL SACRISTÁN.

Decir que en España no tenemos Gobierno es una obviedad pero, en lo que respecta a Barcelona, y ya que se declara "presidente en funciones" Sánchez debería, al menos, intentar funcionar. Cuando hace dos años todos acusamos de incompetente al Sr. Rajoy por su pasividad frente al referéndum ilegal, no esperábamos que quien tanto le criticó en aquel momento hiciera ahora exactamente lo mismo o peor. Por lo menos aquel puso un dispositivo de hasta tres barcos cargados de policías, para evitar un referéndum inconstitucional y si fracasó, como así fue, lo hizo porque la policía autonómica estaba compinchada con el gobierno catalán. En esta ocasión no se dan esas mismas circunstancias, aunque el desorden público sea igual o peor. Desde hace cuatro días Barcelona arde cada atardecer y nadie hace nada para impedirlo.

Joaquim Torra, actual presidente de la Generalitat, azuza a los piquetes de la CDR por la mañana y predica la no violencia por las tardes en un acto de golpismo descarado y permanente, siempre a las órdenes del prófugo Puigdemont que sonríe complacido, en su "fortaleza" de Waterloo, mientras sus "compañeros" de ideas y hechos independentistas pagan en la cárcel los desmanes de unos y otros. Está claro pues que en la cárcel son todos los que están, pero no están todos los que son. Harían falta varias cárceles para meterlos a todos dentro, aunque no es menester alimentar a tantos vagos. Con tener a buen recaudo a todos los cabecillas sería ya suficiente. Las ramas arden mucho pero calientan poco. Cuando te haces un buen leñero para pasar calentito el invierno, es mejor que sea de leña gruesa. Cunde más.

A ese elemento llamado Torra no se le puede ni tener en cuenta, pero no deja de ser rama de grueso nogal. Los medios de comunicación hablan de él llamándole acólito de Puigdemont, pero yo diría más. Por su cara, gestos y palabras, mejor llamarle el sacristán. El arzobispo, fugado de la justicia, ha disfrutado durante dos años de buena casa y mejor bufete, mientras sus "compañeros" se pudren en la cárcel. Una cobardía que algún día pagará sin duda muy cara. Mucho nos tememos que los que actualmente y desde hace dos años están pagando los pecados de todos, no le olvidan y esa deuda cobarde se la van a cobrar incluso con intereses. Veremos en qué queda todo esto, porque no hay nada que dure cien años. El independentismo catalán es pura grama, una mala yerba difícil de erradicar, pero ni mucho menos inmortal.

El sacristán es importante en cualquier iglesia. Cierra su despacho en la Generalitat, donde acaba de predicar sobre las manifestaciones sin violencia y de allí marcha con los del CDR a cortar carreteras, arengando a los comandos callejeros... ¡Apreteu, apreteu!. Puigdemont ya sabía a quien le dejaba al mando. Un mal bicho que por la mañana se disfraza de mariposa y por la tarde pica como avispa asiática. No creo que cien años dure, pues son tal para cual. Y mientras todo esto sucede, "Sánchez en funciones" rascándose la barriga por Europa. Para arreglar la problemática del Brexit sí que tenemos presidente, pero para apagar el fuego catalán no quiere mojarse. Pues bien, yo le diré lo que va a pasar el 10 de Noviembre... Como no vuelva pronto y coja las riendas del poder, que se vaya olvidando de las encuestas que le daban por ganador absoluto.

Estos días, cual sacristán perfectamente adoctrinado, Torra llama a los del CDR a misa de diez:  "apreteu, apreteu..." Maleantes y gente pacífica del independentismo catalán, han estado y están en la calle exigiendo "democràcia i llibertat" mientras el resto de españoles aplaude a los segundos y desprecia a los primeros, que solo son mercenarios llegados incluso de fuera de nuestras fronteras. A unos y otros hay que recordarles que lo que fomentan no es el independentismo, sino el anarquismo. Democracia es respetar la opinión mayoritaria y defender los derechos y libertades en un Parlamento o en los Tribunales de Justicia. En cuanto a la libertad, no es quemar coches y contenedores de basura, con la cara tapada en la mezquindad del anonimato, arrancando adoquines de la calle para lanzárselos a los policías, simples empleados que están ganándose el sustento con el que alimentar a sus familias. 

La libertad tiene que ser para todos, también para esa mayoría que está encerrada en sus casas atemorizada. Hoy Barcelona está en boca de todos pues las imágenes de sus algaradas ha recorrido el mundo. Por lo visto es lo que se pretendía, pero esa publicidad no les otorga la razón, sino que enfatiza la peligrosidad que vive la ciudad. Se quejaban algunos empresarios y particulares del exceso de visitantes, poniendo trabas e incluso impuestos especiales a quienes visitaban Barcelona. Pues bien, si recortar visitantes es lo que se pretendía, ya lo han conseguido. Claro que eso recorta también los ingresos de todos quienes tienen un negocio cualquiera y también los empleos de aquellos que buscan un trabajo para poder sobrevivir. Es verdad que el sacristán tiene apesebrados a un buen número de sumisos holgazanes, pero no hay bastante dinero para todos. Algunos tendrán que trabajar. ¡Con lo pesado que es eso...!

RAFAEL FABREGAT

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