11 de octubre de 2019

2882- LOS FANTASMAS EXISTEN.

Yo, que quieren que les diga, soy escéptico. ¿Qué le vamos a hacer?. Cada cual es como es y no como quiere ser. Mis genes me hicieron como soy y éstos son herencia de mis antepasados, motivo por el cual considero que no soy culpable de ello. Yo no creo en los milagros, pero sí en los fantasmas... Fantasmas los encuentro todos los días en mi camino y eso que yo voy de mi casa al trabajo y del trabajo a casa, pero... ¡Hay tantos, que resulta casi imposible que pase un día sin ver alguno!. Ya lo dice el refrán: Al tonto, se le conoce pronto. O este otro: Alcalde tonto, sentencia pronto. ¿Quieres más?: Bien y pronto, solo lo intenta el tonto... Cuando el tonto va, el listo de vuelta está... Solo a los tontos se les aparece la Virgen.
Bueno, ya vale. Ahora cambia la palabra tonto por fantasma y tendrás una realidad virtual.

Dicho esto vamos a hablar de los milagros... Y vamos a comenzar diciendo que, cuando uno no sabe nada, cualquier nimiedad le parece un milagro. Después, cuando ya tiene el suficiente conocimiento de las cosas, resulta que todo tiene una explicación lógica y natural. Todos los milagros sucedieron en tiempos de ignorancia, de oscuridad intelectual. ¿No es suficiente milagro que todos los días ocurra lo que ocurre...? Que el sol salga cada mañana; que hasta los que no trabajan encuentren comida con la que sobrevivir; que unos trozos de hierro y un bidón de gasolina se conviertan en un vehículo que nos lleve al trabajo y nos traiga a casa al finalizar la jornada; que esa misma gasolina y otros trozos de hierro vuelen y nos llevan a la otra parte del mundo en cuestión de horas... ¿Hay algo más complejo y perfecto que la vida misma?.

Sin embargo lo que a mi me fascina son todos los "milagros" que se exponen en la Biblia y en todas las doctrinas de las diferentes religiones del mundo. No solo las actuales, sino también las que se pierden en un pasado más o menos lejano... Ya en las más antiguas y primitivas tribus había un rey, un hechicero y un sin fin de 'milagros' que controlaban la vida de todos los demás. Porque, para que la gente corriente acate la voluntad del que manda, hace falta el miedo. Es por ello que, en los pueblos primitivos, el primer miedo que imperó fue el del castigo terrenal. ¡Si no haces lo que te digo morirán tus padres, tus hijos y tu mismo!. El castigo terrenal lo imponía el hechicero, pero éste no se ensuciaba las manos castigando al pecador. Demasiado trabajo. Motivo por el cual nombró un rey y éste, a su vez, unos soldados que castigaran al incrédulo.

Claro que, con el tiempo, la gente fue aprendiendo que aquello era demasiado terrenal para ser cierto y la obediencia fue relajándose hasta desaparecer. Había que hacer algo para que las 'ovejas' volvieran al redil y reyes y hechiceros, sobre todo los segundos que son los listos de verdad, inventaron el castigo eterno o Infierno. Esas ya eran palabras mayores, puesto que la vida era corta y más en aquellos tiempos. Lo importante no era cómo se vivía aquí y ahora, sino garantizar una vida eterna y plena de goces en el más allá. Cuando algunos listos se rebelaban el 'hechicero' organizaba una Guerra Santa y todo solucionado. Asegurar el Cielo era más útil que tener una vida cómoda en la tierra. No contentos con tener a la gente domesticada, la ambición del hechicero era tan demencial que incluso se dedicaron a vender 'parcelas' del Cielo. 

Lo de vender parcelas no es tan antiguo puesto que, en la primera mitad del pasado siglo XX todavía imperaba. Ya al final de tu vida, les cedías tus bienes (casas, fincas, dineros, etc.) y te ibas tranquilamente a tu casa con tantos metros cuadrados de Cielo como bienes habías aportado a la religión de que se tratase. ¡Que paz debían respirar aquellas gentes, sin frío ni calor, ya con el Cielo asegurado...! Por favor, yo también quiero comprar. ¿Donde se vende?. Pero ¡ay! nada es para siempre... Sin duda se acabaron las parcelas. Nada es infinito y menos aún eterno. La gente actual lo siente en el alma, pero ya no hay posibilidad de comprar. En cuanto a los milagros... ¡Válgame Dios, qué desgraciados somos la gente del mundo de hoy!. Tampoco los milagros se prodigan actualmente. ¿Por qué?. ¿Qué está pasando?. Hasta los curas se ríen del Cielo y viven, a tope, el presente terrenal... 

Esto es el hecatombe. Dios nos ha olvidado. Ya no solo a la gente normal y corriente, sino incluso a los propios sacerdotes, que fornican con hombres y mujeres como si no hubiera un mañana. ¿Y el Cielo?. ¿Qué pasa con el Cielo?. Claro que, con más de 5.000 satélites girando alrededor de la Tierra, las interferencias deben ser gigantescas e incontrolables. La gente está desesperada. Yo mismo guardaba una finca yerma, allá en plena montaña, para darla a cambio de un pedacito de Cielo, pero... Los sacerdotes ya no la quieren. Claro que, me parece que van a convertir la zona en Paraje Natural y además mi vecino, viendo que ya nadie iba por allí, se la ha escriturado a su nombre y no puedo disponer de ella. Mejor, ya que todo era maleza, monte bajo y aliagas. ¡Ya me conformaría yo con que me diera mi parte, cuando venda los pinos para madera de pallets...! ¿Será que ya nadie cree en el Cielo?. Eso será...

RAFAEL FABREGAT

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