La revista Nature ha publicado un estudio llevado a cabo por científicos de las universidades de Oxford, Connecticut y Keio, en Fujisawa, sobre la fecha, causa y motivo de la aparición de los diferentes dioses, o sea, de las creencias que existen o han existido en nuestro planeta. Las conclusiones a las que han llegado no son una simple opinión, sino que están basadas en los datos obtenidos del SESHAT (Global History Databank), un archivo masivo con más de 300.000 registros sobre la complejidad social y religiosa de 500 sociedades anteriores, a lo largo de los últimos 10.000 años de la historia del mundo.
Los expertos etnográficos determinan que las primeras sociedades de cazadores-recolectores, al ser de un escaso número de componentes, detectaban rápidamente cualquier comportamiento censurable, motivo por el cual sus creencias solo giraban alrededor de dioses relacionados con la naturaleza y no con el hombre y su moral. Posteriormente ya con sociedades más grandes y complejas, donde el comportamiento individual deshonesto puede pasar desapercibido más fácilmente, hubieron de inventarse deidades y poderes terrenales que controlasen el comportamiento moral y castigasen sus transgresiones. Durante cientos de años se ha debatido el por qué los humanos, a diferencia de los animales, cooperan con otro tipo de personas que nada tienen en común. La respuesta es la búsqueda de un frente colectivo en sectores tan primordiales como son la agricultura, la religión y las guerras.
Las sociedades de gran tamaño necesitan dioses moralizantes ya que, si los individuos pudieran romper las reglas establecidas sin castigo terrenal y celestial alguno, la sociedad se resquebrajaría haciendo imposible la convivencia. En todas las religiones del mundo la aparición de los dioses moralizantes se ha producido a medida que han ido creciendo las sociedades. Dicho de otro modo, los rituales religiosos han sido los que han creado en el ser humano el sentimiento de pertenencia a esa sociedad colectiva, fomentando la cooperación de unos con otros. Tanto es así que la realidad actual demuestra que la identidad colectiva es incluso más importante que las creencias religiosas a la hora de facilitar la cooperación. Las deidades moralizantes no ayudaron a las grandes sociedades a crecer, pero sin duda tuvieron un papel estabilizador.
En esta investigación se compararon un total de 414 sociedades anteriores a nuestro tiempo y de 30 regiones diferentes del mundo, con un total de 47.613 registros. La primera sociedad moralizante de la que se tienen registros fue la II Dinastia del Antiguo Egipto (2.850 a.C.). En ella se sostenía que el Dios Ra (dios sol) era el creador y gobernador del Universo, así como juez del "más allá" al final de la vida del indivíduo. Esta deidad, del "toma y daca" como todas, pregonaba cosas tan concretas como la protección de los débiles y el no robar (a los ricos), aunque la costumbre más arraigada era el enterramiento ritual de los poderosos. A Ra le siguió Shamash, en la antigua Persia, también "dios sol" que todo lo ve y que nació con la Dinastía Akkad allá por el siglo XXII a.C. con el fin de castigar también a quienes mentían. Más tarde fueron los Hititas de la actual Turquía quienes, a través de sus dioses, castigaban a quienes rompían juramentos y demás reglas sociales. Más de lo mismo.
Así llegamos a nuestros días, pasando por la Dinastía Zhou en China, el Imperio Aqueménida, la República Romana, Confederación Islandesa, el Impèrio Inca, etc.
Todas las sociedades objeto de estudio fueron clasificadas de acuerdo a 51 medidas de complejidad social, número de indivíduos, forma de gobierno y sistemas de información, determinando también si era uno o varios los "dioses moralizantes" que reforzaran su lealtad al grupo perteneciente.
El resultado del estudio no ha sido fácil, sino gracias al ingente trabajo de decenas de especialistas en arqueología, historia, antropología y sociología, que han contrastado miles de documentos de las bases de datos. El resultado es que "la llegada de Dios" no es algo fortuito, sino que se produce cuando se necesita para mantener el orden de los pobres y la placidez de los adinerados.
RAFAEL FABREGAT
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