Ya en la cuna (Pedrito) pertenecía pues a la alta nobleza castellana por lo que sus padres, no siendo el sucesor del linaje lo destinaron, como era costumbre en aquellos tiempos, a la carrera eclesiástica.
La influencia de los Mendoza hizo que con 12 años fuera nombrado cura de la iglesia arciprestal de Santa María de Hita, provincia de Guadalajara, y archidiácono de la catedral de Guadalajara con 14 años de edad.
A pesar de carrera tan meteórica su padre lo mandó en 1442 a Toledo, bajo la tutela de su tío el arzobispo Gutierre Álvarez de Toledo, para estudiar Historia, Latín y Retórica.
Castillo del cardenal Mendoza en Pioz. |
Juana la Beltraneja. |
Aquel mismo año el rey compensaría a Pedro con la mitra episcopal de la catedral de Sigüenza.
Utilizando sabiamente sus influencias en la corte castellana, a la muerte de su padre (1458) encabezaría la poderosa familia de los Mendoza y lograría su encumbramiento personal y el de sus hermanos, creando para ellos la Casa del Infantado y el Marquesado de Mondéjar.
Enrique IV necesitaba cada día más del apoyo de los Mendoza y éstos no dudaron de aprovechar la situación en beneficio propio, al apoyar los derechos de Juana la Beltraneja, única heredera de Enrique IV y de su segunda esposa la reina Juana de Portugal, de la cual los enemigos del rey decían sin tapujos que no era hija suya, sino de Beltrán de la Cueva, yerno de Diego Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Santillana y hermano mayor del mitrado Pedro González de Mendoza, pero amante secreto de la reina Juana de Portugal. De hecho el propio rey fue apodado "el Impotente" por haberse separado de su primera esposa al no haber consumado el matrimonio.
Castillo de los Mendoza en Buitrago. |
No tardó en proclamarse la Guerra Civil (1465) entre quienes apoyaban a Enrique IV y defendían los derechos de su hija Juana de Castilla y quienes consideraban que el heredero de Enrique IV debía ser su hermanastro Alfonso de Castilla que entonces contaba 12 años y que moriría tres años después, al parecer envenenado. Quedaba Isabel de Castilla, también hermanastra de Enrique IV y prometida del príncipe Fernando de Aragón... A tales efectos, uno de los hermanos de Pedro González de Mendoza (Iñigo) custodiaría a la princesa Juana en el castillo de Buitrago, mientras el otro (Diego) defendería con sus tropas la frontera de Aragón para evitar que el príncipe Fernando de Aragón llegara a tierras castellanas para desposar a Isabel y reforzar sus aspiraciones al trono.
Toros de Guisando. (Siglo II a.C.) |
El apoyo incondicional de Pedro Gonzalez de Mendoza a Enrique IV no fue gratuito y aquel mismo año sería nombrado abad de San Zoilo y arzobispo de Sevilla. Sin embargo los Mendoza, que mantuvieron firme su apoyo incondicional a Juana, tuvieron que sufrir el bochorno de ver cómo Enrique IV llevaba a cabo el 'Tratado de los Toros de Guisando' lugar en el cual el rey cedía los derechos hereditarios de su hija Juana, a su hermanastra Isabel de Castilla, nombrándola 'princesa de Asturias' y heredera por tanto de la Corona de Castilla. En 1473, un año antes de la muerte del rey, los Mendoza, viendo que el bando contrario era más fuerte y numeroso, se pasaron al bando de Isabel.
Isabel I de Castilla. |
El futuro papa valenciano Alejandro VI, entonces cardenal Borja, le visitó en la catedral de Sigüenza y le prometió apoyo incondicional.
La promesa se cumplió rápidamente y con 46 años el papa Sixto IV lo nombró Cardenal de Santa María in Dominica, al tiempo que todo el clan de los Mendoza se ponía al servicio de los nuevos reyes.
El cardenal Mendoza nunca mantuvo el celibato ni escondió sus ansias de poder. Poco o nada le interesaba seguir las enseñanzas de Jesucristo, sino más bien la de instalarse en una corte tras otra y la de meter en su cama más mujeres que calentadores de carbón.
Muchas fueron pues sus amantes y los hijos que de tales relaciones nacieron, aunque solo tres de aquellos hijos fueron reconocidos. Los Reyes Católicos los llamaban "los lindos pecados del cardenal".
De los amores que Pedro Gonzalez de Mendoza tuvo con Mencía de Lemos, acompañante de la princesa Juana de Castilla, tuvo dos hijos: Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza y Diego Hurtado de Mendoza y Lemos.
Tumba del Cardenal Mendoza en la catedral de Toledo. |
El 11 de Enero de 1495 moría el cardenal Mendoza en Guadalajara dejando todos sus bienes restantes al Hospital de la Santa Cruz de Toledo. Su féretro fue acompañado por los Reyes Católicos en una solemne comitiva que duró cuatro días, puesto que su cadáver fue trasladado desde Guadalajara a Toledo para ser enterrado en el presbiterio de la catedral, tal y como él había pedido.
El cardenal Mendoza fue un constructor infatigable y sus obras no se limitaron a las tierras castellanas, sino también a Sevilla, Roma y a la propia Jerusalén, siempre firmando sus obras con las armas de su linaje y su escudo heráldico.
RAFAEL FABREGAT
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