31 de diciembre de 2016

2306- EL CARDENAL MENDOZA.

Pedro González de Mendoza, después Cardenal Mendoza, nació en Guadalajara (España) el 3 de Mayo de 1428. Era el quinto hijo de Iñigo López de Mendoza (marqués de Santillana, conde del Real de Manzanares y señor de Hita y Buitrago, cabeza de la casa ducal del Infantado y Grande de España) y de Catalina Suárez de Figueroa y Orozco (señora de Torija). 
Ya en la cuna (Pedrito) pertenecía pues a la alta nobleza castellana por lo que sus padres, no siendo el sucesor del linaje lo destinaron, como era costumbre en aquellos tiempos, a la carrera eclesiástica. 
La influencia de los Mendoza hizo que con 12 años fuera nombrado cura de la iglesia arciprestal de Santa María de Hita, provincia de Guadalajara, y archidiácono de la catedral de Guadalajara con 14 años de edad. 
A pesar de carrera tan meteórica su padre lo mandó en 1442 a Toledo, bajo la tutela de su tío el arzobispo Gutierre Álvarez de Toledo, para estudiar  Historia, Latín y Retórica. 


Castillo del cardenal Mendoza en Pioz.
Trasladado a Salamanca entró en la Universidad para estudiar Leyes y Cánones, doctorándose en 1452 en Derecho Civil y Eclesiástico. Tenía 24 años cuando entró en la corte de Juan II como capellán de la Capilla Real. Tres años después, ya muerto Juan II, Pedro González de Mendoza sería designado obispo de Calahorra y de La Calzada. Aquel mismo año 1455 el nuevo rey, Enrique IV de Castilla, organizó una campaña contra el rey moro de Granada en la que participaron el padre y hermanos de Pedro. Como era costumbre en momentos tan arriesgados, el marqués de Santillana hizo testamento legándole a su quinto hijo, entre otras cosas, diferentes villas alcarreñas del señorío de Pioz, en una de las cuales levantaría Pedro un pequeño pero bonito castillo que aún se mantiene en pie.


Juana la Beltraneja.
En 1456 el joven obispo (28 años) dejó su diócesis para trasladarse a la corte de Enrique IV, en la que ejercería una intensa actividad política. 
Aquel mismo año el rey compensaría a Pedro con la mitra episcopal de la catedral de Sigüenza. 
Utilizando sabiamente sus influencias en la corte castellana, a la muerte de su padre (1458) encabezaría la poderosa familia de los Mendoza y lograría su encumbramiento personal y el de sus hermanos, creando para ellos la Casa del Infantado y el Marquesado de Mondéjar. 
Enrique IV necesitaba cada día más del apoyo de los Mendoza y éstos no dudaron de aprovechar la situación en beneficio propio, al apoyar los derechos de Juana la Beltraneja, única heredera de Enrique IV y de su segunda esposa la reina Juana de Portugal, de la cual los enemigos del rey decían sin tapujos que no era hija suya, sino de Beltrán de la Cueva, yerno de Diego Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Santillana y hermano mayor del mitrado Pedro González de Mendoza, pero amante secreto de la reina Juana de Portugal. De hecho el propio rey fue apodado "el Impotente" por haberse separado de su primera esposa al no haber consumado el matrimonio. 

Castillo de los Mendoza en Buitrago.
Ese fue el motivo de que la infanta Juana de Castilla pasara a la Historia como Juana la Beltraneja, aunque Enrique IV juró en el lecho de muerte ser su hija natural y legítima.
No tardó en proclamarse la Guerra Civil (1465) entre quienes apoyaban a Enrique IV y defendían los derechos de su hija Juana de Castilla y quienes consideraban que el heredero de Enrique IV debía ser su hermanastro Alfonso de Castilla que entonces contaba 12 años y que moriría tres años después, al parecer envenenado. Quedaba Isabel de Castilla, también hermanastra de Enrique IV y prometida del príncipe Fernando de Aragón... A tales efectos, uno de los hermanos de Pedro González de Mendoza (Iñigo) custodiaría a la princesa Juana en el castillo de Buitrago, mientras el otro (Diego) defendería con sus tropas la frontera de Aragón para evitar que el príncipe Fernando de Aragón llegara a tierras castellanas para desposar a Isabel y reforzar sus aspiraciones al trono. 

Toros de Guisando. (Siglo II a.C.)
Sin embargo Fernando atravesó Castilla disfrazado de mozo de mulas de un comerciante y en 1469 se casaba con Isabel, provocando el enfrentamiento real por la sucesión. 
El apoyo incondicional de Pedro Gonzalez de Mendoza a Enrique IV no fue gratuito y aquel mismo año sería nombrado abad de San Zoilo y arzobispo de Sevilla. Sin embargo los Mendoza, que mantuvieron firme su apoyo incondicional a Juana, tuvieron que sufrir el bochorno de ver cómo Enrique IV llevaba a cabo el 'Tratado de los Toros de Guisando' lugar en el cual el rey cedía los derechos hereditarios de su hija Juana, a su hermanastra Isabel de Castilla, nombrándola 'princesa de Asturias' y heredera por tanto de la Corona de Castilla. En 1473, un año antes de la muerte del rey, los Mendoza, viendo que el bando contrario era más fuerte y numeroso, se pasaron al bando de Isabel. 

Isabel I de Castilla.
Enrique IV murió el 11 de Diciembre de 1474 y su hermanastra Isabel I ocupó el trono del reino de Castilla mientras Juana, la heredera legal, quedaba desposeída de sus títulos y patrimonio. Juana de Castilla, heredera legítima destronada, se casó finalmente con su primo Alfonso V de Portugal. No le faltaban apoyos pero Juana quería evitar una guerra civil; no así su marido que cruzó la frontera con 4.000 soldados, 8.000 jinetes y 30.000 peones exigiendo los derechos de su esposa, aunque finalmente fue derrotado. Pedro González acudió a la coronación de Isabel I en Segovia y en adelante apoyó decisivamente la causa isabelina. En 1478 el papa Sixto IV anuló la dispensa concedida a Alfonso V y a Juana, quedando disuelto el matrimonio y legitimada Isabel como reina de Castilla. Herida en su dignidad e intereses Juana se retiró al monasterio de Santa Clara en Coimbra y aunque fueron muchas las propuestas de matrimonio recibidas no se volvió a casar. Murió en 1530, aunque sus restos están en paradero desconocido debido al terremoto de Lisboa de 1755. Desde 1474 nuestro protagonista, Pedro González de Mendoza, se había convertido en consejero de los Reyes Católicos y protegido del rey Juan II de Aragón, padre de Fernando I. 

El futuro papa valenciano Alejandro VI, entonces cardenal Borja, le visitó en la catedral de Sigüenza y le prometió apoyo incondicional. 
La promesa se cumplió rápidamente y con 46 años el papa Sixto IV lo nombró Cardenal de Santa María in Dominica, al tiempo que todo el clan de los Mendoza se ponía al servicio de los nuevos reyes.
El cardenal Mendoza nunca mantuvo el celibato ni escondió sus ansias de poder. Poco o nada le interesaba seguir las enseñanzas de Jesucristo, sino más bien la de instalarse en una corte tras otra y la de meter en su cama más mujeres que calentadores de carbón. 
Muchas fueron pues sus amantes y los hijos que de tales relaciones nacieron, aunque solo tres de aquellos hijos fueron reconocidos. Los Reyes Católicos los llamaban "los lindos pecados del cardenal". 
De los amores que Pedro Gonzalez de Mendoza tuvo con Mencía de Lemos, acompañante de la princesa Juana de Castilla, tuvo dos hijos: Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza y Diego Hurtado de Mendoza y Lemos

Tumba del Cardenal Mendoza en la catedral de Toledo.
En 1476 el cardenal pidio a la reina Isabel la legitimación de sus hijos que le fue concedida y dos años después el papa Sixto IV le autorizó a que pudiera testar en su favor, siendo refrendado por su sucesor el papa Inocencio VIII en 1486. No sabemos por qué razón al tercer hijo (Juan Mendoza), tenido con su amante Inés de Tovar, no le consignó mayorazgo alguno.
El 11 de Enero de 1495 moría el cardenal Mendoza en Guadalajara dejando todos sus bienes restantes al Hospital de la Santa Cruz de Toledo. Su féretro fue acompañado por los Reyes Católicos en una solemne comitiva que duró cuatro días, puesto que su cadáver fue trasladado desde Guadalajara a Toledo para ser enterrado en el presbiterio de la catedral, tal y como él había pedido. 
El cardenal Mendoza fue un constructor infatigable y sus obras no se limitaron a las tierras castellanas, sino también a Sevilla, Roma y a la propia Jerusalén, siempre firmando sus obras con las armas de su linaje y su escudo heráldico.

RAFAEL FABREGAT

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