25 de diciembre de 2016

2302- HOY ES NAVIDAD.

Cuanto más se sufre, más completa es la felicidad cuando llega. Por lo tanto en mi casa hoy es Navidad, no porque se celebre el aniversario de un nacimiento divino, que no sabemos si fue divino ni tampoco en qué fecha aconteció. Para mi, hoy es Navidad porque ayer mi mujer y yo celebramos la Nochebuena en completa salud y armonía, acompañados de nuestras hijas y sus maridos, que también son nuestros hijos y muy especialmente con nuestros nietos que, para todos los abuelos, son la mayor alegría. Navidad es sinónimo de amor y aunque, para que haya amor, no es necesario que estemos a 25 de Diciembre, hoy es Navidad en nuestra casa y en nuestros corazones. 

Aunque la felicidad completa no es de este mundo, hoy es Navidad y lo es porque la tenemos y porque, ya a estas alturas de la vida, creemos merecerla. Conseguirla no fue fácil y aunque siempre hemos luchado por hacer lo mejor para todos, acertar en todo cuanto hagas es de todo punto imposible, entre otras cosas porque cada interlocutor ve las cosas de distinta manera. De todas formas, cuando se busca la ecuanimidad, 
independientemente de que guste o no guste por igual y de que se agradezca o no cuanto hagas, lo lógico y normal es que se vea, que se note y que te deje satisfecho. Yo así lo entiendo. Nadie puede pretender que le des hasta la ropa que vistes, quedando desnudo, porque el sol sale todos los días y todos tenemos que comer. La lucha por la supervivencia vivida por los seres humanos desde tiempos prehistóricos, nos hizo egoístas, pero la cabeza está para algo. El ser humano es poca cosa para pretender cambiar el mundo y a las personas que viven en él. Eso es quizás lo más injusto y difícil a lo que uno puede enfrentarse en este mundo, tan difícil que cuando se llega a una cierta edad te das cuenta que, además de imposible, no tiene razón de ser. 

De todas formas, aunque se pudiera, debemos reconocer que no sería justo pues modelar a tu forma y manera a quien tienes enfrente es anularle como persona. No, no se puede ni se debe. Cada persona es un mundo en el que no se debe intervenir. Los padres, buscando la felicidad de los hijos, aún a riesgo de equivocarnos podemos y debemos aconsejarles, pero después son ellos quienes deben tomar las decisiones que estimen más convenientes y afrontar las consecuencias positivas o negativas que se produzcan. Es lamentable que, sabiendo las piedras que tiene el camino, no puedas evitar que tus hijos caigan en ellas, pero así es este mundo en el que nos ha tocado vivir. Los hijos han de vivir su vida y tropezar en esas piedras para darse cuenta de que están ahí. No vale que tu se lo digas. A pesar de esa limitación, la humanidad avanza con rapidez, imaginad lo que podría llegar a ser si los tropiezos de unos sirvieran para que otros los evitasen. Como a cualquier mortal a mi me ha pasado de todo, incluso aumentado, pero quiero decir a todos quienes puedan leer este post que no estoy arrepentido de nada de lo hecho, porque todo lo hice para bien y lo mejor que supe. 

Sin duda alguna y con toda rotundidad he de decir que otra vida no sería como la anterior. No por nada, pues mi conciencia está completamente tranquila, sino simplemente porque solo vivimos una vez y por lo tanto todos somos primerizos. Lamentablemente todos no somos iguales. Los que vamos por la vida con buena fe, debemos aprender a fuerza de golpes que en este mundo hay humanos muy inhumanos. Nos dejamos llevar por una intuición heredada de nuestros ancestros, pero ellos tampoco vivieron sus vidas de igual manera. No todos recibimos los mismos golpes y eso es lo que nos hace diferentes. En mi ignorancia, yo creí durante muchos años que todos éramos iguales, que el bien y el mal era visto por todos de igual manera, pero la vida me enseñó que no era así. Más bien al contrario, la diferencia entre humanos es tan elevada que incluso el bien puede verse por ciertas personas como mal y el mal como bien. Parece una auténtica locura, pero así son las cosas. Una misma palabra tiene distinto significado, según a quien se la digas. 

Dicho todo lo anterior, cada cual debe obrar a su conciencia y que sea lo que Dios quiera. Unos tropiezan más que otros porque, en el camino de la vida, a cada cual le salen piedras diferentes y porque los inteligentes las saltan mejor. Suerte la suya. Yo no miré bien el camino y tropecé muchas veces, lo cual tiene la ventaja de saber valorar todo aquello que te ha salido bien. Es duro aprender a fuerza de bofetadas, pero sin duda alguna es un aprendizaje que te queda para siempre en la memoria. Difícil olvidar lo que se aprende a golpes. En mi juventud se decía que "la letra con sangre entra". Desde luego, para bien o para mal, los maestros de entonces se lo pensaban poco para darnos una bofetada, pero después vivir la vida es otra cosa y por la tranquilidad de conciencia y por el amor que me rodea, puedo decir satisfecho que en mi corazón y en mi casa, ¡hoy es Navidad!.

RAFAEL FABREGAT

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