Kamil, un polaco de 25 años de la región de Kamienna Gora, se pegó la juerga padre. Una borrachera de muerte, vaya. Tan, tan de muerte que se desmayó y despertó muchas horas después en la morgue.
El muchacho no se enteró de nada, claro está, pero sí sus amigos que pasaron una auténtica pesadilla al ver que su compañero de correrías entrada en coma de manera fulminante.
Llevado al hospital los médicos intentaron reanimarle pero, sin respuesta alguna por parte del comatoso joven, no pudieron hace otra cosa que certificar su muerte y trasladar su cadáver a la morgue. Como pueden imaginar, amigos y familiares avisados de lo sucedido, pasaron horas de intenso dolor y no pocas lamentaciones por lo sucedido.
Toda la documentación preparada, certificando la parada cardiaca debido a la desproporcionada ingesta de alcohol.
De pronto grandes ruidos y golpes en la sala de almacenamiento de cadáveres alertan al guardia de seguridad que está acostumbrado al silencio habitual con el que los muertos suelen comportarse. Con más miedo que alegría el guardia abre despacio la puerta, esperando ver no se sabe qué. Desnudo, frente a la puerta, el joven Kamil pidiéndole una manta. Kamil, que no sabe lo que ha pasado ni cual ha sido el tiempo transcurrido, se queja de tenerlo allí abandonado con semejante temperatura. Puesto el guardia en contacto con la policía, se lo llevaron a urgencia para hacerle el pertinente reconocimiento. Kamil estaba perfectamente y regresó a su casa aquella misma noche con sus padres. Posiblemente la florista ponga una demanda a la familia pues ya tenía tres 'coronas' hechas y no quieren pagarle. ¡Ay Señor, qué cosas pasan...!
RAFAEL FABREGAT
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