De la Guerra Civil Española poco o nada se puede contar que no haya sido mil veces relatado pero, aún siendo hijo de gentes republicanas, no me gusta en absoluto ver que en estos últimos tiempos parece haberse olvidado que ambos bandos abusaron siempre que les fue posible hacerlo. En toda confrontación ambas partes esgrimen su verdad obviando la del contrario, lo cual sucede porque la razón no está ni en unos ni otros. Nadie tiene la razón absoluta y pocos son los que no abusan del poder cuando lo tienen. No vamos a decir aquí que el 'Golpe de Estado' maquinado por la derecha en tiempos de la II República Española, fuera una manera de atajar los abusos que se estaban produciendo en aquellos momentos contra la Iglesia y el clero, pero todos sabemos que tales abusos existieron.
Aquí no hay buenos ni malos. Lo llevamos en los genes. Los humanos tenemos la mala costumbre de querer imponer a los demás nuestra verdad y cuando esto no se consigue por las buenas, algunos quieren hacerlo por las malas. Esos 'hijos de Satanás', sean del bando que sean, son los que provocan las revoluciones y las guerras consiguientes, arrastrándonos a todos los demás. Durante los años de la II República Española se quemaron cientos de iglesias y se asesinaron a miles de religiosos, solo por el hecho de serlo. ¿Por qué?. Nada mejor que vivir en libertad. Quien quiera ir a misa que vaya y quien no quiera hacerlo que no lo haga. A mi no me molestan, ni los que van ni los que se quedan en su casa. A tales abusos y asesinatos injustificados los sublevados lo apodaron el 'Terror Rojo'.
Durante esos años de la II República y los primeros de la Guerra Civil, se ha documentado un total de asesinatos que ronda los 85.000 muertos. En esta cifra están incluidos los cerca de 7.000 religiosos que murieron en estos actos criminales a manos de las gentes de la izquierda radical española, casi siempre liderados por miembros del gobierno republicano o los dirigentes locales de las diferentes zonas dominadas por ellos. Estos crímenes no tenían otra razón de ser más que el movimiento anticlerical que se vivió en esa época. El 'Levantamiento Nacional', que no era otra cosa más que un Golpe de Estado llevado a cabo por la parte conservadora del ejército liderado por el general Franco, agudizó el movimiento anticlerical de los integrantes de la izquierda radical y la persecución se multiplicó, vaciando incluso las criptas de iglesias y monasterios, exponiendo los huesos de frailes y monjas para escarnio público y destrozándolos después.
El término de 'Terror Rojo' nació en la Asturias de 1934, cuando en apenas un par de jornadas se asesinaron a 37 miembros del clero y se quemaron 58 iglesias. De todas formas, el mismo día de 1931 en el que se proclamó la II República Española ya se habían quemado 20 iglesias, aunque sin víctimas mortales. Los saqueos y quema de iglesias y monasterios se convirtieron en algo normal, una intolerancia ocasionada por grupos anarquistas incontrolados, poco o nada perseguida por el gobierno republicano.
El contrapunto a toda esa barbarie vino a llamarse 'Terror Blanco', una serie de asesinatos igualmente injustificados que posteriormente llevarían a cabo los seguidores de Franco como miembros del Levantamiento Nacional, muchas veces por hechos denunciados por los mismos sacerdotes otrora perseguidos.
Como era de esperar, el 'Terror Blanco' no se quedó atrás y los partidarios del bando republicano en la zona sublevada o ya finalizada la guerra a favor de los sublevados, no escaparon de la venganza de los ganadores. Los que tenían delitos de sangre fueron fusilados y lo que participaron en la quema de iglesias fueron encerrados durante años. Las gentes de izquierda, muchas veces gente inocente llamada a participar obligatoriamente por vivir en zona republicana, en una guerra que no sentían, también pagaron las consecuencias. La violencia no solo fue física, sino también económica y social. Lo fueran o no, los denunciados como republicanos o antifranquistas eran apartados de cualquier asistencia que el nuevo gobierno pudiera prestar a las familias menesterosas, que eran la mayoría.
La represión y violación de los derechos humanos, a cargo de los miembros del 'Terror Blanco' que era el bando ganador de la contienda, ya empezó con el Alzamiento Nacional de 1936, pero seguiría con más dureza si cabe en los años de posguerra y más allá de las décadas de 1950 y 60. La no observancia de las normas impuestas por los dictadores conllevaba violencia física, sanciones y hasta penas de cárcel. Durante la contienda, e incluso después de acabada, se llevaron a cabo miles de ajusticiamientos 'legales' dictados por tribunales militares, especialmente intensos en los meses siguientes al final de la guerra. Ya en tiempos de paz, incluso después de 1970, todavía siguió la violencia física contra los enemigos del régimen. El balance pudo sobrepasar a los 200.000 fusilamientos.
Mucha de esa gente fue enterrada en fosas comunes, fuera de los cementerios y no señalizadas. El episodio menos conocido pero igualmente aberrante fue el robo de niños a las madres encarceladas, tutelados por la Sección Femenina de la Falange Española y que ha sido cifrado en 30.960 niños, cuyas identidades fueron cambiadas en el Registro Civil y dados después en adopción. Todas las familias catalogadas como republicanas y sus hijos nacidos en las décadas posteriores, todavía fueron considerados 'sospechosos' hasta la muerte del dictador, ya en la década de 1970. Algunos hijos de republicanos, que cumplieron el Servicio Militar en las décadas de 1960 y 70, no podían tener otro destino que no fuera el del más estricto servicio a las armas. Podría escribir muchas páginas sobre el tema, pero solo haré un comentario más...
Todo tipo de abuso es negativo, lo haga quien lo haga. La dictadura es sin duda el peor de los sistemas políticos, pero el problema es que no sabemos vivir en libertad. España es una buena prueba de ello. Después de 40 años de dictadura y ya fallecido el dictador, a los españoles se nos abrieron los ojos como platos ante la noticia de que se iba a instaurar la Democracia y la Libertad que ésta conlleva. Hoy sin duda volveríamos a votarla afirmativamente, pero ya no lo tenemos tan claro. El mundo está lleno de sinvergüenzas, de anarquistas que no buscan más que destrozar cuanto encuentran a su paso. No se trata de opiniones diferentes a determinado gobierno, lo cual es lícito y normal, sino de hacer el mal solo por el gusto de hacerlo. Algunos no saben vivir con Democracia y menos aún en Libertad. Ojalá nunca tengamos que volver a vivir nada semejante...
RAFAEL FABREGAT
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