26 de julio de 2011

0435- ÉXODO RURAL DEL SIGLO XX.

Hasta finales del siglo XIX e incluso bien avanzado el XX, una gran parte de la población vivía en las zonas rurales. No ya en grandes o pequeños pueblos, sino incluso en pequeñas aldeas y alguna que otra masía o caserío aislado, levantado dentro de las fincas de las que aquellas gentes eran propietarias.
Mayormente, en la provincia de Castellón se trataba de fincas de secano, montes llanos de leñas bajas cavados y convertidos en bancales de almendros o algarrobos, con una pobre masía que daba cobijo a la familia.


En algunos casos, disponiendo de algún pozo o pequeño manantial, algunos pequeños bancales se destinaban a huerto, con el que alimentar hombres y animales de la casa. 
Era una agricultura de subsistencia y una forma de vida heredada de sus ancestros, que solía conllevar muchos problemas de consanguinidad a la hora de perpetuarse en el tiempo. 
Aquellos jóvenes, que apenas iban a la escuela ni visitaban sus respectivos pueblos, salvo en excepcional ocasión de algún mercado anual o fiesta patronal, tenían escasa relación con los jóvenes de su edad y era harto frecuente que se casaran con primos cercanos, de cuya unión salían muchos hijos con serios problemas.
Aquello fue cambiando a mediados del siglo XX. En los pueblos las Cooperativas se abrieron paso y construyeron almacenes de abonos y bodegas, para defender mejor el valor de sus cosechas, pero tampoco en todas las zonas. 
Algunos pueblos más pequeños quedaron mirando como pasaba de largo el tren del progreso. De hecho, en algunos pueblos de la provincia de Castellón todavía hoy, ya en el siglo XXI, algunos viejos y otros que no lo son tanto, siguen viviendo en sus aisladas masías a pesar de tener casa en el pueblo al que pertenecen. 


La foto de la derecha recoge la construcción de la Bodega Coop. de Cabanes, hoy convertida por arte de magia en un gran negocio del que viven muchas familias sin apego ninguno a lo que fue el cooperativismo español y muy especialmente el de Cabanes. De hecho la mayoría de los padres y abuelos de los que allí trabajan nunca fueron socios de esta Cooperativa y por lo tanto no ayudaron a construirla ni a pagarla. Tampoco algunos de sus dirigentes...
La vida de mucha gente de pueblo o aldea, no quieren cambiarla por la de ciudad a la que, por proximidad y las excelentes comunicaciones actuales, acuden cuando les viene en gana sin ninguna dificultad. La de pueblo es una vida tranquila, sin sobresaltos y que muchos no quieren cambiar por las comodidades de ciudad, algunas veces problemáticas. 

Vista general del Polígono Industrial de Cabanes. La nave que vemos en construcción es la de la empresa EFASE. Era la segunda nave particular que se construyó en dicho polígono y primera empresa local que se puso en marcha en el mismo.
Poco a poco la industrialización fue abriéndose paso y los jóvenes, hijos de los agricultores que nunca habían salido de pueblos y masías fueron cambiando los hábitos. Todos escolarizados y algunos con estudios medios e incluso algún que otro universitario, fueron abandonando no ya las masías, sino incluso los pueblos. Nacieron los polígonos industriales y las naves crecieron como hongos en temperatura y humedad adecuadas. 

Las ciudades fueron aumentando su población, mientras la de los pueblos decrecía, a pesar de recibir a los masoveros que abandonaron sus masías.
Cito, especialmente para los jóvenes de Cabanes, que pueblos hoy importantes en los que puede haber 20/40.000 habitantes, a principios del siglo XX apenas eran simples villas habitadas por 1.500 personas o menos, cuando nuestro pueblo ya rondaba los 4.000 habitantes. Paradojas de la vida, hoy apenas si llegamos a las 3.000 almas.
Pues si amigos, ya en el siglo XIX nuestro pueblo era uno de los más importantes de la comarca, superior en número de habitantes a casi todos los de la costa y a los actualmente industrializados del interior. 
Castellón tenía entonces menos de 25.000 habitantes. Sin embargo la industrialización y el éxodo a las ciudades arruinaron a aquellos pueblos de interior otrora importantes.

Como tantas veces digo, nada es para siempre y esto tampoco. Hoy los hijos o nietos de aquellas gentes que marcharon a la ciudad, están empezando a volver. 
La ciudad es incómoda y cara, si bien es verdad que tiene servicios que en los pueblos nunca podrán ser instalados. Sin embargo con las carreteras que actualmente tenemos, el desplazamiento es rápido y cómodo. Todo en la vida tiene sus pros y sus contras y empieza a valorarse nuevamente la tranquilidad de los pueblos, en detrimento de las aglomeraciones de las grandes ciudades. Lo que sin duda no volveremos a ver es la vida permanente en las antiguas masías del Barranc Negre, en el de Miravet o el del Ritxer.
Tampoco en las faldas de las partidas de la Serreta, Mocoró, Solana, les Gasiones y la Cova vivirá familia alguna dirigiendo su vista a nuestros antiguos castillos. Se mantienen, eso sí, los núcleos de población de la Partida de la Ribera, especialmente La Venta y Estación, el Empalme y el Pulido, así como el Ventorrillo y Albalat o les Casetes de Torre de la Sal. 
Menos importancia en Borseral y el Rench, aunque también tienen algunos habitantes, más o menos permanentes.

En la fotografía adjunta vemos el inmenso Barranc de Miravet. A la izquierda, el punto más alto es el antiquísimo Castell de Sufera, conquistado por Pedro I de Aragón y Bocallá de Luna en tiempos del Cid Campeador, todos conquistadores de la ciudad de Valencia. A la derecha la famosa Font de Roc, agua de propiedades medicinales insuperables, no comercializada por su escaso caudal y a la que los masoveros de Miravet decían proveniente de un rico yacimiento de plata, debido a la espuma plateada que hacía el agua al caer en su lugar de afloramiento.

En La Ribera de Cabanes, cerca de la costa y con la proximidad a la N-340 y AP-7, disponen de todos los servicios y paradas de autobuses, aunque la Estación de tren fue cerrada al público hace ya muchos años. Las escuelas para niños y niñas del Barranc de Miravet fueron cerradas y también las de la Venta de Germán en la Ribera de Cabanes. Las primeras no se abrirán jamás, veremos las segundas. Todo dependerá sin duda de que haya una salida rápida de la crisis que actualmente estamos atravesando. Si algún día las cosas cambian y se da luz verde a los proyectos iniciados estos años atrás, todo puede hacer falta, pero los altibajos que presenta la economía mundial impedirá sin duda que tales proyectos vean la luz. 

No olvidemos que a tan solo 6 Km. de Cabanes tenemos el aeropuerto internacional de Castellón, así como a 12 Km. la playa y el gran complejo vacacional de la empresa
Marina d'Or, con proyecto de crear una ciudad vacacional y permanente próxima a los 200.000 habitantes. Claro que...¿Verán algún día estos proyectos la luz, o quedarán en la oscuridad del más profundo de los cajones políticos y especulativos?. 
Hoy más que nunca, la política interesada mueve todos los hilos. Intereses de alto nivel que solo los grandes pueden llevar a buen puerto. ¿Serán los jefazos de Marina d'Or de peso suficiente, como para llevarlos adelante?.
La respuesta en una segunda edición de la novela de la vida cuya impresión, no en offset y sí en carne viva siempre es costosa, pero finalmente suele inclinar la balanza hacia el más fuerte. Como antes, como ahora, como siempre...

RAFAEL FABREGAT

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