24 de agosto de 2017

2476- LA HISTORIA DE SASI.

Nada es imposible. Hasta 18 años atrás, Melethuvettil Sasi de Kerala (India), se ganaba la vida trepando a los árboles para recolectar sus frutos. Todo iba perfectamente hasta que un día se cayó, rompiéndose brazos y piernas. Tenía entonces 45 años. El golpe fue brutal y buena parte de su cuerpo quedó paralizado. Sus hijos tuvieron que abandonar los estudios para poder sostener a la familia. Tras varios años de rehabilitación Sasi buscó cualquier tipo de trabajo apto para su limitada movilidad, pero no lo encontró. Le ofrecieron entonces vender lotería en la ciudad vecina, pero necesitaba un vehículo adaptado para trasladarse y el gobierno se negó a financiarlo. Alegaron que la ayuda era inútil puesto que frente a su aldea había una colina que el vehículo no podía salvar.

Llegado al año 2013 Sasi se dio cuenta que estaba solo y que solo él podía romper las trabas que le separaban de una vida digna. Ni corto ni perezoso compró herramientas y empezó una obra, para él titánica, que era abrirse paso a través de la colina. Empezaba a trabajar a las 5 de la mañana y paraba a las horas de mayor calor, para regresar a media tarde hasta la puesta de sol. Muchas veces, dada su discapacidad, se caía por el terraplén pero poco a poco fue adaptándose y agrandando la muesca que le hacía a la montaña. Los vecinos le tachaban de loco, apostando que no lo conseguiría, pero con el tiempo aquellas burlas iniciales se tornaron gritos de ánimo y algún rato de ayuda, aunque escasa. A poca distancia de la meta nuestro héroe se encontró con un poste eléctrico que le impedía el paso y aunque en principio lo consideró montaña infranqueable resultó todo lo contrario.

Viendo el trabajo realizado, su esfuerzo llegó a conocimiento público y la presión popular hizo que las autoridades se prestaran a eliminar el obstáculo. El camino no se usa solamente para su servicio personal, sino que es público y sirve como importante atajo para los vecinos de la aldea. Pero hubo más... Miles de internautas se asociaron para recabar fondos para comprarle la motocicleta adaptada que necesitaba. Incluso sobró dinero para mejor acabar el camino por el que nuestro amigo tenía que discurrir necesariamente para llegar cada día al trabajo de vendedor de lotería. Una vez más quedó demostrado que querer es poder. Hasta las metas más difíciles pueden realizarse cuando se pone el tesón necesario. 

RAFAEL FABREGAT

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