25 de diciembre de 2017

2547- AMOR Y TOLERANCIA EN NAVIDAD.

He leído hace escasos minutos que a mucha gente no le apetece celebrar con familiares o amigos las típicas comidas o cenas de Nochebuena, Navidad, Nochevieja, etc. Los motivos pueden ser muy variados. Problemas de salud física o mental, pérdidas recientes de familiares o seres queridos, discusiones recientes con alguno de los comensales que también se sentarán alrededor de esa mesa... Yo, amigos, hasta ahí lo puedo entender pero todo lo que vaya más allá de una justificación de peso, me parece una aberración del ser humano que prefiramos estar solos que acompañados. Al menos en lo que se refiere a la familia más próxima. Los amigos... es otra cosa. Dicen algunos que amigos los hay para muchas y diferentes ocasiones, pero yo no estoy de acuerdo con eso. Tener amigos no es tener compañeros para ir a determinado sitio.

Más bien me parece que quien así opina no tiene ningún amigo de verdad, ni gana alguna de encontrarlo. Claro que, hagas lo que hagas, tener amigos de verdad es algo muy difícil e improbable. El amigo de verdad es, o debería ser, más que un hermano. Al hermano no lo eliges, pero al amigo sí. Claro que encontrar esta clase de amigos, es como buscar una aguja en un pajar... Todos conocemos gente que presume de tener muchos amigos. Para ir al cine, al baile, al fútbol, incluso para viajar. ¡Qué ya es mucho decir!. Porque justamente para viajar... Ir con una persona a determinado sitio un par de horas, e incluso una tarde entera, se puede aguantar sin mayor problema, pero ir de viaje requiere una compenetración con el acompañante que pocos tienen. En tal caso hay que echar mano de la tolerancia pero, naturalmente, ésta debe ser mutua.

¿Donde está esa tolerancia?. ¿Y el amigo de verdad?. Desgraciadamente no hay amigos, sino conocidos o compañeros. Algunos se esfuerzan, recurren a determinadas prácticas para convertir al compañero en amigo, pero se cansan antes de que eso ocurra. La vida es corta y uno se cansa de ofrecer un amor que no es correspondido. No pasa nada, nadie es culpable de tal situación. La vida es así, nos ha hecho así. Quizás no tengamos remedio. En esta coyuntura solo hay dos caminos posibles: aislarnos o esforzarnos en aparentar ser lo que no somos. Esto último no hay que entenderlo como una hipocresía, sino como el esfuerzo por cambiar la situación y mantener al menos las formas. Esforzarse ya es un punto a nuestro favor, puesto que habla de nuestra buena disposición para que las cosas sean mejores. Pero hay que hacer mucho más y devolver el ciento por uno.

La vida es como es y nada podemos hacer para evitarlo, pero sí que podemos mejorarla, poner nuestro granito de arena para hacerla mejor y más llevadera. Aparquemos el orgullo, el deseo primitivo de querer imponer nuestras ideas a los demás. El premio garantizado es un poco más de amor de los demás hacia nosotros. Algunos "machotes" creen que todo esto son tonterías, mariconadas que no sirven para nada, y se burlan de quienes pensamos así. Pero los que así actúan, creyéndose superiores, no hacen sino perder la credibilidad de la gente de bien y por lo tanto la oportunidad de crear ese amigo de verdad. La verdad es que en el mundo de hoy parece no haber tiempo para esta clase de cosas, más propias de épocas de mayor necesidad. Nos olvidamos de que el amor de un amigo no está a la venta, sino que hay que ganárselo devolviendo multiplicado el que él nos da.

Para colmo de despropósitos, en esa lectura que he comentado haber hecho hace unos minutos, se habla incluso de las excusas que uno puede poner para no asistir a estos eventos propios de las Fiestas Navideñas. Excusas que naturalmente no son reales sino ficticias. La verdad es que dicha lectura me ha preocupado mucho. Jamás se me ha ocurrido presumir de amigos. Más bien al contrario, siempre he dicho que jamás los he tenido. Alguien podrá pensar que es una afirmación muy triste y es cierto, lo es, pero así lo entiendo yo. Dicen que amor con amor se paga, pero no es verdad. Somos humanos y la vida no es la obra de un poeta relevante. De todas formas hay dos clases de poetas: el que retrata lo idílico y el que nos cuenta la realidad por medio de sus poemas. Estos últimos son justamente los que más triunfos cosechan, pero tarde, cuando ya no están en este mundo.
Adiós amigos. Sed felices. Hoy todavía es Navidad.

RAFAEL FABREGAT

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