Hay muchas formas de morir y de algo hay de hacerlo, pero tampoco hemos de dar facilidades. El corazón, los problemas pulmonares y el cáncer son los principales motivos por los que algunas personas abandonan este mundo antes de lo que sería deseable. Este tipo de problemas de salud alcanza la cifra del 54% de las defunciones. Sin embargo resulta llamativo que el hecho de no afeitarse tenga peligro alguno y así le sucedió al austriaco Hans Steininger que murió en 1567 justamente por tener la barba demasiado larga.
Claro que lo del tal Hans era bastante llamativo puesto, después de varios años sin afeitarse, la barba superaba el metro y medio llegándole al suelo. Al parecer era una de las barbas más largas que se recuerdan y el hombre se hizo famoso por ello y especialmente porque esta circunstancia le costó la vida.
Cierto día se produjo un incendio en su casa y su intento de huída acabó de la peor manera posible. Hans Steininger solía llevar la barba atada con una cinta, pero ese día la llevaba suelta y al tratar de huir a toda prisa de las llamas tuvo la mala suerte de pisarse la barba lo cual le hizo caer al suelo, con tan mala fortuna que dio con la cabeza en un mueble y se desnucó. No murió pues abrasado por las llamas, sino por la infortunada caída provocada por la exagerada longitud de su barba. Cosas que pasan... De haberla llevado más corta o afeitada nada le habría sucedido. A título de curiosidad y con permiso de la familia, la barba de Hans Steininger fue recortada y todavía hoy, cuatro siglos y medio después, se guarda en una vitrina del museo de su localidad.
RAFAEL FABREGAT
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