10 de diciembre de 2017

2541- EL FARDO.

Parece cutre vodevil. El expresidente de la Generalitat no pudo llegar ni siquiera a maleta y quedó, cual simple forajido, tirado en el maletero de su coche como fardo de ropa vieja. ¡Qué tristeza ver hasta qué punto llega la ignorancia de algunos catalanes, creyendo en semejante comediante...! Y por otra parte, ¿qué habremos hecho, o dejado de hacer, los españoles para merecernos de esta manera el injustificado desprecio de los catalanes "de soca" y especialmente de los advenedizos que fueron allí a matar el hambre?. ¡Región admirada y envidiada por todos, actualmente desconectada del resto de españoles, e incluso de buena parte de los propios catalanes...! Desde luego, dada mi cortedad, ciertas cosas escapan a mi compresión. No lo puedo entender... Vaticiné, por simple racionalidad, que los diez años de crisis (2007-2017) no nos saldrían gratis, como así había sido en otros momentos parecidos de la Historia, pero nunca imaginé que los tiros llegarían desde Cataluña, compañeros al fin y al cabo del infortunio que nos trajo la explosión de la burbuja constructiva...

Cual cobarde delincuente y con la colaboración de su mujer, el expresidente Puigdemont salió de su casa de Gerona metido como antiguo fardo de ropa en el maletero de su coche. Así lo comunicaron a sus superiores los agentes de Policía que custodiaban la casa y que no vieron a nadie en los demás asientos. Como quien traslada un bulto, desde la urbanización donde se alojaban, su mujer lo llevó durante unos kilómetros hasta otro vehículo en el que un "mosso" de confianza les esperaba para cambiar de coche el citado "fardo" y emprender así la huida hacia la frontera francesa y de allí hasta Bélgica. De un coche a otro y debajo de un puente, para esquivar posibles miradas indiscretas, como los carteles de la droga colombiana. No se sabe si al cruzar la frontera el "bulto" se agachó para no ser visto o volvió a ocupar nuevamente el maletero, pero lo que sí esta claro es que las cámaras fronterizas no captaron su imagen. 

¡Cuanta comedia y corbardía la suya...! No tuvo arrestos para mantener la palabra dada a sus votantes ni a los compañeros de aventura, declarando la República Unilateral, como se había acordado si ganaban el Referéndum. Tampoco la tuvo para negar la "DUI de meteysaca" proclamada en el Parlamento Catalán y menos aún de anunciar un adelanto en las Elecciones Autonómicas, que es lo que pretendía para escapar del castigo marcado por la ley a quienes osaren romper la carta magna aprobada por todos los españoles. No le dejaron abrir puertas a esa opción, pues no era eso lo pactado, y cobardemente escapó de la justicia dejando en la estacada a votantes y socios independentistas. Ahora sí, a salvo de los obuses gubernamentales y subido curiosamente a la rama más alta del árbol constitucionalista europeo, cacarea cual gallina clueca su discurso victimista, inútil y chabacano. ¿Que mente seria y sensata puede seguir escuchando sus peroratas?.

Puigdemont está políticamente muerto y enterrado. En lugar de presentarse a votar, defendiendo con valentía lo que parecían sus creencias independentistas, mucho nos tememos que seguirá viajando cobardemente cual vagabundo inmisericorde. Solo cuatro mojigatos, aferrados a la idea de una República ya declarada y vigente, puede tener la insensatez y poca cordura de escuchar sus majaderías desde la nube belga en la que vive. Viajar para escurrir las lágrimas de sus mocosos pañuelos es tan inútil como pretender que Europa escuche sus ilegítimas pretensiones. No hace falta ser un lince para saber que su caso está perdido de antemano. Su ilusión creció al amparo de un gobierno ineficiente de un PP en minoría, que les permitió llegar a cotas demasiado adelantadas. Eso y no su razón, les hizo creer que la victoria era posible. Ahora ya saben bien que cada uno de los golpistas tendrá su castigo y más aún aquellos que reincidan tras las Elecciones Autonómicas del 21 de Diciembre. 

Acabaron las contemplaciones y cuando a los fugados se les acaben sus ansias viajeras, siempre habrá una celda libre para ellos. Desposeídos de toda dignidad institucional, Puigdemont y sus compañeros de fuga deambulan por Bruselas de la misma manera que pueden hacerlo por la Conchinchina, sin que ninguna autoridad mundial les pare los pies ni escuche o juzgue sus palabras vacías de legitimidad. Lo incomprensible es que todavía haya personas que viajen para escuchar peroratas que dan más pena que gloria. Grotescos espectáculos mediáticos, más parecidos a un número cómico-cirquense que a una cuestión política. 
- ¿Se me oye bien? -preguntaba a sus seguidores gerundenses desde Bruselas.
- Aquí hace mucho frío -dijo patético, como abuelo que cuenta sus batallitas.
Ya no hay orden de busca y captura contra él. Millones de catalanes esperan ansiosos su regreso, no para aplaudirle, sino para que lo pongan tras las rejas.

RAFAEL FABREGAT

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