En cuanto a la "sopa boba", hace referencia a dos aspectos: a la sopa de caridad que, especialmente en invierno, ya se daba en la Edad Media a los pobres de solemnidad que no tenían nada que echarse en la boca; lo de "boba" se decía porque aquellas gentes de la calle, todas sin el más mínimo viso de educación, se la comían con la boda abierta y sorbiendo sin recato alguno, con el consiguiente ruido multiplicado por los muchos asistentes a aquellos comedores de caridad. A fin de no dejar ni una sola gota del preciado caldo, cuando la cuchara ya no podía coger ni una sola migaja de la sopa, todos ellos sin distinción cogían el plato con las manos y los levantaban hacia su boca sorbiendo hasta la última gota que pudiera quedar, redoblando el citado ruido de succión.
Como ya podemos imaginar, no era una sopa especialmente suculenta sino un caldo de verduras y huesos, con trozos de pan seco, verduras y alguna patata troceada, pero aquellas gentes hambrientas y heladas de frío bien que disfrutaban de aquella comida caliente que se les daba cada jornada al mediodía y sin pregunta alguna que responder. Está claro que aquella "sopa boba" salvó muchas vidas en épocas de auténtica hambruna. Aquellos tiempos pasaron a la Historia, pero momentos de crisis nunca faltan en la vida de muchas gentes, incluso en personas que antiguamente disfrutaron de bienestar económico y por tanto de las comidas más exquisitas. La vida tiene situaciones imprevisibles de las que nadie puede considerarse a salvo y de hecho a los comedores sociales acude gente que jamás lo hubiera imaginado.
De todas maneras la sopa no es ninguna comida desdeñable. Podemos decir sin temor a equivocarnos que la sopa es un plato tan antiguo como el hombre. No una, sino diferentes y exquisitas sopas están siempre presentes en las mejores casas y en los más prestigiosos restaurantes. Es tan fácil como cocer en agua los mejores ingredientes, o simplemente aquellos que tengamos a mano. Incluso sirve para limpiar el frigorífico de restos de diferentes productos que van quedando olvidados y que en un momento dado, añadiendo un puñado de sopa o arroz, nos pueden alegrar una comida. Así pues, la sopa nunca es boba, sino siempre bien recibida por cualquier comensal. Incluso los más pequeños de la casa suelen preferir un plato de sopa a cualquier plato sofisticado de carne o pescado. Ya no digamos los viejos...
RAFAEL FABREGAT
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