28 de junio de 2016

2132- LAS ESPAÑOLAS ISLAS CANARIAS.

De acuerdo con las teorías mayoritariamente aceptadas, las Islas Canarias fueron habitadas inicialmente hacia el siglo X a.C., lo que ha sido constatado mediante hallazgos arqueológicos recientes. Sin embargo los enterramientos más antiguos encontrados (en la Cueva de los Guanches) datan del siglo III a.C. y pertenecen a un enterramiento individual y a múltiples restos de cerámica y huesos de animales que les sirvieron de alimento. Aunque no hay pruebas al respecto, por la morfología de los cuerpos encontrados, se cree que eran norteafricanos de origen púnico que pudieron llegar en viaje exploratorio, estableciéndose algunos de ellos en el lugar. Eran pequeños, morenos y con escritura similar a la de países como Argelia o Libia. 


Nueva ermita (s. XVI) que sustituyó a la primera 'catedral' canaria.
Sea como fuere, durante más de 2.000 años las Islas Canarias estuvieron habitadas por estos aborígenes que se han dado en llamar 'guanches', adaptándose a las particularidades de las islas. A pesar de su llegada a las islas, no parece que tuvieran muchos conocimientos de navegación puesto que cada isla mantuvo sus peculiaridades culturales propias. Aunque el primer europeo en visitar la isla de Lanzarote fue el genovés Lancelotto Malocello, en 1.312, la tranquilidad de 'los guanches' acabaría en 1.402 con la llegada de los franceses Jean de Béthencourt y Gadifer de la Salle, ambos al servicio de Enrique III de Castilla, que se establecieron en la Costa del Rubicón. La ermita del Castillo de San Marcial del Rubicón fue la primera 'catedral' de las islas, aunque solo estuvo vigente siete años.


Palacio de los papas de Aviñón.
Obligado paréntesis del relato para los que, como yo, son amantes de la historia de Benedicto XIII de Aviñón, nuestro admirado Papa Luna que pasó sus últimos años de vida en el Castillo de Peñíscola (Castellón) España, expulsado de la Iglesia de Roma por cuestiones políticas, en lo que se dio en llamar el Cisma de Occidente puesto que el Papa Luna se negó a entregar la mitra papal a la facción romana. 
Vergonzoso momento de la Iglesia Católica en el que hubo hasta tres papas a la vez. Pero, claro, este no es el momento ni el lugar... Si les interesa el tema, les remito a mi post 0001- Historia y Leyendas del Papa Luna. Como pueden ver fue mi primera entrada a este Blog.

Fray Mendo de Viedma, primer obispo de San Marcial del Rubicón en Lanzarote, mostró su lealtad al Papa Luna por haber sido el fundador de esta primera diócesis canaria. La sede de Rubicón fue excluida por el nuevo papa Martín V. Pero sigamos con la historia canaria...
El 22 de Julio de 1797 una escuadra de nueve barcos británicos y 3.700 soldados, capitaneados por el almirante Nelson, intenta conquistar Santa Cruz de Tenerife. La excusa fue apoderarse de una fragata con mercancías de Oriente anclada en el puerto. El ataque fue dirigido por el almirante Jervis y enfrente tan solo 1.600 hombres, integrantes de las milicias canarias acompañados de labradores y pescadores escasamente armados y sin ninguna preparación militar. 

A pesar de todo, la determinación y el heroísmo de los tinerfeños dio al traste con las pretensiones de los británicos, cuyas tropas fueron derrotadas tres días después. Las bajas del bando español fueron 24 muertos y 35 heridos. Los británicos marcharon con 233 muertos y 110 heridos. El propio Nelson se dejó en Tenerife el brazo derecho, arrancado por un proyectil de 'cañón tigre' que todavía se conserva en el museo local. 
De forma definitiva, y a partir de entonces más que nunca, Canarias se sintió protegida y española. El general Gutierrez de Otero y todos los hombres a su mando, la mitad de ellos pescadores y gente del campo, llevaron a cabo una de las gestas más gloriosas de la historia canaria. La distancia peninsular y la flota de Cádiz bloqueada por los británicos, hacían imposible una ayuda que hubiera podido ser determinante pero, de todas formas, no hizo falta. 


Los ingleses eran en ese momento la flota más potente del mundo pero, con 68 años a sus espaldas, el general Gutiérrez ya les había derrotado dos veces, una en las Maldivas y otra en Menorca. La de Tenerife era la tercera. Claro que ese no era un combate naval, sino un intento de desembarco que resultó infructuoso para los británicos. Lo intentaron tres veces, pero hubieron de capitular. Fracasaron por la derecha y por la izquierda. Confiando en las numerosas fuerzas que le acompañaban, el contraalmirante Nelson decidió echarle valor y atacar frontalmente, resultando una carnicería sin sentido. Los canarios demostraron que eran parte de España y que querían seguir siéndolo, obligándoles a tomar sus botes y regresar a los barcos para no volver jamás.

RAFAEL FABREGAT

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