Su clima es húmedo y de temperaturas moderadas. Influenciado por los vientos de origen atlántico provocan una precipitación abundante (1.200 mm) que propician una vegetación abundante y frondosa. La comunidad cántabra posee un municipio (Villaverde de Trucíos) dentro del País Vasco y más concretamente en la provincia de Vizcaya. Se trata del Valle de Villaverde, habitado en tiempos pre-romanos por cántabros y autrigones. Fue adquirido al Señorío de Ayala y Salcedo por Pedro Fernández de Velasco, segundo Conde de Haro, en el siglo XV, motivo por el cual quedó convertido en enclave cántabro en tierras de Vizcaya. Como antiguo señorío, en la división provincial de 1.833 fue unido a la provincia más próxima que era la de Santander. Han fracasado algunas reclamaciones de anexión promovidas por los nacionalistas vascos.
El paisaje predominante es de montaña, aunque en el sur se ubica la comarca de Campoo y los valles pertenecientes a las cuencas del Ebro y del Duero con relieves más suaves y tierras agrícolas actualmente semi-abandonadas.
Cantabria es rica en yacimientos arqueológicos, destacando especialmente las Cuevas de Altamira datadas en el 37.000 a.C. y que son Patrimonio de la Humanidad.
La toponimia de cántabro, más aceptada por los expertos, tiene su origen en "montañés" o "habitante de las peñas".
Las precipitaciones de la costa
(1200 mm.) aumentan en las zonas montañosas hasta situarse en los 2.400 mm. anuales. Cantabria es la única comunidad autónoma española que tiene ríos desembocando en todos los mares que rodean la Península Ibérica: Cantábrico, Atlántico y Mediterraneo.
Numerosas cuevas acreditan la presencia humana desde el Paleolítico (200.000 años). El Homo Erectus cazador-recolector; el Neanderthal que fabrica herramientas para la caza y la agricultura; y el Homo Sapiens que modernizará ésta y otras herramientas. En buena parte de ellas se desarrollará el arte de aquellas gentes primitivas, representando escenas de caza y motivos geométricos o simbólicos. También la revolución neolítica mediterránea llegará a Cantabria pero con mucho retraso, lo que motivará que convivan las sociedades cazadoras-recolectoras con aquella que ya desarrollan modos de vida más avanzados. La llegada de la romanización fue tardía y con escasa presencia por lo que al caer el Imperio en el siglo V resurgieron nuevamente las sociedades cántabras. Podríamos extendernos en acontecimientos visigodos, árabes o de Reconquista, pero no es objeto de esta entrada que solo pretende dar una pincelada superficial. El rápido avance de la Reconquista hacia el sur, relegó otra vez a la comunidad cántabra que solo recuperará su papel relevante hacia el siglo XII con la concesión de fueros.
Santander en el siglo XVI. |
Su densidad demográfica (113 h./Km2.) es la segunda más baja de España, solo superada por La Rioja. Es pues una comunidad de escasa población, concentrada principalmente en las comarcas costeras. La mitad de dicha población se concentran en tan solo cuatro ciudades: Santander con 180.000 h., Torrelavega con 60.000 h. y Castro-Urdiales y Camargo que sobrepasan los 30.000 h. cada uno.
Entre los diferentes destinos a visitar destacamos el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, de estilo pre-románico (siglos IX y X) y que guarda el único Lignum Crucis del mundo, reconocido como auténtico por la Iglesia Católica y Apostólica de Roma, aparte del que se encuentra en el Vaticano.
El emperador Constantino I y Santa Elena, su madre. |
La Historia cuenta que el monasterio fue fundado por un obispo palentino del siglo VI que también se llamaba Toribio, aunque la consagración inicial sería a San Martín de Turieno. En el siglo VIII se traslada a este monasterio el cuerpo del obispo Toribio de Astorga y con él las reliquias que éste había traído de Tierra Santa. Entre ellas el trozo más grande de la cruz en la que Cristo fue crucificado y única pieza reconocida como auténtica por la Iglesia Católica, aparte de la que existe en Roma. Por la importancia del huésped, a partir de ese momento el monasterio cambia su advocación a Santo Toribio de Liébana.
Toribio (402-476) era nacido en la romana Astúrica pero, tras vender todas sus posesiones, marchó en peregrinación a Jerusalén y bajo la protección del patriarca Juvenal
entró como sacristán mayor de la iglesia del Santo Sepulcro. La leyenda cuenta que un ángel advierte al arzobispo de la próxima conquista de Jerusalén por lo que éste le confía a Toribio la custodia del brazo izquierdo de la Santa Cruz que Santa Elena, madre del emperador Constantino I, había rescatado del monte Calvario, tras demoler un templo a Venus que el emperador Adriano había construido sobre aquel santo montículo. En dicho lugar Santa Elena mandó construir una iglesia hoy convertida en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén que todos conocemos. Con ésta y otras reliquias Toribio de Astorga regresó a su tierra natal, pasando antes por Roma donde conoció al papa León I. A su llegada entró como archidiácono de la sede episcopal de Tuy para ordenarse sacerdote. A los 42 años Toribio era nombrado obispo y trasladado a Astorga donde, tras muchos avatares, murió en el año 476.
Como hemos señalado anteriormente, en el siglo VIII, sus restos son trasladados al monasterio de Liébana, en Cantabria, que sería conocido a partir de entonces como Monasterio de Santo Toribio de Liébana.
La estatua yacente del obispo Toribio de Astorga (s. XIV) ubicada en el monasterio que lleva su nombre está realizada en madera de olmo y se conserva dentro de una urna de cristal debido a que, en su devoción, los peregrinos arrancaban pequeñas astillas de la talla, que la hubieran llevado a su total destrucción.
La pila bautismal de la foto adjunta fue, con Santo Toribio, los únicos elementos que se salvaron de la destrucción con motivo de la Desamortización de Mendizábal.
RAFAEL FABREGAT
RAFAEL FABREGAT
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