12 de enero de 2014

1229- LA MARAVILLOSA ROHA.

A 2.500 metros de altura y en la región etíope de Amhara se encuentra el milenario poblado de Roha, ciudad santa africana. A doce kilómetros una aldea muy pobre y en ella una pequeña iglesia embutida en la roca que lleva el nombre del rey Imrahana Kirstos que la ordenó construir junto a su exiguo palacio. Apenas entra un pequeño rayo de luz exterior que ilumina ambos recintos de ladrillo y tierra, levantados en el interior de la gruta y que desaparecen en la oscuridad de la misma. A un costado tambores litúrgicos sobre suelo de paja y bajo ésta pieles de animales que cubren unos esqueletos. Eso es todo, no hay más...

- La iglesia fue construida sobre el agua -cuenta el sacerdote, al tiempo que levanta una tapa del suelo por si alguien no cree sus palabras.
En la parte de atrás de la iglesia, directamente sobre el mismo suelo, están los restos del constructor envueltos en paños de colores y allí mismo el sarcófago del rey y el de su esposa que no le dio hijos.
- Su unión fue puramente espiritual -cuenta el sacerdote- Imrahana Kirstos recibía todos los días la visita de los arcángeles Gabriel y Rafael que le proporcionaban alimento para los 5.740 peregrinos que acudían de todo el mundo para admirar su obra. (Sorprende la precisión numérica de los visitantes). El sacerdote nos muestra el interior de la gruta, al fondo de la cual hay un osario con los restos de cientos de personas que seguramente pagarían por que sus huesos fueran acogidos en tan santo lugar.

Nada menos que son 11 las iglesias de Roha y 13 más las esparcidas por las proximidades de este milenario poblado, todas ellas encastadas en la roca de arenisca roja y comunicadas entre sí por medio de un laberinto de túneles, obra del rey Gebre Mesqel LalibelaDe todos es conocida la vocación religiosa de las gentes etíopes y la leyenda de que en estas tierras pueda encontrarse el Arca de la Alianza robada del Templo de Jerusalén por Menelik I, hijo de Salomón y la reina de Saba. Esta extraña caja, de madera de acacia negra forrada de oro, que se supone contiene los Diez Mandamientos de la ley de Dios entregados a Moisés, tuvo su primera sede en Silo (Israel). 

Tras la batalla de Eben Ezer pasó a poder de los filisteos que prontamente la devolvieron por las muchas calamidades que les producía. Los judíos la llevaron a Quiriath-Jearim hasta que finalmente el rey David la llevó a la recién conquistada Jerusalén en el 990 a.C. momento y lugar en el que Salomón le construye un Templo para albergarla. Tras el robo de Menelik I y no pocos lugares de acogida, el Arca llegó a la catedral de Santa María de Sión donde (dicen) permanece custodiada por los monjes coptos del lugar. Ese tipo de reliquia, mundialmente reconocida, era la que la Orden del Temple buscaba para sí, pues las comunes solo tenían interés a nivel local. 

Parece ser que en el siglo XII los Templarios excavaron un túnel que buscaba llegar a la cripta situada bajo el primer templo de Jerusalén, pero no se cree que llegaran al objetivo. ¿Acaso pensaban que todavía se encontraba allí y pensaban robarla?. En 1968 arqueólogos israelíes encontraron el citado túnel, obra de los Templarios, cuya construcción muchos solo tenían por simple leyenda.
El año 1160 un etíope de unos 20 años de edad llega exiliado a Jerusalén, importunándoles insistentemente para que le protejan y den auxilio a su causa. El joven resultó ser Lalibela, de la dinastía Zagwe, rey de Etiopía destronado por su hermanastro Harbé que viajó hasta Jerusalén buscando la protección y ayuda de los Templarios.

Enterado Harbé de las intenciones de ayuda a Lalibela por parte de los cruzados, en 1165 hace llegar cartas a Europa y Palestina dando detalles (falsos) de su poderío militar a fin de asustar a quien pensara prestar ayuda a su hermanastro. Estas cartas las firma con el nombre de "Preste Juan de las Indias". Una de esas cartas llegó también al papa Alejandro III pero las intrigas diplomáticas de Harbé fracasaron. Ayudado por tropas europeas ¿Templarias? en 1185 Lalibelá regresó a Etiopía y recuperó su trono estableciendo la capital en Roha, la cual cambió su nombre por el de su rey: LALIBELA. El nuevo rey hizo de ella un reflejo de lo que vio en su viaje a Jerusalén. Rebautizó su geografía y puso el nombre de Jordán al río que la atravesaba, Gólgota a una de sus montañas y Monte de los Olivos a un amplio terreno en el que se cultivabn este tipo de árboles. Después inició la construcción de las iglesias excavadas en la roca, que hoy son Patrimonio de la Humanidad.


En estrechas relaciones con Jerusalén, Lalibela cae en poder de Saladino y etíopes y templarios se refugian en Chipre. 
En 1189 el rey Lalibela consigue del jefe musulmán permiso para regresar con su gente a Jerusalén y lugar para su clero en la capilla de la Invención de la Cruz, en la iglesia del Santo Sepulcro, junto al santuario islámico de la Cúpula de la Roca, convertida en iglesia del Temple. 
Tras el regreso a su reino mandó construir once iglesias de geometría similar a aquella y que los europeos encontraron al acompañar en su viaje triunfal al rey Lalibela. 
Aunque fueron ayudados por coptos egipcios que huían del islam, los maestros constructores locales tardaron 24 años en terminarlas. 
Como anécdota, la tradición cuenta que se trataba de hombres blancos que se habían quedado a vivir en aquel país. 
Se dice que en las ceremonias religiosas, el Arca de la Alianza era llevada con porteadores de "tez blanca y rojiza con el cabello rubio". 
Todo esto (dicen) sucedió en ROHA, la actual LALIBELA y allí están sus iglesias para asombro de quienes gustan de ver algo histórico e irrepetible.

RAFAEL FABREGAT

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