4 de marzo de 2011

0288- ANTIGUAS CARNICERÍAS DE CABANES.

Cincuenta años atrás, muchas eran las carnicerías y pocos los clientes. Eran tiempos de escasez y en los pequeños pueblos era costumbre arraigada que en cualquier patio trasero, o cercano a la casa, se criaran toda clase de animales para el consumo familiar. Unas jaulas con conejos, gallinas que correteaban de aquí para allá picando pequeñas piedrecitas y hasta incluso alguna cabra que abasteciera de leche a la familia. También era bastante común, entre los más favorecidos, el engorde de algún cerdo para la matanza anual, que solía efectuarse a finales de año.
Naturalmente no todas las casas criaban animales y por lo tanto la clientela no les faltaba. Las carnicerías abastecían a los clientes menos pudientes de chacinería y partes menos nobles de los animales sacrificados. Cabezas, patas, vísceras y tocino era lo más solicitado, mientras que lomos, paletillas y chuletas eran destinados a los clientes con más posibles.

Que una señora de humilde procedencia pidiera chuletas de cordero, era signo de problemas de salud y era por esto que, cuando se pedían, la pregunta era inevitable...
- A qui tens malalt? -preguntaba la amable dependienta.
- A ningú, a ningú, es que ens han vingut uns parents de fòra i...
- Ah, millor que siga així -respondía la carnicera aliviada.
En una época en la que no solían inmiscuirse unos negocios con otros, la carne había que buscarla en las carnicerías y de la misma forma, solo en las pescaderías estaba el pescado. Por lo tanto, la competencia podías encontrarla entre tus iguales, pero no en los demás. Los carniceros siempre compraban los animales vivos y la localidad disponía de un Matadero Municipal donde, por turno que ellos mismos organizaban, sacrificaban aquellos animales que creían necesitar. Allí mismo se procedía a la limpieza y despiece correspondiente y el género ya llegaba a las carnicerías listo para la venta, casi siempre a lomos del propio carnicero. Hace unos años, estas dependencias municipales del antiguo matadero, fueron renovadas totalmente y en este momento se utilizan como guardería.

En cuanto a las carnicerías, tres eran las emblemáticas de aquella época:
ERNESTO EL DE CONA - Carrer de la Morera, 27
CARNICERIA DE SORIA - San Vicente, 18
CARNICERIA DE FURA - Plaza del Generalísimo, 23
Aunque unos años después se agregaría una cuarta carnicería,
CARNICERIA TERESIN - Plaza del Generalísimo, 7
Posiblemente la de más importante clientela y única que ha llegado a nuestros días.
Sin embargo los tiempos cambian y la vida sigue su curso, que no siempre tiene que ser el de continuidad de los negocios por parte de los hijos.
El tío Ernesto traspasó el negocio a su hija Pilarín, pero prontamente lo vendieron a Manuel el de Capa que siguió ejerciéndolo en el mismo local. A su jubilación, éste lo traspasó a su hijo Manolo que un tiempo después lo trasladó a la calle de San Antonio, aunque con acceso también por el número 14 de la Plaza del Generalísimo. Unos años después el local fue cerrado y la familia marchó a Castellón.

El tío Soria a su jubilación traspasó el negocio a sus dos hijos (Herminio y Pepe) que lo llevaron en sociedad hasta que Pepe se trasladó a Benicasim. Siguió el negocio en solitario el hijo mayor (Herminio) que lo llevó con su mujer (Pilar) hasta la década de los 90. Sus hijos se casaron y eligieron otras formas de ganarse la vida.
La carnicería de Fura, la siguió un tiempo su viuda (Montserrat) y sus dos hijos pero prontamente éstos se casaron y el hijo marchó a vivir al pueblo de su mujer (San Joan de Moró) y allí ha seguido la profesión que actualmente ya llevan sus hijos. La hija (Isabel) llevó el negocio con su esposo (Vicent el Ventorrillero, "Menegas") hasta la muerte de éste. Intentó seguirla en solitario pero prontamente cerró.
Lo que antiguamente fue la carnicería de Fura, desde hace ya casi tres décadas, es un local de copas que ha gozado siempre de una interesante clientela. Todo cambia...
La carnicería de Teresín, (FOTO) es la única que, a día de hoy, sigue dando servicio especializado a sus clientes aunque, ya desde hace algunos años, regentada por su hija Nati. De todas formas, en la actualidad todas las tiendas y supermercados de la población dan también servicio de carnicería a sus clientes, lo que ha mermado sobremanera las ventas de estos establecimientos especializados.

Una competencia desleal, pero debidamente autorizada, que ha obligado a muchos profesionales del sector al cierre de sus negocios.
Así son las cosas. Unos manejan los hilos y otros (todos los demás) como simples marionetas bailamos al son que tocan los listos de turno... ¿A alguien le extraña que sigan habiendo personas que, con uñas y dientes, luchen por entrar en política?.

RAFAEL FABREGAT

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