2 de marzo de 2011

0286- BRUJAS, HABERLAS NO HAILAS.

Dicen que el oficio de puta es el más antiguo del mundo, pero no es verdad. El más antiguo es el de bruja porque es este personaje el que, cuando una cosa no se hacía a su gusto y bajo su supervisión, tiraba a la hoguera a aquel que se apartaba de la línea marcada.
En los pueblos primitivos, cuando el oficio de ramera no existía puesto que todos se acostaban con todos, el brujo ya era personaje emblemático y dominante de la situación. Eran tiempos de ignorancia en los que, quien destacaba en inteligencia, dominaba fácilmente a quienes destacaban por su fuerza.
Si nos paramos a pensar, nos daremos cuenta de que las cosas no han cambiado tanto. Es cierto que la tecnología ha evolucionado notablemente en este último siglo, pero nuestro cerebro es básicamente el mismo que teníamos miles de años atrás. Yo de antropología no sé absolutamente nada pero, por lo visto, la evolución del cuerpo humano es lenta y han tenido que ser muchos los milenios transcurridos para que los cambios se notaran.

El cerebro, como cualquier parte del cuerpo, para desarrollarse necesita tiempo y un duro ejercicio. Ese duro ejercicio que colaborará a desarrollarlo, apenas hace unas décadas que se practica en el mundo. Tendríamos que dormirnos y despertar dentro de unos miles de años para notar una mínima evolución humana. ¡No he exagerado no!. Mil años apenas son un grano de arena para la historia de la humanidad, si bien es cierto que hasta apenas unos siglos atrás poca era la evolución que la raza humana tenía. Hasta ahora tan solo se trataba de nacer, reproducirse y morir...
Vuelvo a repetir que no me refiero a los adelantos técnicos que, de haber paz en el mundo, pueden producirse a lo largo de muy pocos siglos y que sin duda podrán ser muchos y alucinantes. Aquí de lo que se trata, es de la evolución natural que pueda tener el ser humano en unos milenios ya abocados a la alta tecnología y hasta incluso a los viajes interplanetarios. Unos milenios en los que, se supone, se trabajará exclusivamente con la cabeza y no con las manos.
Pero, en fin, tenemos que volver al título de la entrada...

Resulta chocante que en pleno siglo XXI se hable todavía de apariciones de la Virgen, de brujas, de maleficios, de horóscopos, del Tarot, de las Caras de Bélmez y de hechicerías varias; el Mal de ojo, el Vudú... Pero, ¿cómo es posible tanta ignorancia?.
¡Hay que ver lo que han disfrutado hasta ahora los "brujos" de turno!. Y cuando digo brujos, me refiero a todos aquellos que han intentado manipular nuestras mentes para su propio beneficio; principalmente a quienes lo han hecho en nombre de Dios y de las diferentes religiones, que es la forma más ruin de meter miedo en el cuerpo de los demás. Yo, en mi debilidad de ser humano, no niego la existencia de Dios pero sí la de aquellos que dicen ser sus representantes en la Tierra. ¡Y de todas las religiones, además!. Para mí son todos iguales a aquel primer brujo de las tribus instaladas 5 o 6 millones de años atrás, no importa donde. Listos ha habido siempre y tontos más, ¡muchos más!.


En mi niñez, al menos en el pueblo de Cabanes, se colocaban palmas o ramitas de olivo bendecidas el Domingo de Ramos, tras las puertas y ventanas de la casa, para evitar la entrada de las brujas. Nuestros padres y abuelos nos contaban que, en los años posteriores a la Guerra Civil española, al sonar las doce de la noche del domingo, brujas envueltas en sábanas blancas rondaban los campos a las afueras del pueblo en los días de luna llena. Lo de la luna llena era para verse mejor ya que el objetivo no era asustar a nadie, puesto que los vecinos estaban todos durmiendo, si no abastecerse de habas, tomates, patatas y todo cuanto les servía para llenar la olla. No eran tiempos de brujas, no... ¡Eran tiempos de hambre!.
Lo que si ha habido siempre son fantasmas... pero no espíritus con sábanas blancas y cadenas de hierro arrastrando, sino imbéciles que dan la tabarra sin venir a cuento y de cabrones que aprovechan la imbecilidad de los demás para apartar a quien les estorba y salir ellos a flote...

RAFAEL FABREGAT

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