23 de julio de 2025

3191- ESPECTÁCULOS DEL MEDIO RURAL.

Teatro Benavente actualmente en estado ruinoso.
Quizás el título sea incorrecto, puesto que la expresión "el medio rural" es demasiado amplia, y puede referirse a cualquier aldea, o a un pueblo de cinco o diez mil habitantes y más. En un arco tan importante la situación cambia y mucho. Naturalmente me refiero a nuestro querido pueblo de Cabanes. N
o sé por qué razón, con una población de apenas 2.400 habitantes (1960) tenía bastante oferta en cuanto a espectáculos se refiere puesto que con tres cines y uno de ellos también con la categoría de Teatro, podía ofrecer (y ofrecía) bastante distracción para una clientela que, cuando llegaba a sus puertas, ya venía del futbol o de los bares y tabernas que sumaban no menos de diez o doce establecimientos. Como se puede suponer, las colas para sacar las entradas, interminables. Resulta incluso extraño que con tan exigua población y casi todos ellos trabajadores del campo, cada jueves y sábado noche, fueran casi todas las semanas al cine. 

Plaça dels Hostals en día de mercado. 1950 (+/-)
Y los domingos... Los domingos y festivos, sesiones de tarde y noche y cada dos por tres espectáculo de varietés con los mejores bailarines y artistas del momento. No, no podíamos quejarnos por falta de distracción. 
Casi no había dinero para tanta fiesta. 
Eso sin contar que los clientes de bares y tabernas no marchaban a sus casas hasta las tantas de la madrugada. ¿A dormir?. No, no, a la barbería, para poder charlar un rato más.
De vez en cuando algún teatrillo ambulante y hasta saltimbanquis para hacer acudir a la plaza a la chiquillería y con ellos también a padres y abuelos. 
El cine ambulante era también otra opción veraniega y con los años 60 empezaron a llegar hasta Cabanes los grandes circos que provocaban la llegada de visitantes de toda la comarca, en un radio de 20-30 Km. ó más.
Los toros, en fiestas patronales, no se limitaban a las habituales vaquillas y recortes actuales, sino que acudían cuadrillas de toreros aficionados y "maletillas" que en algunos casos no solo toreaban, sino que hacían el tercio de banderillas y también mataban al animal. 

Posteriormente pasaban por delante de los "cadafals" para recoger lo que voluntariamente les echaban los espectadores a la "capa". Los toros embolados, eran siempre para matarlos en la misma plaza, tras el espectáculo, y la carne vendida a los vecinos. Incluso el Ayuntamiento ofrecía al vecindario una degustación gratuíta al día siguiente.
Durante los festejos era una temeridad caminar por la calle en horario de toros ya que, ante la precariedad del coso taurino, confeccionado con carros deteriorados y barreras con vigas de madera medio podridas, cualquier embestida de los toros podía partirlas y escapar hasta las afueras del pueblo, con el agravante de pillar a cualquier despistado y provocar una desgracia. 

Una vez terminado el festejo, la "salida" de los toros hacia el corral, ha sido siempre (como la entrada) al estilo pamplonica, es decir: Corriendo por las calles azuzados por la gente y corredores, aunque siempre acompañados por bueyes que les guían y acompañan. La gente marcha entonces a la tradicional merienda-cena con los amigos. En las peñas o en los bares, todos a tope. La mesa, como no la hayas reservado con antelación... Mmmm.
En fin, lo dicho, dineros los justos o menos todavía, pero espectáculos, 
¡Bahhhh!, Espectáculos, todos los habidos y por haber. ¡Solo faltaría...!

RAFAEL FABREGAT

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