Cuatro fueron los grandes califatos establecidos tras la muerte de Mahoma y que se mantuvieron vigentes desde el año 661 al 750 d.C.
Esta dinastía ejerció el poder califal primeramente en Oriente, con capital en la ciudad de Damasco y posteriormente en Al-Ándalus con capital en Córdoba (España).
Este califato fue fundado por Muawiya I y finalizó con Marwan II, asesinado durante la Revolución Abasí del año 750.
Los omeyas siguieron conquistando territorios llegando, al oeste, hasta la península ibérica, abarcando más de 11 millones de Km2.
Tras la rebelión del año 750 los supervivientes de la familia Abasí se instalaron en Córdoba creando un centro mundial del saber que se dio en llamar la Edad de Oro Islámica. Finalmente todos los Omeyas fueron asesinados.
Sin embargo quedó vivo un superviviente, Abd el Rahmán I, un príncipe de la dinastía omeya que el año 755, tras muchas vicisitudes, llegó a la costa de al-Andalus y se autoproclamó primer emir de Córdoba.
Reinó durante 32 años, aplastando las diferentes revueltas provocadas por el antiguo señor (Yusul al Fihri) y de algunos grupos bereberes.
Con estas actuaciones Al-Andalus se hizo políticamente independiente aunque, para aparentar una cierta unidad, Abd el Rahmán evitó manifestar su no reconocimiento al califato de Bagdad.
Muerto éste, fueron sus herederos quienes rompieron con oriente y se autoproclamaron califas a partir del año 929.
En el siglo X los omeyas ocupan Melilla, como ya hicieran con Argelia y Siyilmasa y al mismo tiempo se extienden hacia el norte, intercambiando embajadores con el Sacro Imperio Romano.
Poco duró tanto esplendor, puesto que en 1031 el califato fue abolido con la rebelión de su primer ministro Almanzor, cuya consecuencia fue la creación de pequeños reinos o "Taifas" que, repartidos por todo el territorio, fueron la causa de su declive.
A finales del siglo XVI, posteriormente a la derrota infligida por los Reyes Católicos en 1492, Fernando de Córdoba y Valor, descendiente omeya, fue nombrado rey de los moriscos en la llamada "Guerra de las Alpujarras", cambiando su nombre por el de Aben Humeya. Estas fuerzas fueron derrotadas y se instalaron en Valencia, donde todavía se les permitía practicar el islam. Finalmente, tras casi ocho siglos en España, en 1609 los moriscos fueron expulsados por decreto de Felipe III, saliendo del puerto de Alicante más de un millón de personas y quedando definitivamente borrada de la península Ibérica la dinastía omeya, lo cual no quiere decir que no quedasen algunas familias camufladas mediante apellidos castellanizados y que todavía podemos encontrar como Alomía o Benjumea, que bien podrían ser descendientes de aquellas gentes...
RAFAEL FABREGAT
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