1. A una monjita que va hacia Sevilla se le para el Citroen 2 CV y se pone a hacer auto-stop. A los pocos minutos un camionero la sube y ella lo mira insinuante. El camionero que es bastante lanzado para el camión en la cuneta y se ponen a hacer el amor... Terminada la faena vuelven a la carretera y la monja comenta entusiasmada:
- Cuando llegue a Sevilla y le cuente a la Madre Superiora que he echado tres polvos con un camionero se va a quedar de piedra...
El camionero la mira extrañado.
- Pero hermana, si solo hemos echado uno...
- Mmmm. Hombre, claro, pero no me dirás que de aquí a Sevilla no vamos a echar otros dos, por lo menos...
2. Dos monjas, de nombres bastante extraños (Lógica y Matemática) salen del convento para vender galletas de casa en casa. Ya de vuelta se les echa la noche encima y se dan cuenta de que un hombre las sigue...
- ¿Qué querrá ese hombre? -pregunta Matemática.
- Lo más normal es que quiera violarnos -responde Lógica.
- Dios mío, nos alcanzará en menos de 5 minutos, ¿qué podemos hacer?.
- ¡Vayamos más deprisa!.
- No funciona, también él ha aumentado el paso.
Llegan a un cruce y Sor Lógica propone que se separen.
La hermana Matemática llega al convento la primera y al cabo de un buen rato llega su compañera...
- ¡Ay hermana, gracias a Dios que llegó!. Cuénteme qué ha pasado.
- Lo lógico. Me siguió a mi, pero yo corrí lo más rápido posible y él también. Y de nuevo, lo lógico. ¿Me alcanzó!.
- Dios mío hermana. ¿Y qué hizo usted?.
- Lo lógico. Me levanté el hábito.
- Ay hermana... ¿Y qué hizo el hombre?.
- Lo lógico, se bajó los pantalones.
- Ay, que horror, ¿y que ocurrió?.
- Pues está claro hermana. Una monja con el hábito levantado corre mucho más deprisa que un hombre con los pantalones bajados...
3. En Torremolinos están tomando unas copas un alemán, un inglés y un español. El primero de ellos les dice a sus amigos:
- El que está en la barra es igual que Jesucristo.
- Calla, calla, -le responden los demás- ¿cómo va a ser Jesucristo?.
- Que sí, que sí, ¿no veis que es igualito?. La barba, la corona de espinas... ¡Seguro que es Él!. Y sin pensárselo se levanta y va hacia la barra y le susurra algo al oído de aquel hombre.
- Efectivamente soy Jesús -responde- pero, por favor, no lo digas a nadie.
- Es que de joven tuve un accidente y me quedó una lesión en la espalda que me molesta muchísimo. ¿Podrías curármela?.
Jesús le pone la mano en la espalda y queda inmediatamente curado. Loco de contento no puede evitar contarlo a sus amigos. El inglés sin poder contenerse va hacia el hombre y le dice:
- Tengo un ojo de cristal que me hace sufrir mucho y no veo nada.
Inmediatamente Jesús pone su mano en el ojo y lo cura. Piensa Jesús que acto seguido irá el español a pedirle alguna cosa, pero el español no va. Pensando que es cuestión de timidez se levanta Jesús y va hacia el grupo de amigos y poniendo su mano sobre el hombro del español le dice:
- Oye, y tú por qué no...
- ¡Eh, eh!. -responde el español- ¡Sin tocar!. ¡Sin tocar, que estoy de baja...!
RAFAEL FABREGAT
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