Son muchas las veces en las que una mujer ha sido protagonista de más sombras que luces y este es el caso de Gala Placidia, reina de los visigodos, además de hija, hermana, esposa y madre de emperadores romanos. Demasiada grandeza para que la Historia le haya hecho tan escasa justicia.
Gala era hija de Teodosio I, uno de los tres emperadores romanos nacidos en tierras españolas y concretamente en Itálica (Sevilla).
La niña nació en Constantinopla (Estámbul) hacia el año 392 quedando huérfana muy pronto.
Su madre, segunda esposa de Teodosio, murió el 394 a consecuencia de un nuevo parto y su padre lo haría un año después (395) por un edema vascular.
Fue el último emperador que gobernó todo el mundo romano. A su muerte el Imperio quedó dividido entre los dos hijos habidos con su primera esposa Aelia Flacila. Oriente sería gobernado por su hijo Arcadio y Occidente por Honorio. Gala Placidia fue la única superviviente de los hijos habidos con la segunda esposa de Teodosio I. Mientras sus hermanos se repartían el Imperio Gala marchó a vivir con su tía Serena y su marido Estilicón, de origen vándalo, prometiéndose años después con Euquerio, el hijo de éstos.
Al morir Arcadio en el 408, Estilicón y Euquerio intentaron un golpe de Estado para hacerse con el poder del Imperio de Oriente, deponiendo al hijo de éste que solo contaba con siete años de edad, pero enterado Honorio los mandó detener y fueron ejecutados, motivo por el cual Gala no llegó a casarse con su prometido. Este acto de justicia cambiaría totalmente el destino de Roma y especialmente el de Gala. Honorio persiguió también a los vándalos que prestaban sus servicios dentro del ejército romano, por ser partidarios de Estilicón y éstos buscaron apoyo en Alarico I, rey de los visigodos. Alarico asedia Roma y logra entrar en Agosto del año 410 saqueándola y obligando a su emperador a refugiarse en Rávena. Su más preciado botín es llevarse a la hermana del emperador, la princesa Gala Placidia.
Alarico murió aquel mismo año y le sucedió su primo y cuñado Ataulfo. A pesar de tener 20 años más que Gala entre ambos surge un profundo amor y la princesa le sigue en su viaje a Narbona (Francia) donde se casarían en el año 414, previa confirmación de la obligada ciudadanía romana de Ataulfo. Ambos marchan a Barcina (Barcelona) donde Ataulfo intenta consolidar el Reino Godo en Hispania, por lo que la Historia los considera primeros reyes que se asientan en la Península Ibérica, aunque por poco tiempo. Gala tuvo un hijo de Ataulfo en el 415, pero murió a los pocos días de nacer y, aunque en principio fue enterrado allí, posteriormente fue trasladado al mausoleo imperial de la Basílica de San Pedro en Roma. Tan solo un año después Ataulfo fue herido mortalmente y Gala azotada por su sucesor que también fue asesinado una semana después.
A cambio de una importante cantidad de trigo, el nuevo mandatario godo (Valia) se comprometió a devolver a Gala Placidia a Roma y a luchar como aliado romano contra otros pueblos bárbaros que pretendían invadir Hispania. En Enero del 417, apenas llegada a Rávena, Gala es obligada por su hermano, el emperador Honorio, a casarse con uno de sus generales. De este matrimonio nacieron dos hijos (Valentiano y Honoria) pero el general moriría en el 421 y a partir de ese momento el escándalo salpicó al emperador Honorio acusado de mantener relaciones incestuosas con Gala. Esto, unido a las estrechas relaciones que Gala mantiene todavía con los visigodos, hace que sea expulsada con sus hijos de la corte. Primero marcha a Roma y después a Constantinopla donde reina su sobrino Teodosio II, hijo de su hermano Arcadio.
A la muerte de Honorio en el 423, Gala Placidia vuelve a Roma y su hijo Valentiano, de tan solo seis años de edad, es nombrado César Augusto y emperador de Occidente en el 425 gobernando Gala como regente hasta el año 437. Aunque se rodeó de fieles generales acabó perdiendo el control, que pasaría a manos del general Flavio Aecio que se convertiría en baluarte contra la invasión de Atila, rey de los Hunos. Gala Placidia murió en Roma el año 450. Su vida fue agitada pero, cristiana devota, mandó concluir la Basílica de Letrán en Roma y construyó de nueva planta las de San Juan Bautista y de la Santa Cruz en Rávena. De esta última solo queda en pie el oratorio de San Lorenzo, conocido como Mausoleo de Gala Placidia, aunque hay dudas de que su cuerpo fuese enterrado allí.
RAFAEL FABREGAT
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