En este mundo de los hombres, que no de Dios, hay más mentiras que verdades, la mayoría para buscarse la vida cuando no para enriquecerse. Los sistemas son variopintos y van desde el miserable charlatán de feria hasta el más avezado de los políticos, pasando naturalmente por todas y cada una de las religiones que pueblan la Tierra. Como viperinos lenguaraces, todos viven de la palabra, nadie produce, nadie trabaja. Todos piden, nadie da nada. Y mientras tanto el albañil a la obra, el agricultor al campo y el camionero a la carretera. Y total, ¿para qué?. Pues para que los charlatanes se rían de nuestra ignorancia.
Hay mil maneras de hacerse rico, pero ninguna de ellas es trabajando.
En el Condado de Lunenburg, litoral sur de Nueva Escocia (Canadá) se encuentra la llamada Isla del Roble, en inglés Oak Island, una de las más de 350 islas de la Bahía de Malone. Esta concretamente tiene 57 hectáreas y una altura máxima de 11 metros sobre el nivel del mar. En la isla existe una especie de pozo, zona encharcada de textura blanda, rodeada sin embargo de terreno más duro. No sabemos si con razón o sin ella lo llaman 'el Pozo del Dinero', pero a la vista está que producirlo solo lo produce para el propietario de la tierra. La isla es de propiedad privada, pero puede visitarse, filmarse e incluso excavarse si pagas lo que has de pagar, por lo que nada de lo que se diga puede extrañarnos. Tu te sacas tu permiso y puedes hacer allí lo que te venga en gana. ¡Ay la codicia...!
Por 100 euros te llevas 2 mantas de lana para cama de matrimonio y si te parece poco, te regalarán también 2 juegos de sábanas con sus almohadas, una manta de viaje, dos pastillas de jabón ¡y un peine...! ¿Alguien da más?.
Así voceaban los charlatanes de feria y de forma parecida publicitan los propietarios de la Isla del Roble para que unos tras otros vayan hurgando la tierra y excavando un pozo tras otro, sin que nadie jamás haya encontrado ni rastro del famoso tesoro que dicen guarda la isla en sus entrañas. ¡Vaya camelo!. La estupidez humana ha convertido en excavadores, incluso a actores de cine. Sin embargo la Isla del Tesoro se muestra reacia a entregar lo que no tiene, al tiempo que los avariciosos inocentes buscan excusas para no dar con el filón que les convierta en multimillonarios...
Las brocas de sondeo que se rompen, el pozo que se inunda haciendo inviable la prospección, que si patatín, que si patatán... Y uno tras otro los mentecatos se vuelven a sus casas, más pobres de lo que eran al llegar, mientras el antiguo propietario de Oak Island se ríe a mandíbula batiente en la terraza de su mansión en su playa privada de Nueva Escocia. ¡Ay Señor! ¿Por qué no habré estudiado yo para político o para fraile?. La respuesta es muy sencilla. Porque no basta con estudiar. Curas, políticos y charlatanes nacen, no se hacen.
Y allí están -por la Isla del Tesoro- los desgraciados (no todos pobres) que creen a pies juntillas que el cofre repleto de monedas de oro está a la vuelta de la esquina. ¡Quizás mañana...! Y los días van pasando, a la misma velocidad que merman sus ahorros. Se preguntará alguno de vosotros el por qué de tanta cabezonería e ignorancia. Pues verán...
"En 1795 un muchacho de 16 años descubrió en la isla un roble con claras marcas de un polipasto en el tronco. Pensando que podía haber un tesoro enterrado, el chico volvió con sus amigos y excavaron en el lugar encontrando a tan solo 30 cm. una capa de lajas de piedra y a 3 m. de profundidad una capa de troncos. A los 10 metros, ya sin encontrar nada más, abandonaron el pozo".
El hallazgo trascendió a los periódicos y ocho años después una Compañía de Nueva Escocia viajó al lugar en busca del supuesto tesoro. Bien preparados, bajaron hasta más de 27 metros, encontrando capas de troncos y mantos de fibra de coco, carbón y masilla, cada 3 metros que conseguían profundizar. Según relato de aquellos tiempos, a los 27 metros encontraron una losa que decía: Catorce pies más abajo hay enterrados DOS MILLONES de libras esterlinas".
No hay foto ni dibujo alguno de aquella piedra, cuya desaparición se produjo en 1912. Solo un libro habla de aquellos signos, traducidos por el reverendo A.T. Kempton, pero del que nadie supo nada más. El pozo se inundó hasta los 3 metros y no se pudo reducir el nivel de agua, teniendo que ser abandonado. Desde entonces y a lo largo de casi dos siglos más de 50 diferentes compañías han intentado lo imposible. Alguna consiguió achicar el agua y llegar hasta los 30 metros de profundidad, sin resultado alguno. Todas fracasaron, algunas incluso sufrieron la pérdida de alguno de sus operarios. Hasta seis personas han perdido la vida en su intento de encontrar el hipotético Tesoro de Oak Island. Los hallazgos son cada vez más numerosos en cada nueva prospección, habida cuenta la basura acumulada de anteriores intentos. Los medios de comunicación y especialmente la TV, han revalorizado esta Gran Mentira que siempre ha terminado con inundaciones, derrumbes y el dinero de los incautos.
RAFAEL FABREGAT
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