A las gentes de la cornisa norteafricana no les gustan los negros y concretamente en Egipto se avergüenzan de que esta raza formara parte de su lista de faraones. Pero así son las cosas de la Historia.
Para los antiguos faraones egipcios siempre tuvo interés dirigir los destinos de Nubia, una región situada al sur de Egipto y al norte de Sudán. En realidad era un importante reino independiente que ocupaba las tierras ubicadas entre la primera y sexta catarata del Nilo, al sur de Asuán. Sus gentes manejaban de forma extraordinaria el arco y las flechas y no gustaban de ser subyugados. Era el Reino de Kush, que limitaba al norte con la provincia egipcia 'Ta Seti' o Tierra del Arco.
El país se dividía en dos grandes territorios: Wawat al norte, hasta la segunda catarata y
Kush al sur, entre la segunda catarata y la confluencia del Nilo Blanco y el Azul.
El país era rico en recursos naturales y muy especialmente en oro, motivo por el cual siempre estuvo en el punto de mira de Egipto.
Ya en tiempos de Narmer (3150 a.C.), primer faraón del Antiguo Egipto, se llevaron a cabo campañas contra los nubios pero no sería hasta el Imperio Medio cuando el faraón Sesostris I (1971-1928 a.C.) pudo conquistar este país, aunque solo temporalmente. Tutmosis I (1506-1494 a.C.) consiguió finalmente anexionarse el Reino de Kush ocupando hasta la quinta catarata e integrando Nubia a la cultura egipcia. En tiempos de Ramsés II (Dinastía XIX) la integración de los nubios era prácticamente total, con incorporación en el terreno militar y en la burocracia, pero durante la Dinastía XX las cosas cambiaron...
Pirámides nubias del Reino de Kush. |
Cleopatra VII, último faraón de Egipto. |
Finalmente el año 656 a.C. Psamético I derrotó a los kushitas dando paso a la Dinastía XXVI o Dinastía Daíta (664-525 a.C.). Fue la última dinastía nativa que gobernó Egipto antes de la conquista persa.
Con ella da comienzo el Periodo Tardío de Egipto que finaliza con la XXXI Dinastía y la llegada de Alejandro Magno que, simplemente por derecho de conquista, sería proclamado 'Hijo de Amón'.
Con la marcha de Alejandro, en busca de nuevas conquistas hacia el Lejano Oriente, le sucedería Ptolomeo I, su general de máxima confianza y el que crearía la Dinastía Ptolemaica, que finalizaría con la famosa Cleopatra y la llegada de los romanos a Egipto. Pero esas ya son otras historias que nada tienen que ver con 'los Faraones Negros'...
RAFAEL FABREGAT
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