16 de diciembre de 2014

1599- ESTO ES UNA BICOCA.

En España y según la R.A.E., una bicoca es una especie de ganga, algo apreciable que sin embargo se adquiere a un coste muy por debajo de su valor real. Un chollo, como vulgarmente se dice. Sin embargo Bicocca es algo más que todo eso... Bicocca es actualmente un barrio de la populosa ciudad de Milán, centro universitario, industrial, económico y financiero de Italia. Claro que esto no siempre fue así... A principios del siglo XVI, en tiempos gloriosos para la Historia de España, Bicocca era poco más que una aldea del Ducado de Milán, al norte de la península itálica, un caserío situado a escasa distancia de esta gran ciudad, capital de la Lombardía. De todos modos, la definición que de Bicoca hace la Real Academia Española de la Lengua no es casual.


Italia en el siglo XVI.
Debemos remontarnos al siglo XVI, concretamente a Abril del año 1522, cuando las fuerzas de Francia y las de la República de Venecia se enfrentaron al ejército imperial español, encarnado en la figura de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. En aquellos años turbulentos Francisco I de Francia, de la arraigada dinastía de Los Capetos y Valois-Angulena, se disputaba la hegemonía europea con la Casa de Austria que, gracias a las riquezas llegadas del Nuevo Mundo, empezaba a consolidar una posición privilegiada. Carlos V y Francisco I eran en aquel momento las dos personas más poderosas de Europa y su ambición se centraba en aquel momento en el dominio del variopinto territorio italiano.
Italia era entonces una península descompuesta en pequeños y débiles reinos que se debatían entre el poder del papado y el de sus monarcas temporales. 


Carlos I de España y V de Alemania.
Ambiciosos en grado sumo, ambos reyes se enfrentaron en varias ocasiones en su pretensión por ampliar su territorio. En esta ocasión Francia y la República de Venecia se habían unido para frenar las aspiraciones de Carlos V tenía sobre Italia pero, no conformes con su poderoso ejército, decidieron contratar los servicios de mercenarios suizos que habían destacado en la guerra de los Cien Años. Por su parte el emperador Carlos V y el papa León X unieron sus fuerzas contra el Ducado de Milán, entonces francés y al mando del vizconde Odet de Lautrec. 
Las tropas papales se unieron a las alemanas y también a las españolas procedentes de Nápoles, al mando de Próspero Colonna. Sin embargo, no atendiendo puntualmente los salarios de los mercenarios suizos, el ejército de Lautrec empezó a sufrir algunas deserciones y tuvo que retirarse a Milán, al tiempo que el ejército imperial seguía su avance imparable. Pocos días después Lautrec recibió tropas venecianas de refresco y 16.000 piqueros suizos, fuerzas muy superiores a las de Carlos V, lo que sin duda hacía presagiar un desenlace fatal para estos últimos. 


Francisco I de Francia.
A pesar de su superioridad numérica Lautrec no se atrevió a llevar a cabo un asalto frontal y el tiempo jugaba a favor de los imperialistas que, ante la falta de acoso, se habían situado en una posición privilegiada en el parque de Bicocca, a 6 Km. al norte de Milán. 
En cuanto al ejército suizo del que disponía Lautrec era el mejor, pero era muy caro y la disposición de efectivo no llegaba con puntualidad. Lautrec se escudaba en las dificultades del cerco para retrasar el pago pero pronto se vio atrapado ante las exigencias de los capitanes suizos, que no habían cobrado desde su llegada a Lombardía. Cansados de su morosidad los suizos amenazaron a Lautrec de regresar a sus cantones si no atacaban inmediatamente y estos decidió un ataque cuya conveniencia Lautrec no tenía clara. Dirigidos por el comandante Próspero Colonna, los imperialistas de Carlos V habían dispuesto su artillería a varios niveles en los diferentes bancales del parque de Bicocca, al tiempo que detrás de un muro construido al efecto situaban a cuatro filas de arcabuceros españoles. Al sur el grueso de la caballería de los Tercios Españoles, tras la infantería. Más al sur, guardando el puente, otra fuerza de caballería mayor. 


Castillo de Milán en el siglo XVI.
La tarde del día 26 de Abril Lautrec envió 400 jinetes de reconocimiento. A su regreso informaron de la desigualdad del terreno y de los diferentes muros que lo sujetaban, pero esto no amilanó a los suizos. Al atardecer del día siguiente, Lautrec lanzó su ataque. Dos columnas de unos 6000 piqueros suizos cada una acompañaban a las baterías de cañones franceses, disponiéndose a asaltar el frente imperial. A lo largo de la carretera de Milán, un cuerpo de caballería se aprestaba a flanquear el campamento y atacar por la retaguardia. El resto del ejército con su infantería, formó una amplia línea de ataque entre las filas de piqueros y tras ellos una tercera línea de fuerzas venecianas. 


Llegados a una prudente distancia, el Barón Montmorency que dirigía el asalto suizo les ordenó detenerse esperando que la artillería francesa bombardeara las defensas imperiales, pero no obedecieron. En un exceso de autoconfianza los suizos siguieron hacia las posiciones españolas, dejando a la artillería mucho más atrás. Esto les colocó al alcance de la artillería imperial. Carentes de cobertura, más de mil suizos perdieron allí la vida. El resto siguió adelante pero la profundidad de la carretera de acceso y el elevado terraplén frenó en seco su avance, actuando los arcabuceros españoles que en pocos minutos causaron cientos de bajas. En una serie de cargas desesperadas los suizos intentaron alcanzar las líneas imperiales sin conseguirlo. Ya en la cima del terraplén, la infantería alemana chocó contra ellos haciéndoles rodar nuevamente hacia la carretera y sufriendo de nuevo el tiroteo de los arcabuceros. Tras media hora de intentos infructuosos, los restos de la vanguardia suiza se retiraron hacia la línea principal francesa. 


Habían dejado atrás más de 3000 muertos. Curiosamente solo un español murió en este primer choque y concretamente no a manos de las fuerzas suizas, sino por la coz de una mula. Desoyendo la voz de sus comandantes imperiales, Próspero Colonna rehusó atacar a los franceses persiguiendo a los piqueros suizos en su retirada. Pronto se comprobó que el juicio de Colonna había sido correcto. Una semana después los suizos regresaron a sus hogares y Lautrec, viendo la debilidad de su infantería respecto a la imperial, se retiró también. Poco tiempo después, libres de la amenaza del ejército francés, los imperialistas de Carlos I de España ganaron Génova tras un breve asedio y en Junio de 1523 los venecianos firmaron su retirada de la contienda. 

Por dos veces Francisco I intentó recuperar Lombardía sin éxito. Finalmente, tras nueva derrota en la Batalla de Pavía, en 1526 firmó el Tratado de Madrid dejando a Italia en manos españolas. La derrota del ejército francés en Bicocca, desencadenante de todos estos acontecimientos, fue tan sumamente fácil que desde entonces se dio en llamar con el nombre de aquel campamento imperial (BICOCCA) a todo aquello que resulte fácil y rápido, muy por debajo de las dificultades o el costo esperado. 

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario