1 de diciembre de 2014

1588- LOS HOMBRES TAMBIÉN PIENSAN.

¡Hombre, pues claro que piensan!. ¿Es que alguien lo dudaba?. Lo que sucede es que los hombres, cuando vemos a una tía que está como un queso, se nos nubla la vista y dejamos de pensar. A ver si nos entendemos... Es complicado, pero intentaré explicarlo lo mejor que pueda. 
El hombre forma parte de la naturaleza y ésta, como todo en la vida, tiene prioridades. El hombre no fue creado para transformar la materia, sino para ser macho y perpetuar la especie. 
Hasta ahí todo claro. Pero las especies evolucionan. Y ahí vino el problema. ¡La evolución natural! y con ella un problema de mil pares de cojones, aparentemente sin solución.
Llegó un momento en que alguno de aquellos individuos empezó a dudar entre la carne y el pescado, se pasó a la acera de enfrente y como las mozas no llamaban su atención, se puso a pensar... 


Una revolución cultural, quizás llamada "el día de la rosa" (tenía que ser primavera por cojones) devino en fiesta loca y borrachera generalizada a la que acudieron todos los humanos y se comieron los unos a los otros. ¡Es un decir, claro! La palabra comer es exagerada, más bien sería lamer. Con los sentidos nublados por el efecto del vino peleón, los de una acera se pasaron a la otra y los que perdían aceite comieron carne y viceversa, por lo que el resultado de aquella bacanal fue lo que ahora llamamos "la especie humana". Un verdadero desastre que, a fin de cuentas, no ha sido tal.


Las mozas de uno y otro bando quedaron embarazadísimas y nació la diversidad, una nueva variedad de hombres y mujeres, todos a medio engrasar y todos pensantes, pero que perdían la virtud de pensar cuando se ponían frente a alguien del sexo contrario que estuviera como un queso, o lo pareciera. 
Porque resulta que este tipo de hombres y mujeres no eran perfectos. Estaban mal de la vista y ya no buscaban el sexo solo para procrear. ¡Les gustaba!. Era el follar, por el gusto de follar y no solo con aquellos o aquellas que estuvieran como un queso, no. Por suerte para muchos, su vista no era perfecta y por lo tanto no era necesario ser guapo o tener un cuerpo diez para poder ligar. 


Los menos afortunados físicamente, también encontraban a alguien con la vista lo suficiente borrosa que les viera guapos sin serlo. ¡Menos mal!, porque de no ser así... ¿qué hubiera sido de los feos?. Y es ahí cuando se produjo la diversidad actual.
Nosotros, los hombres actuales, somos una mezcla de todo aquello. Guapos y feos, sabios y burros, gordos y delgados, maricones y puteros... Todo eso, tanto en el sexo masculino como en el femenino. Un batiburrilo, mezcla de macho cavernícola y maricona pensante. Lo mejor de todo esto es que ambas formas de actuar están ahora en un mismo cuerpo, por lo que somos capaces de ofrecer el máximo rendimiento en todas las facetas por separado. Verdaderas lumbreras mientras no nos "piquen" los bajos y auténticas máquinas sexuales cuando el cuerpo lo demanda. El summum, la perfección de la raza humana... El hombre mientras es hombre, piensa todo lo que tenga que pensar y es en ese estado cuando es capaz de crear, de transformar y de inventar todo lo inventable. ¡Una máquina creativa sin límites!. Sin embargo cuando es macho... 


Cuando el hombre se convierte en macho no piensa en nada y todo su potencial creativo se desvanece. Ser macho inutiliza al hombre pensante, que se convierte en un pelele al servicio de lo que le cuelga entre las piernas. Se le nubla la mente y es capaz de las más rastreras bajezas. Claro que esa merma tan solo dura, lo que dura dura. Después, afortunadamente, el hombre se relaja, se le pasan todos los "males" y vuelve a ser hombre, a pensar... ¡Uf, menos mal!. De no ser así, ¿qué hubiera sido de nosotros...?

RAFAEL FABREGAT

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