17 de diciembre de 2014

1601- MONASTERIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA OLIVA.

En la localidad navarra de Carcastillo, a 68 Km. de la ciudad de Pamplona, se encuentra uno de los monasterios cistercienses más emblemáticos del románico español. Según la tradición popular, su curioso nombre "Monasterio de la Oliva" es debido a la muerte de un antiguo rey de Navarra que, en su lucha contra los árabes, quedó herido y fue a morir a los pies de un olivo silvestre que había en dicho lugar. El monasterio fue otorgado mediante carta real de 1134 por Don García Ramírez V de Pamplona, nieto de Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid Campeador) piadoso devoto de la Virgen María, siendo su hijo Sancho VI de Navarra quien en fecha de 1172 otorgaría al abad de Scala Dei la titularidad de este monasterio con todas sus tierras y propiedades. 


El resto del siglo XII y buena parte de los dos siglos siguientes resultaron de gran esplendor para dicho monasterio, debido a las numerosas donaciones que se recibieron a favor del mismo. Tampoco las compras y herencias fueron menores y las propiedades se doblaron varias veces. Sin embargo la llegada de la peste, a mediados del siglo XIV, supuso un fuerte revés que quebrantaría los cimientos de esta comunidad. La enfermedad y descenso de la población, junto a otros factores políticos, hicieron mermar los ingresos del monasterio que ya no se recuperarían hasta el siglo siguiente. Sin embargo esta no sería la última ni la más dura prueba que les esperaba. En 1808 el monasterio fue desvalijado por las tropas francesas del general Dagut. 


La comunidad fue disuelta y los monjes dispersados hasta 1814, cuando tras la Guerra de la Independencia las aguas volvieron a su cauce. No obstante la normalidad había de durar poco. En 1820 la llamada Desamortización de Mendizábal decretó la expropiación de todos los bienes de la Iglesia. Los monjes fueron exclaustrados y nuevamente expulsados de sus propiedades. Volverían temporalmente en 1823, aún a sabiendas de que aquellas ya no eran sus propiedades, pero el día 1 de octubre de 1835 un pelotón de infantería se presentó en el Monasterio de la Oliva provisto de todo tipo de carruajes. Todos los muebles y enseres del monasterio fueron cargados sobre los vehículos y los monjes fueron detenidos y obligados a marchar en columna hacia Tudela.

El archivo y la imponente biblioteca fueron incautados. Buena parte de las tierras del Monasterio de la Oliva, más de 300 hectáreas, fueron vendidas al mejor postor. El monasterio quedó arruinado y la imponente iglesia fue convertida en almacén agrícola, cuando no en corral para el ganado. Los días de esta comunidad monástica se creían definitivamente acabados. Tuvo que transcurrir casi un siglo para que la luz apareciera nuevamente en el horizonte. En 1927 y propiciado por la Diputación Foral de Navarra, una nueva comunidad cisterciense tomó posesión definitiva del Monasterio. Era la comunidad de Santa Susana de Maella (Zaragoza) que en 1835 había pasado a Francia y que regresó a España en 1880 sin medios económicos.


Dado el valor histórico y artístico del Monasterio de la Oliva el gobierno navarro, a través de la Institución Príncipe de Viana, decidió restaurar y conservar este legado monumental. En 1948 el Monasterio de la Oliva fue elevada al rango de Abadía y bajo esta nueva titularidad se inició una nueva vida monástica. Comenzaron los trabajos de restauración y en 1989 se procedió a la inauguración del reconstruido Palacio Abacial del siglo XVII y de una sencilla pero cómoda Hospedería. Desde entonces los hermanos de la nueva comunidad cisterciense continúan el camino marcado ocho siglos atrás por los antiguos reyes navarros. Quien esto escribe se cree obligado a decir que visitó este monasterio en 2010 y quedó francamente impresionado...

RAFAEL FABREGAT

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