Matera es la capital de la provincia italiana del mismo nombre, en la región de Basilicata. Está situada al sur de Italia y tiene algo más de 60.000 habitantes. Históricamente dedicados a la agricultura, desde hace un par de décadas sus habitantes tienen como principales ingresos la tapicería y el turismo. Matera está situada sobre un cañón que el río Gravina ha ido labrando desde los siglos de los siglos.
Sin embargo la principal curiosidad de esta ciudad italiana es que buena parte de su casco antiguo está embutido dentro de la roca caliza. Y no solo las casas, sino que también algunas de sus iglesias están excavadas en la roca. A este tipo de casas-cueva se las llama sassis y en 1993 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Matera está habitada desde el Paleolítico aunque, como ciudad, fue fundada por los romanos en el siglo III a.C. y se le dio el nombre de Metheola. Conquistada por los lombardos en el año 664, entró a formar parte del Condado de Benevento. Las agradables temperaturas de las grutas hizo que éstas fueran ocupadas por benedictinos y ortodoxos griegos, que gozaban de la supremacía de los nuevos ocupantes de la ciudad.
En los siglos IX y X musulmanes, bizantinos y alemanes se disputaron la ciudad que finalmente fue dominada y destruida por el italiano Luis II el Joven. Tras la llegada de los normandos, a mediados del siglo XI, Matera fue regida por Guillermo Brazo de Hierro. Tras una época feudal, en el siglo XV fue dominada por el Reino de Aragón y entregada en feudo al conde Tramontano que la gestionó hasta 1514 cuando la población se rebeló y acabó con el conde. Poco duró la libertad de los Materanos ya que un siglo después se cedió a la Casa de Orsini, con parecidas prebendas. En 1806 fue conquistada por Napoleón Bonaparte. Desde 1927 la ciudad es capital de la provincia de Matera. Tras el final de la II Guerra Mundial, el particular modo de vida de las gentes de Matera llamó la atención de urbanistas y arquitectos que la dieron a conocer al resto del mundo.
Matera es conocida mundialmente por los sassi, cuevas trogloditas de miles de años de antiguedad. Buena parte de ellas son simples cuevas deshabitadas, cuyos techos son las calles de otras cuevas superpuestas. Otras han sido remodeladas y convertidas en verdaderas casas con todas las comodidades actuales y temperaturas apenas variables a lo largo del año. Ante la amenaza de derrumbes, la administración desalojó a los habitantes de las cuevas pero muchos de ellos regresaron y actualmente pueden presumir de habitar las mismas viviendas que ocuparon sus antepasados hace 9.000 años. La administración recibió ayuda europea para restaurar estos espacios y en la actualidad muchas de estas cuevas son bares, restaurantes, pubs e incluso hoteles. Su parecido exterior con zonas de Jerusalén ha atraído la atención de muchos cineastas.
Cisternas de agua, iglesias y monasterios, completan la oferta de todo lo que se puede visitar en Matera. Poco o muy poco es lo que podemos encontrar allí de una ciudad convencional. Viendo el éxito turístico de su ciudad, las autoridades incluso prohiben llevar a cabo construcciones que rompan un paisaje tan privilegiado y poco común.
Nominada para Capital Europea de la Cultura, quedó atrás la agricultura y los paños de Matera. Miles de turistas visitan esta antiquísima ciudad troglodita y se dejan allí sus buenos dineros todos los días del año, así que, ¿para qué cambiar nada?. Resulta curioso que hasta la década de 1980 la ciudad de Matera fuera citada en todos los textos como muestra de pobreza sin parangón, en una Italia económicamente poderosa, y que tres décadas después sea uno de los lugares turísticos más importantes de Italia.
RAFAEL FABREGAT
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