
El año 1085 la localidad de Carranque fue reconquistada por Alfonso VI de León a los musulmanes, tras tres siglos y medio de ocupación y como parte de la conquista de Toledo. En la segunda de aquellas batallas murió su hijo el infante Sancho Alfónsez, motivo por el cual fue heredera del trono su hija Urraca I de León y Castilla y reina consorte de Aragón al casarse con Alfonso I el Batallador. Carranque perteneció también a la Orden del Temple, para pasar después a manos de la Orden de San Juan, ya donada en esta ocasión por el hijo de Doña Urraca, Alfonso VII, como tierras y lugares anexos al Castillo de Olmos, en este momento perteneciente a la localidad adyacente de El Viso de San Juan.
En 1509 el comendador Iñigo López de Ayala formó una unión de dehesas de pastoreo con las tierras de Carranque, El Viso y Palomeque por lo que en la segunda mitad del siglo XVI las tres localidades dependían administrativamente de El Viso. Transcurrieron cuatro siglos de placidez, con los escasos recursos proporcionados por la agricultura y el pastoreo.

Descubierto el yacimiento, se explotan a partir de entonces sus recursos, excavando y poniendo de relieve toda su riqueza arqueológica, construyendo también un Centro de Interpretación que muestre al mundo la antigua y rica historia de estas tierras castellanas. Su mayor riqueza se presenta en los mosaicos que adornan edificios palatinos que bien pudieron pertenecer a Materno Cinegio, pariente y gobernador del emperador Teodosio I el Grande, último de los emperadores romanos, nacido en la vecina localidad de Coca (Segovia). La grandeza de esta villa romana no es para menos, con pórfido rojo fue traído de Egiupto para muebles y pavimentos, columnas de 4 metros y de una sola pieza procedentes de Turquía y Grecia, así como la bella colección de mosaicos de distintos talleres.
Innecesario decir que Carranque bien vale una visita. Nos espera historia y vestigios de 1.700 años de antigüedad y un lujo poco usual para, desde nuestro punto de vista, una villa aislada en el tiempo y el espacio. Lo cierto es que no estaba tan aislada como podamos pensar, puesto que ese punto era entonces cruce de las vías romanas de Caesaraugusta (Zaragoza), Toletum (Toledo), y Bíbilis (Calatayud). Para los que quieren algo más que historia y ruinas, la localidad encierra uno de sus tesoros más admirados: el Hotel Spa Comendador****, donde nos recuerdan que la vida es bella y hay que vivirla. Afortunadamente en el siglo XXI para disfrutar de estos placeres no hay que ser pariente de ningún emperador. Poco más de 50 € son suficientes...
RAFAEL FABREGAT
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