3 de noviembre de 2015

1928- LOS FANTASMAS DE JÁNOVAS.

En el valle del Ara, comarca del Sobrarbe y provincia de Huesca (España), se encontraba el pueblo de Jánovas, en el mismo lugar que hoy se encuentran unas ruinas difícilmente recuperables. No era una pequeña aldea, como algunos puedan pensar, al menos si tenemos en cuenta el tamaño de los pueblecitos que lo circundaban. Eran unas 36 casas con aproximadamente 250 habitantes. El pueblo se distribuía en cinco calles y una plaza central en la que destacaba la Casa Consistorial con cárcel, Iglesia de San Miguel servida por cura y sacristán con Cementerio anexo, Escuela Pública, Servicio de Correos, Molino de harinas que proporcionaba luz eléctrica al pueblo y Fuente con agua abundante y cristalina. Incluso había un mesón, el de Frechín que atendía a vecinos y visitantes. 

Sus vecinos vivían de la agricultura y la ganadería vacuna y lanar, complementadas con la conducción de troncos a Tortosa, a través de los ríos Ara y Cinca. La vida se desarrollaba plácida y sin sobresalto alguno, como correspondía a todos los pueblecitos del Pirineo hoscense, humildes pero autosuficientes. Sin embargo todo cambió a partir del 14 de Abril de 1951 cuando el Gobierno de Franco informó a los vecinos del proyecto hidroeléctrico encargado a la empresa Iberduero, que consistía en la construcción de un pantano que iba a inundar el Valle del río Ara y consiguientemente el pueblo de Jánovas y otros núcleos próximos. Duro golpe para unas gentes asentadas en estas tierras desde muchos siglos atrás. Decenas generaciones ancladas en esta comarca del Sobrarbe aragonés. 

Previa expropiación todo pasaría a manos de la Confederación Hidrográfica del Ebro y el agua embalsada destinada a regar la comarca de los Monegros. De nada servían las reclamaciones de los vecinos. A principios de 1960 empezaron las expropiaciones de las tierras y casas. La resistencia de algunos vecinos hizo que algunas casa se dinamitaran, para evitar que entraran nuevamente a vivir. Ante la negativa de muchos vecinos a marchar y con el apoyo del gobierno provincial que se negó a cerrar la escuela pública, la Guardia Civil desalojó a los profesores y escolares, destinando a los primeros en otras localidades de manera forzosa so pena de perder su puesto de trabajo. Con la ayuda y protección del Gobierno, la empresa roturó los campos y taló olivos y frutales, destruyendo las acequias de regadío. 


Finalmente se cortó el agua y la luz del pueblo e incluso se cerró el puente de acceso a la población. Los habitantes optaron por cobrar las indemnizaciones y marchar. Con la mayor parte de las casas dinamitadas y las escuelas vacías, nada había qué hacer en Jánovas. Emilio Garcés y Francisca Castillo fueron los últimos vecinos en abandonar Jánovas, tras años de vejaciones y amenazas. 
En 1984 todo el pueblo quedaba deshabitado a excepción de dos familias que plantaron cara a la autoridad y se negaron a cobrar las indemnizaciones, manteniéndose en sus casas. Nadie más quedaba en Jánovas, pero tampoco en Lavelilla, Lacort y en el resto de aldeas y caseríos de la Solana. Diecisiete núcleos quedaron desolados y desiertos por culpa de una obra que nunca llegaría a ver la luz. No la habría porque nadie se atrevió a firmar la necesaria corrección a un informe medioambiental desfavorable.


Portada románica de la iglesia de Jánovas.
Los años fueron pasando y en 2001, cuarenta años después de su despoblación, se hizo un nuevo estudio sobre la viabilidad del proyecto que resultó nuevamente negativo. En 2008 la Confederación Hidrográfica del Ebro remitió a los descendientes de los afectados una solicitud de reversión. Demasiado tarde. Expulsados de sus casas, los viejos habían muerto antes de su primera década fuera del pueblo. Sus descendientes ya se buscaron la vida lejos de allí. Algunos, muy pocos, procedieron a la recompra de sus antiguos solares y empezaron su reconstrucción. En la vieja escuela a medio restaurar, recuerdan su niñez. Ante la inminente ruina, la portada románica de su iglesia (s. XIII) fue trasladada en su día al vecino pueblo de Fiscal, donde recoge testimonio de aquellas tropelías. Podrán hacerse muchas cosas en Jánovas, pero ya nada puede ser como antes. 

RAFAEL FABREGAT

3 comentarios:

  1. Gracias por esta publicacion, ya sabemos por que España pasa sed

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  2. He trabajado en muchos pueblos desabitados en Huesca, plantando pinos, pueblos como los describes tu, todos tenian su istoria, pero hoy la historia es la que los partidos politicos y gobernadores quieren, en sudia, si al tras base, quien perdio España, quien lo hizo mal el gobierno en ese momento, psoe, Gracias Janovas, tu casi desierta y España seca.

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  3. Entiendo tu postura y entiendo la falta de agua que tiene un país tan sediento como el nuestro, pero no puedo compartirla puesto que he visto el pueblo y a sus gentes. Quedan pocos de los que vivían allí en aquel momento, pero quedan. Los que quieren hacer renacer el pueblo son sus descendientes, pero no lo conseguirán porque aquella vida idílica es irrepetible en Jánovas. A lo sumo serán media docena de nostálgicos los que levantarán de nuevo sus casas para ir a pasar cuatro fines de semana, pero nada más. Jánovas murió aquel mes de Abril de 1951.

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