Están repartidas en varios niveles y son el cuarto sistema más grande de Eslovenia, alcanzando los 570 metros de altura. Toda la montaña en sí es como un gran queso de Gruyere.
Se visita turísticamente y el acceso y primera parte del recorrido se llama La Caballeriza porque los diferentes señores del Castillo de Predjama la utilizaron a partir de la Edad Media como lugar donde guardar los caballos y todos los pertrechos necesarios.
Colgado de un precipicio de 125 metros de altura y ubicado buena parte del mismo dentro de una cueva natural el Castillo de Predjama es único en el mundo. Fue fortaleza inexpugnable del barón y célebre bandolero Erazem Luegger, caballero de Predjama, donde se escondía tras sus múltiples hazañas de bandidaje.

El Castillo de Predjama, más que por su verticalidad, se hizo famoso principalmente por la leyenda del barón Erazem Luegger. Se cuenta que a pesar de estar en estado ruinoso llamó la atención del barón por su especial emplazamiento y lo pidió al rey austriaco Federico III para su restauración y ocupación posterior.

Erazem Luegger y los suyos se parapetaron en el castillo y cumplido un año de asedio por el señor de Trieste, nada parecía indicar que faltaran las provisiones y nadie podía saber de qué forma se abastecían.

Desconocían los sitiadores que la cueva tenía salida natural secreta a 7,5 Km. de distancia al valle de Vipava y que de forma discreta se abastecían en las aldeas de la zona. Ante la imposibilidad de entrar a la fuerza, el de Trieste estaba desesperado cuando la nota de uno de los criados de Erazem vino a solucionar el problema. El traidor informaba a los sitiadores del emplazamiento entre los riscos de un sencillo baño de ladrillo al que el barón acudía cada día a hacer sus necesidades fisiológicas.
Dos cañones apuntaron hacia el objetivo, cargados con sendos proyectiles de piedra del tamaño de un balón de fútbol y todos quedaron expectantes a la espera de prender las mechas que dieran fin al conflicto. No fue hasta el amanecer cuando el traidor dio la señal iluminando el lugar con una antorcha. A una indicación del de Trieste, las dos baterías fueron disparadas al unísono y los certeros cañonazos destrozaron el lugar por completo, acabando con la vida del ilustre ocupante. La cita diaria del barón Erazen fue, en esta ocasión, con la muerte.