3 de junio de 2010

0087- CABANES Y LOS CINES DE VERANO.

Difícil tiene que ser, para quienes no lo han conocido, recrear la imagen de algo desaparecido tantos años atrás, pero vamos a intentarlo. Para los que sí hemos disfrutado de su ambiente, la memoria y la nostalgia de aquellos cines no solo lo recrean sino que lo idealizan. Ya lo he dicho más veces, pero no me canso de repetirlo. ¿Como es posible que, con la miseria que había, la gente fuera feliz?. Pues bueno, yo diría que igual o más que ahora. El por qué, no es tan difícil de responder... pero lo diré más adelante. Sin datos exactos disponibles me aventuro a decir que el CINE ASTORIA de Cabanes, cerraría alrededor del año 1.956/58. Para los jóvenes, que incluso no conocen cual era su ubicación, hay que recordar que ocupaba toda la esquina de la calle de la Fira con la calle Teatre. Es decir, que la casa/bodega de Joaquín Pastor lindaba con el cine y también el actual Supermercado Charter. Por lo tanto, dentro de lo que era el cine Astoria, están actualmente las casas de: Don Paco "el Practicant", Paco "el de la Perinfolla", Don Paco "el metge" y Pepe "el Xato". 

Taquillas y sala de proyección estaban en una pequeña caseta situada en lo que es actualmente la casa de Pepe el Xato, pero ocupando una cuarta parte de la misma, mientras que la pantalla estaba situada en la pared de la calle de La Fira. Los que tengan cumplidos 50 años, es probable que aún recuerden el gran rótulo con letras de madera, protegido en una hornacina rectangular al efecto que, situado sobre la pantalla, miraba hacia la "placeta de La Farola" hoy llamada "de la Constitució". En aquella época los niños entraban gratis, cuando iban acompañados de los mayores. De hecho yo solo recuerdo haber pagado una vez y la entrada me costó una peseta (0,006 €), es decir: Un poco más de MEDIO céntimo de euro. Los mayores pagaban tres pesetas (1,80 céntimos). Curioso, ¿no?. Cansado estoy ya de decir que nada es para siempre y alguien pensó que "el Trinquet de Xulla", ya en deshuso y con mucho mayor aforo y con todos los servicios de Bar incorporados, era mejor opción para ubicar no solo el cine de verano sino también un perfecto local para los entonces veraniegos y populares "Balls de vermouth". 

Siendo un mismo empresario el que llevaba todos los espectáculos de la localidad, quedó definitivamente establecido el local de verano en el "trinquet de Xulla" y abandonado el Astoria de la calle Teatre, que mantuvo erguida su tapia circundante casi veinte años más allá de su abandono como cine cabanense. También para los más jóvenes, recordaré que el Café de Xulla fue la "Botiga de la carn", y en este momento parte del Rte. Hostal. Eso enfrente de la calle San Vicente ya que la parte trasera, donde estaba el solar utilizado como Trinquet, Cine de verano y Pista de baile, es el actual edificio de viviendas construído enfrente del Rte. Gaidó en el carrer de la Fira. Sea cual sea la edad del lector de esta entrada, a nadie hay que explicarle la explosión de alegría y vitalidad que despierta la primavera y especialmente el verano. Más todavía en una época sin televisión y muy pocas radios. La gente de entonces iba todas las tardes de los domingos y festivos al cine y a la salida, en época veraniega, la juventud y algunos menos jóvenes con novias y mujeres del brazo se trasladaban a "La Pista", denominación que se daba entonces al nuevo local de esparcimiento. 

Allí esperaban probando el instrumental, normalmente el "Conjunto Ildum" o la "Orquesta Vella" (se turnaban) y, como no, la "tía Nieves la Xulla", propietaria del Bar del mismo nombre y del antiguo trinquet que había en la parte trasera, entonces reconvertido en Pista de baile y cine de verano.
Luchadora incansable y siempre preparada para añadir algún dinero extra a su cuenta de beneficios dominicales, a la salida del cine Benavente sobre las ocho de la tarde, tenía todo preparado para atender las demandas de la nueva clientela. Normalmente eran "Quintos" de cerveza y Vermouth de garrafa o Eixarop que rebajado un 80% con sifón eran casi todo beneficios. Poco importaba al cliente la calidad de una consumición con la que solo pretendía "salir del paso" y apagar un poco la sed. Lo importante era bailar y retrasar el máximo posible la vuelta a casa, donde esperaba la miseria cotidiana. Siendo el acceso al local con una módica entrada y algunas veces incluso sin ella, la consumición era poco menos que obligatoria, por lo que la "tía Nieves" estaba siempre pendiente de todos aquellos que todavía no hubieran realizado consumición. 

El personal, con unos recursos más que limitados, si no iba acompañado de novia o mujer que le azorase por su tacañería, incluso intentaba algunas veces escabullirse de ese gasto "obligado".
Mientras tanto el Conjunto Ildum con...
-"Octavio el Ferré" a la trompeta,
-el "tío Cano" al saxo bajo,
-"Pepe el de Légido" saxo tenor,
-"Manuel el de Bonet" a la batería y
-"El Merdero" acordeón y vocalista, animaban a la concurrencia desgranando las notas del Manisero, al compás de las maracas...
"Maniiiiiií, si te quieres con el pico divertir, cómprate un cucuruchito de maní..." ¡pa, pa, pa... pa-pa pa-pá; pa, pa, pa... pa-pa pa-pá!
Las parejas, tras la larga sesión cinematográfica, se movían como peonzas descarriadas al compás de la música, al tiempo que los niños, hijos de los jóvenes matrimonios (todos casados por la Iglesia, eso sí) correteaban entre los danzarines...
¡Pa, pa, pa... pa-pa pa-pá; pa, pa, pa... pa-pa pa-pá!
"Maniiiiiií... el Manisero se vaaaaaaa; pa pa pa, papa papá... el Manisero se vaaaaaa; pa pa pa, papa papá...
Así transcurría entonces la pobre, pero apacible vida del personal.
En cuanto al comentario sobre la felicidad, que señalo al comienzo de esta entrada, mi opinión es que el dinero ayuda a vivir holgadamente y sin preocupaciones económicas, pero no da la felicidad. Necesitamos el bienestar que produce el estómago lleno, pero no importa tanto de qué. La gente de entonces vivía pobremente, comiendo lo que cultivaba y poco más y, como siempre ocurre en estos casos, era más solidaria que la actual. 

La gente de ahora no es mejor ni peor que la de entonces, lo que ocurre es que es autosuficiente y no necesita de ese mecanismo de defensa que la miseria lleva consigo, pudiendo vivir a su aire sin preocuparse de los demás. Pero bueno, volvamos al asunto...
Finalizada la sesión de Baile, sobre las 10 de la noche, la gente marchaba hacia sus casas (un 10% con cuatro trocitos de sepia en el estómago y un 90% sin ellos) y los empleados del Café de Xulla limpiaban el recinto para la próximas sesiones de cine que, durante la semana, eran jueves y sábado noche, así como las vísperas de festivo.
Una hora antes de la sesión cinematográfica del jueves, los empleados de Laureano Boira, empresario que gestionaba el negocio, colocaban no menos de 300 sillas plegables de madera que eran el aforo máximo acostumbrado, al tiempo que los empleados de la "tía Nieves" revisaban que en el bar hubiera todo lo necesario.

Los niños como yo, ya muchachos entonces de 12-14 años, durante el obligado "ambigú" o descanso que se hacía en mitad de la película para cambiar el rollo de la cinta y para que la "tía Nieves" hiciera algo de caja, salíamos a extramuros del pueblo y (previamente localizados los árboles por aquellos que solían ir diariamente al campo con sus padres) nos abastecíamos de un puñado de albaricoques, etc. (siempre verdes) para natural disgusto de su propietario y trabajo para quien limpiaba el cine, puesto que la costumbre era lanzar el hueso de cada fruta comida hacia la pantalla...
¡Cosas de niños malcriados y sin recursos!.

RAFAEL FABREGAT

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