Difícil tiene que ser, para quienes no lo han conocido, recrear la imagen de algo desaparecido tantos años atrás, pero vamos a intentarlo. Para los que sí hemos disfrutado de su ambiente, la memoria y la nostalgia de aquellos cines no solo lo recrean sino que lo idealizan. Ya lo he dicho más veces, pero no me canso de repetirlo. ¿Como es posible que, con la miseria que había, la gente fuera feliz?. Pues bueno, yo diría que igual o más que ahora. El por qué, no es tan difícil de responder... pero lo diré más adelante. Sin datos exactos disponibles me aventuro a decir que el CINE ASTORIA de Cabanes, cerraría alrededor del año 1.956/58. Para los jóvenes, que incluso no conocen cual era su ubicación, hay que recordar que ocupaba toda la esquina de la calle de la Fira con la calle Teatre. Es decir, que la casa/bodega de Joaquín Pastor lindaba con el cine y también el actual Supermercado Charter. Por lo tanto, dentro de lo que era el cine Astoria, están actualmente las casas de: Don Paco "el Practicant", Paco "el de la Perinfolla", Don Paco "el metge" y Pepe "el Xato".


Allí esperaban probando el instrumental, normalmente el "Conjunto Ildum" o la "Orquesta Vella" (se turnaban) y, como no, la "tía Nieves la Xulla", propietaria del Bar del mismo nombre y del antiguo trinquet que había en la parte trasera, entonces reconvertido en Pista de baile y cine de verano.
Luchadora incansable y siempre preparada para añadir algún dinero extra a su cuenta de beneficios dominicales, a la salida del cine Benavente sobre las ocho de la tarde, tenía todo preparado para atender las demandas de la nueva clientela. Normalmente eran "Quintos" de cerveza y Vermouth de garrafa o Eixarop que rebajado un 80% con sifón eran casi todo beneficios. Poco importaba al cliente la calidad de una consumición con la que solo pretendía "salir del paso" y apagar un poco la sed. Lo importante era bailar y retrasar el máximo posible la vuelta a casa, donde esperaba la miseria cotidiana. Siendo el acceso al local con una módica entrada y algunas veces incluso sin ella, la consumición era poco menos que obligatoria, por lo que la "tía Nieves" estaba siempre pendiente de todos aquellos que todavía no hubieran realizado consumición.

Mientras tanto el Conjunto Ildum con...
-"Octavio el Ferré" a la trompeta,
-el "tío Cano" al saxo bajo,
-"Pepe el de Légido" saxo tenor,
-"Manuel el de Bonet" a la batería y
-"El Merdero" acordeón y vocalista, animaban a la concurrencia desgranando las notas del Manisero, al compás de las maracas...
"Maniiiiiií, si te quieres con el pico divertir, cómprate un cucuruchito de maní..." ¡pa, pa, pa... pa-pa pa-pá; pa, pa, pa... pa-pa pa-pá!
Las parejas, tras la larga sesión cinematográfica, se movían como peonzas descarriadas al compás de la música, al tiempo que los niños, hijos de los jóvenes matrimonios (todos casados por la Iglesia, eso sí) correteaban entre los danzarines...
¡Pa, pa, pa... pa-pa pa-pá; pa, pa, pa... pa-pa pa-pá!
"Maniiiiiií... el Manisero se vaaaaaaa; pa pa pa, papa papá... el Manisero se vaaaaaa; pa pa pa, papa papá...
Así transcurría entonces la pobre, pero apacible vida del personal.
En cuanto al comentario sobre la felicidad, que señalo al comienzo de esta entrada, mi opinión es que el dinero ayuda a vivir holgadamente y sin preocupaciones económicas, pero no da la felicidad. Necesitamos el bienestar que produce el estómago lleno, pero no importa tanto de qué. La gente de entonces vivía pobremente, comiendo lo que cultivaba y poco más y, como siempre ocurre en estos casos, era más solidaria que la actual.

Finalizada la sesión de Baile, sobre las 10 de la noche, la gente marchaba hacia sus casas (un 10% con cuatro trocitos de sepia en el estómago y un 90% sin ellos) y los empleados del Café de Xulla limpiaban el recinto para la próximas sesiones de cine que, durante la semana, eran jueves y sábado noche, así como las vísperas de festivo.
Una hora antes de la sesión cinematográfica del jueves, los empleados de Laureano Boira, empresario que gestionaba el negocio, colocaban no menos de 300 sillas plegables de madera que eran el aforo máximo acostumbrado, al tiempo que los empleados de la "tía Nieves" revisaban que en el bar hubiera todo lo necesario.

¡Cosas de niños malcriados y sin recursos!.
RAFAEL FABREGAT
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