16 de septiembre de 2015

1887- PRIMEROS REYES DE ISRAEL.

Los hombres de Oriente Medio siempre fueron extremadamente belicistas. Como hoy y como siempre, amparados en creencias divinas poco claras, se robaron de unos a otros el poder y las riquezas de un pueblo más hambriento que boyante. Según nos cuenta La Biblia, en todos estos actos siempre intervenía la palabra de Dios. Él ponía y quitaba reyes, Él daba y quitaba tierras, e incluso la vida, según se siguieran o no sus preceptos. ¿Cómo podía nadie creer en un Dios tan poco misericordioso?. Hoy todos tenemos claro que Dios nada tenía que ver en todas esas intrigas y que todo era cosa de los hombres, pero así eran las cosas allá por los siglos 15/20 a.C. y anteriores.


En este estado de cosas se nos cuenta que las tierras de Canaan le fueron concedidas por Dios a Abraham y que es de él de quien descienden todos los creyentes hebraicos. Claro que Abraham también es personaje importante para las religiones cristiana e islámica. Juan el Bautista y Pablo el apóstol siempre se opusieron a que solo los descendientes carnales de Abraham tuvieran asegurado el Cielo y de hecho los seguidores de las tres religiones siempre visitaron la tumba del profeta en la caverna de Macpelá, al este de Mamré. En la creencia de que están enterrados Abraham, Isaac y Jacob, se la llama la Tumba de los Patriarcas o Mezquita de Ibrahim, centro espiritual de la antigua Hebrón, al sudoeste de Cisjordania, en la antigua Judea.


Llegados a la Tierra Prometida, tras el paso del desierto y recibidas las Tablas de la Ley de Dios en el monte Sinaí, el pueblo israelita estaba comandado por Josué, sucesor de Moisés puesto que éste murió durante el éxodo sin llegar a ver la Tierra Prometida. No era un rey propiamente dicho, pero sí el primero en llevar a los israelitas a la conquista del territorio. La Biblia dice que la primera ciudad conquistada fue la de Jericó, habitada por los cananeos y cuyas murallas cayeron cuando los israelitas hicieron sonar sus trompetas (?). Hipótesis menos absurdas nos cuentan que con toda probabilidad los israelitas ya las encontraron derribadas cuando llegaron. Los arqueólogos creen que a la llegada de los israelitas (1200/1600 a.C.) la ciudad de Jericó estaba casi deshabitada, con las murallas por el suelo y con una escasa población que vivía entre sus ruinas.


Josué, lugarteniente de Moisés nacido en Egipto, fue custodio del Arca de la Alianza y conquistador de las tierras de Canaán. Luchó contra las seis tribus establecidas en la región y exterminó a todos sus habitantes. Solo los gabaonitas consiguieron evitar la muerte al pactar su sumisión antes de entrar en combate. Los otros cinco reyes amorreos fueron ejecutados personalmente por Josué. ¿Un "angelito" como ese, aliado de Dios...? En fin, la cuestión es que, "siguiendo las órdenes de Jahvé", todo lo que tenía vida fue exterminado. La conquista de la "Tierra Prometida" se consumó con la victoria contra Yabín, rey de Jasor y posteriormente el territorio fue repartido entre las "Doce tribus" de Israel. 


Llegaron tiempos de olvido hasta el punto en que "los hijos de los hijos" ya no sabían quien era Jahvé ni lo que había hecho por el pueblo de Israel. Se volvió a la adoración pagana de los dioses de las tribus vecinas y no sería hasta la unificación de los reinos de Judá e Israel, por parte de Saúl y su proclamación como rey de Israel, cuando se retomó el reconocimiento a Jahvé como único Dios verdadero. Amonitas, moabitas y filisteos fueron derrotados y la capital del reino fue establecida en la antigua ciudad de Jabes de Galaad, antigua "ciudad de Jacob" en la actual Jordania. Siguieron las luchas contra las tribus vecinas y especialmente contra los filisteos a los que David, hijo de Saúl, derrotaría en su lucha personal contra Goliat. Como todos sabemos a Saúl le sucedió David y a éste su hijo Salomón.

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario