El padre de María (Blancanieves) era Philipp von Erthal, Condestable del Electorado de Maguncia entre 1719 y 1748 que, por su labor diplomática, estaba frecuentemente ausente de su casa, el Castillo de Lohr. Como ministro de Asuntos Exteriores del Ducado, tuvo ocasión de relacionarse con reyes y emperadores europeos, motivo por el que, en el imaginario de los habitantes de Lohr, la familia "von Erthal" era para los vecinos una especie de familia real. Tras la muerte de la madre de María en 1741 el padre se casó dos años después con Claudia von Venningen, Condesa Imperial de Reichenstein. Philipp von Erthal no murió, como dice el cuento, si no que eran sus contínuos viajes los que justifican su pasividad en esta historia. En cuanto a los enanos que refiere el cuento, eran niños u hombres de muy baja estatura que trabajaban en las minas de plata y cobre, envejecidos por la escasa comida y el duro trabajo.

Se trata de uno de los muchos espejos fabricados en la localidad de Lohr y que se decía que "hablaban" por las leyendas que tenían grabadas en sus marcos y por la reverberación de algunas de estas molduras, que hace que resuenen al hablar a escasa distancia de las mismas. También el Bosque donde fue expuesta Blancanieves no es otro que las montañas de Spessart, próximas al Castillo de Lohr, de la misma manera que sí que fueron ciertos los malos tratos de la madrastra hacia la niña y su intento de envenenamiento por medio de una manzana remojada con Belladona, una planta de alta toxicidad. Sin embargo la aparente muerte de la niña fue solo un letargo que se solucionó al expulsar la niña posteriormente la manzana ingerida.

Al enterarse el príncipe de todos los sufrimientos que la madrastra le había hecho pasar a su amada y no queriendo acabar con su vida ni encerrarla en una mazmorra como merecía, ordenó que le confeccionasen unos zapatos de hierro y que se los colocasen de manera que nunca se los pudiera quitar, obligándola a acudir a todos los bailes que se celebrasen en palacio y a bailar con todos los invitados que se lo pidieran.
En cuanto a los hermanos Grim, feriantes que se dedicaban a viajar continuamente por todos los pueblos de la región e incluso por otros bastante más lejanos, ofreciendo malabares, espectáculos de circo y magia, reunieron toda clase de información acerca de los muchos sufrimientos que esta madrastra le hizo padecer a la hija de su esposo y, ante el interés que despertó su relato, consiguieron que se lo publicasen en 1812. El éxito no se hizo esperar y convirtió a unos simples feriantes en aplaudidos escritores de relatos infantiles. El editor que confió en la publicación de sus narraciones también se enriqueció con estos prolíficos contadores de cuentos infantiles, los más exitosos de la Historia sin duda. ¡Qué cosas...!
RAFAEL FABREGAT
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