6 de diciembre de 2014

1591- LOS GIGANTES GÓTICOS.

Catedral de Burgos. ESPAÑA
Aunque mil veces descrita como periodo crítico y a veces oscuro de la humanidad, la Edad media fue para Europa momento de gran expansión económica y urbana, gracias al renacimiento de la actividad agrícola y comercial. Ello estuvo unido a una profunda renovación cultural y a finales del siglo XII llevó consigo una renovación de las ideas constructivas. Estas nuevas ideas llegaron de la mano de las grandes catedrales. Se apaga el antiguo esplendor de la construcción románica, sólida pero oscura y las iglesias se abren a la luz de las grandes vidrieras de arcos apuntados y con ellas al deslumbrante estilo gótico. 
Antiguamente las catedrales no tenían nada de especial. Como bien dice la palabra, eran simplemente iglesias en las que el obispo tenía su cátedra, su sede episcopal y lugar desde el que se dirigía la diócesis y presidencia de la comunidad cristiana en un determinado territorio.


Catedral de Colonia. ALEMANIA
Es a partir del siglo XI cuando la catedral o sede episcopal adquiere una configuración y dimensiones muy superiores a las de otros templos de la diócesis. Esta distinción sobre las demás iglesias va en aumento desde el siglo XIII al XVI y coincide por tanto con el nacimiento y máximo esplendor del estilo gótico. Es por este motivo que las catedrales, aunque puedan tener bases románicas, suelen ir ligadas al estilo gótico. A partir de ese momento y durante los cuatro siglos en que fueron construidas la práctica totalidad de las catedrales que hoy contemplamos, éstas ya no son solamente sede episcopal del obispado y cátedra en la que se impartían estudios teológicos, sino que interviene la imagen y el prestigio de las ciudades que las acogen. Esto se convierte pues en una verdadera competición por convertir a estos templos en los más grandiosos y monumentales jamás imaginados hasta entonces. La catedral deja de ser simple iglesia y pasa a ser imagen de la riqueza de la ciudad y de la región a la que representa.  


La aparición de la Reforma Protestante a mediados del siglo XVI, de la mano del teólogo y fraile agustino alemán Martín Lutero puso freno a la locura constructiva de las catedrales, a la implicación del capital en los destinos de la Iglesia Católica y hasta incluso al "comercio del Cielo". En aquella época cualquier persona podía comprar una indulgencia, para sí mismo o para sus parientes difuntos que se decía ocupaban el Purgatorio, aún después de haber sido absueltos por la comunión o la extremaunción. Curas y frailes eran reclutados para viajar por pueblos y ciudades vendiendo la absolución divina a cambio de dinero. El Cielo se vendía a parcelas y con el dinero obtenido se pretendía financiar, entre otras cosas, la construcción de la Basílica de San Pedro de Roma. En poco tiempo las tesis de Martín Lutero, sobre la avaricia y el paganismo de la Iglesia Católica, se extendieron por toda Europa y llevaron a un cisma de la Iglesia que daría origen a varias congregaciones de ideología protestante. El propio Papa León X se mostró contrario a las tesis de Martín Lutero diciendo que era un borracho y que cuando estuviera sobrio cambiaría de parecer. De todas formas, no queriendo enemistarse con el príncipe Federico III de Sajonia que era el protector de Martín Lutero, el Papa intentó alcanzar una solución pacífica al conflicto. 


Castillo de Wartburg. TURINGIA (Alemania)
Medió el chambelán papal de Altemburgo Karl von Miltitz y decidió Lutero guardar silencio y firmar una carta mostrando su respeto a la Iglesia y al papa, carta que no llegó a ser enviada puesto que en ella no se retractaba del contenido de sus tesis. Satanás había entrado en las almas del papado y el clero, de la mano del vil metal. No había esperanzas para la paz y Martín Lutero fue excomulgado. El emperador Carlos V reunió a los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico y a Martín Lutero para que se retractara de sus tesis, pidiendo éste unas horas para reflexionar. Al día siguiente se presentó ante la asamblea reafirmando sus tesis en base a las Sagradas Escrituras. Mientras se discutía su destino final, Martín Lutero abandonó la ciudad bajo la protección de una escolta enmascarada a las órdenes del amigo y príncipe de Sajonia Federico III que lo llevó al Castillo de Wartburg



Tras una barba imponente y el pseudónimo de Junker Jörg permaneció un año iniciando su carrera como reformador. Tradujo La Sagrada Biblia al alemán, para que el pueblo pudiera conocer de primera mano los textos bíblicos sin mediadores interesados. En el pueblo la semilla de la duda sobre las actuaciones terrenales de la Iglesia Católica y su escaso interés espiritual y evangelizador, estaban sembradas y ya nada volvería a ser como antes. Con estas nuevas enseñanzas la Iglesia Católica frenó su actuación y también el tamaño y la magnificencia de las catedrales se moderó. Aunque siguieron siendo edificios relevantes, los gigantes góticos dejaron de construirse y nacieron catedrales con nuevos tamaños y estilos menos deslumbrantes.

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario