30 de mayo de 2018

2604- LA PARADOJA DE FERMI.

De acuerdo con la paradoja de Fermi, resulta difícil pensar que con cientos de millones de estrellas y sus planetas, solo en nuestra galaxia, nunca hayamos encontrado señal alguna de otras civilizaciones. 
El Universo es tan grande que es imposible que no se hayan dado en otros lugares parecidas condiciones de vida. 

Si esto es así... ¿dónde está todo el mundo?. Sea como fuere lo que está claro que, digan lo que digan ilusos o interesados, nadie ha visto jamás extraterrestre alguno. Se les espera, pero no están. Los científicos no paran de buscar explicaciones a este misterio... Una podría ser que esas posibles civilizaciones estén más atrasadas y sin medios para hacerse visibles, otra que no quieran saber nada de nosotros... La cuestión es que, si los hay, nada sabemos de ellos. La naturaleza de las civilizaciones que puedan coexistir en el Universo no debería importarnos. No, si se trata de una vida todavía sin desarrollar y menos aún si nos superan de largo hasta el punto de que, para ellos, seamos meras cucarachas. 

Los organismos biológicos tendrían escaso interés y menos aún si se tratase de inteligencias artificiales altamente desarrolladas que podrían acabar rápidamente con nosotros. Si esas civilizaciones son incapaces de llegar a nuestro sistema solar poco podemos hacer por encontrarnos, pero sería mucho peor que, pudiendo llegar, les interesara acabar con la competencia a fin de poder expandirse. Incluso podría darse el caso que, sin ánimo de acabar con nosotros lo hicieran igualmente. Malo es ser elefante, pero peor es ser hormiga. En una civilización súper adelantada podría darse el caso de que no hubiera restricción alguna a la hora de seguir creciendo. 

Poblar determinadas zonas de la galaxia creando copias de su planeta matriz, podría ser una opción contra la que no habría restricción alguna. Sería ciertamente aterrador que fuéramos eliminados sin que el propio destructor se diera cuenta de nuestra existencia. No puede defenderse quien no tiene a nadie que se le enfrente. 
Desapareceríamos de la faz de la Tierra como desaparece un hormiguero destruido por la maquinaria de quien pretende instalar en su lugar un bloque de viviendas. De momento somos las hormigas, pero algún día no demasiado lejano podemos ser quizás los destructores otros mundos sin darnos cuenta de ello. 
Sea como sea, es difícil que podamos ver otros tipos de vida...

RAFAEL FABREGAT

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