26 de mayo de 2018

2601- MUJERES DEVADASIS.

Fea palabreja y más fea aún su realidad. Aunque implantada desde tiempos inmemoriales, poco se sabía de esta práctica establecida en algunos estados del sur de la India. La noticia nos llega desde Karnataka, donde en pleno siglo XXI esta práctica sigue su curso como si sus habitantes siguieran anclados en la Edad Media. Para decirlo alto y claro, las "devadasi" son niñas de propiedad pública. No es eso lo que se pregona, puesto que en sánscrito devadasi significa "sirvienta de Dios", pero la realidad es muy distinta. Debido a creencias ancestrales y especialmente a la hambruna, en aquellos parajes algunas niñas de las castas más bajas son donadas gratuitamente a los templos. En teoría su misión es la de servir y venerar a la deidad pero, dependiendo de su belleza, unas se destinan a las labores hortícolas o de limpieza mientras otras son dedicadas a la prostitución.

No hay una edad fija, sino que las niñas son entregadas por sus padres poco después de su primera mestruación, entre los 12 y 14 años. No se recibe cantidad alguna por ello, pero sus padres quedan "purificados" por su generosidad, al tiempo que se libran de una boca a la que alimentar. El problema es que entre los 30 y 40 años, ya con varios hijos a su cargo y cuando ya no interesan a nadie sus servicios sexuales, estas mujeres son expulsadas del templo. Es una explotación mafiosa en toda regla, pero todos miran hacia otro lado. En sus años de mayor esplendor la misión de estas jóvenes, además de servir a la deidad, es entretener a los fieles que ofrecen al templo los más sustanciosos donativos. 

Ese dinero se toma por los sacerdotes como ofrenda y a cambio se les agasaja con bailes y servicios sexuales de toda índole. Una esclavitud en toda regla, amparada por la religión local. 
En teoría esta tradición fue prohibida en 1988, pero lo cierto es que en algunas zonas aisladas las "devadasi o "bayaderas" siguen existiendo. El problema es que una vez expulsadas del templo, muchas de ellas con sida y enfermedades de transmisión sexual, quedan totalmente desamparadas y sin poder hacerse cargo de los hijos, que son abandonados a su suerte en cualquier portal. Afortunadamente algunas fundaciones y ONGs se han percatado del problema y están ayudando a estas mujeres por medio de microcréditos que se comprometen a devolver en el plazo de un año. 

A excepción de las que murieron durante el intento, todas consiguieron devolver el dinero prestado. Con ese dinero la mayoría (68%) compraron una cabra; el 26% alquiló tierra para su explotación; el 4% abrió un pequeño comercio y el resto compró una vaca.
Poco es, y menos todavía nos parece a quienes tuvimos la suerte de nacer en occidente, pero gracias a estas iniciativas muchas de esas mujeres consiguieron abrirse camino en un mundo nuevo que les permite seguir adelante. Para el presente año está prevista en esa zona la entrega de otros 150 microcréditos que atenderá la necesidad de otras tantas mujeres con esa misma problemática. Esperemos que esa rueda solidaria no se detenga...

RAFAEL FABREGAT

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