Se dicen muchas cosas pero nadie sabe, ni puede saber, el cómo y el por qué de los millones de especies animales y vegetales que pueblan nuestro planeta. Más aún cuando unas son alimento básico para las demás. Es sencillamente increíble e inexplicable. Claro que algunos todo lo solucionan poniendo a Dios como creador y al hombre como destructor de toda esta riqueza universal.
Sí amigos. Yo no sé exactamente quien es el culpable de tal despropósito pero lamentablemente está biodiversidad se marchita a pasos agigantados. La superpoblación y la buena vida que se vive en grandes zonas del planeta está acabando con todo. De forma generalizada se habla del calentamiento global, achacando el problema principal a la masiva utilización de combustibles fósiles como el carbón y especialmente el petróleo, pero son también derivados como el plástico los culpables de la masiva contaminación de los mares. El mundo es muy grande pero actualmente se está quedando pequeño, debido a la superpoblación imparable. Para dar alimento y soluciones a cuanto se demanda ya se está produciendo comida-basura, altamente industrializada y esto no ha hecho más que empezar.
No sabemos cual es el límite, pero está claro que el colapso tiene que llegar y es de suponer que no está tan lejos. Hasta unas décadas atrás, la propia naturaleza controlaba la superpoblación con la falta de comida, pero en la actualidad el interés económico de dar solución a todas nuestras necesidades hace que, de una u otra forma, todo vaya saliendo adelante. ¿Hasta cuando?. Buena pregunta, pero no tenemos respuesta para ello. Todo es demasiado artificial y dichas soluciones también ayudan a destrozar la biodiversidad del planeta. Para colmo de males, la demanda de maderas y tierras está acabando también con la masa vegetal. La propia Amazonia, principal pulmón del planeta, está desapareciendo por culpa de la tala indiscriminada de árboles tropicales, propiciada por el alto valor de sus maderas pero también para conseguir nuevas tierras de cultivo.
Animales de todo tipo y hasta incluso poblados ancestrales de indígenas, sufren el ataque más virulento jamás conocido. Alguno de estos poblados ya han sido sobrepasados por las enormes máquinas que devastan todo cuando encuentran a su paso. Es la ley del más fuerte y buena parte de ello de forma ilegal. De nada vale que estas gentes hayan estado en ese mismo lugar durante milenios. Un mapa satelital se despliega sobre el terreno y siguiendo un sofisticado GPS las máquinas devoran terrenos y habitantes sin la menor consideración. Así es el mundo de hoy. La vida es corta y todo el mundo busca la manera de enriquecerse a la mayor velocidad posible. Caiga quien caiga y sin mirar el bien o el mal de las generaciones futuras. Se vive el presente sin importar el daño irreparable que se haga a la biodiversidad y a la naturaleza en general. Solo falta saber cuanto tardará la cuerda en romperse...
RAFAEL FABREGAT
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