Tal es el caso de la playa de La Franca, en las proximidades de la localidad del mismo nombre y desembocadura del río Cabra, que hace de divisoria entre la localidad de Ribadedeva y Llanes, en Asturias.
Bajo esas sombrillas de alegres colores y a escasos centímetros de la toalla en que retozan y tuestan su piel los jóvenes asturianos, decenas de cadáveres descansan bajo las finas arenas retenidas por los altos acantilados de Santiuste y la sierra plana de Pimiango que aboca sus cicateras y esbardas sobre las mismas.
Decenas de estas playas emblemáticas se vieron involucradas en multitud de ocasiones por piratas berberiscos y por todos aquellos que nos precedieron en la conquista de la península ibérica.
Decenas de estas playas emblemáticas se vieron involucradas en multitud de ocasiones por piratas berberiscos y por todos aquellos que nos precedieron en la conquista de la península ibérica.
Su acceso a tierra no siempre fue pacífico y las finas arenas se cubrieron de cadáveres en multitud de ocasiones.
No vamos aquí y ahora a citar la interminable relación de playas y hechos que han acontecido en una España peninsular cargada de historias milenarias.
Nos limitaremos a una sola de estas playas (la de La Franca) y a hechos puntuales acontecidos en tiempos relativamente recientes de la Guerra Civil Española de 1936-1939.
Según testimonios fidedignos, resultado de las investigaciones llevadas a cabo por historiadores especialistas en la materia, los días 28 y 29 de Agosto de 1.937 tuvo lugar en esta playa asturiana un triste suceso como hay tantos en este tipo de guerras en las que una misma familia se ve abocada a luchar incluso contra sus propios hermanos.
Según testimonios fidedignos, resultado de las investigaciones llevadas a cabo por historiadores especialistas en la materia, los días 28 y 29 de Agosto de 1.937 tuvo lugar en esta playa asturiana un triste suceso como hay tantos en este tipo de guerras en las que una misma familia se ve abocada a luchar incluso contra sus propios hermanos.
Nada menos que 84 presos políticos fueron ejecutados por el bando contrario en esta misma playa y sus cadáveres sepultados en fosas comunes bajo la arena.
Ningún sitio más fácil para cavar cuantas fosas hicieran falta, para esconder el pecado de unos odios sin sentido que ninguno de los que dispararon sentían.
Entre el 1 y el 4 de Agosto había comenzado la ofensiva franquista sobre Asturias...
A pesar del duro trabajo realizado para hacer frente al enemigo, las fuerzas republicanas no pudieron aguantar la embestida de un ejército más numeroso y mejor armado y rápidamente hubieron de replegarse. En su retirada los republicanos llevaron a cabo todo tipo de tropelías, como igual hicieron los franquistas en otros episodios de la contienda, especialmente contra los prisioneros.
A pesar del duro trabajo realizado para hacer frente al enemigo, las fuerzas republicanas no pudieron aguantar la embestida de un ejército más numeroso y mejor armado y rápidamente hubieron de replegarse. En su retirada los republicanos llevaron a cabo todo tipo de tropelías, como igual hicieron los franquistas en otros episodios de la contienda, especialmente contra los prisioneros.
En varios pueblos y parajes decenas de soldados y civiles fueron ajusticiados en represalia por las fuerzas en retirada, pero uno de los puntos, desgraciadamente famosos, fue la playa de La Franca donde el día 28 de Agosto eran ajusticiados 40 prisioneros y otros 44 al día siguiente. De ellos 50 eran guardias civiles que habían sido apresados tras la rendición del cuartel gijonés de Simancas.
No son solo esos 84 prisioneros nacionales los que por lo visto se encuentran bajo las arenas de esa playa asturiana sino que también otros prisioneros, esta vez republicanos, descansan en lugar tan idílico hoy para el turismo nacional e internacional.
Esto fue mucho más tarde cuando, la misma playa de La Franca, fue escenario en 1.948 de la emboscada y posterior asesinato de un grupo de guerrilleros antifranquistas, uno de los cuales había participado en la masacre de 1.937.
Pues bien, como ésta hay decenas de historias que salpican una España inquieta y mil veces conquistada por los diferentes pueblos que por aquí han pasado a lo largo de la Historia, para ser reconquistada posteriormente por los autóctonos.
Las playas han sido siempre lugar de encuentros y desencuentros. Embarcos y desembarcos donde unos intentan lo que otros quieren impedir.
Las playas han sido siempre lugar de encuentros y desencuentros. Embarcos y desembarcos donde unos intentan lo que otros quieren impedir.
La playa de los alemanes, en Tarifa (Segunda Guerra Mundial). Playa de Poniente, en Benidorm (Guerra de la Independencia). Playa de Mata Negra, en Huelva (II Guerra Mundial). Playa de Alhucemas, en Tarifa (Guerra del Rif). Playa de la Barrosa, en Cádiz (Guerra de la Independencia)... y un larguísimo etcétera.
Como estas hay decenas, cientos de playas que han sido testigo mudo de otras tantas tropelías, miles a lo largo de todo el mundo, que provocaron miles de muertos cuyos restos descansan bajo la arena.
A la vista nada queda de aquellos episodios pero no falta constancia, algunas veces documentada, de muchos de ellos.
Estos trágicos sucesos no deben impedir que disfrutemos de nuestro tiempo de ocio en tan bonitos lugares. Son agua pasada que no mueve molino, pero que debemos procurar no se repitan.
RAFAEL FABREGAT
RAFAEL FABREGAT
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