Ese es el pecado de todos cuantos fueron a unas tierras, ya habitadas, imponiendo su desprecio a la vida ajena y la autoridad de sus armas. En 1.539, antes de que ingleses o franceses pudieran soñar en establecerse en tierras americanas, el ambicioso español Hernando de Soto organizó una grandiosa expedición de cientos de hombres que recorrieron 6.500 Km. por tierras sin otros caminos que aquellos que la naturaleza proporcionaba. Escasamente armados, los indígenas que salieron a cortarles el paso fueron masacrados y violadas sus mujeres. No en vano, este fiero conquistador extremeño ha quedado en los anales de la Historia como uno de los más controvertidos personajes de la conquista americana. La diferencia es que unos arriesgaron y dieron su vida abriendo rutas por tierras desconocidas y otros caminan cómodamente por esas mismas rutas beneficiándose de la sangre de los demás.
Lo llamaron San Agustín y fue fundado en 1.565 por el asturiano Pedro Menéndez de Avilés.
Ponce de León murió por un certero flechazo de los nativos en su segundo viaje a la Florida pero la conquista no tenía marcha atrás y tras él, lo intentó Lucas Vázquez de Ayllón que en 1.526 fundó un asentamiento en lo que actualmente es el estado de Georgia, aunque el hambre y las enfermedades acabaron con toda la expedición y con él mismo. Dos años después (1.528) lo intentó sin éxito Pánfilo de Narváez. Mientras el grueso de la expedición se abría camino por tierra, los barcos que los habían llevado hasta allí siguieron rumbo norte hasta un punto determinado donde se reunirían, pero unos y otros jamás llegaron a encontrarse. Narváez y un grupo de supervivientes construyeron canoas para poder regresar pero éstas naufragaron y apenas media docena consiguieron sobrevivir.
Hernando de Soto. |
Hernando de Soto regresó a España cargado de riquezas expoliadas y se casó, pero la rutinaria vida marital no era lo suyo y buscó el apoyo de Carlos V para marchar nuevamente a explorar otros territorios americanos.
Su petición de visitar nuevas tierras en Ecuador y Guatemala no fue atendida y el rey le dio carta real para explorar con más detenimiento la Florida de la que sería después gobernador. La condición era que viajara por su cuenta y riesgo, pues las arcas de la Corona estaban vacías. De Soto dilapidó toda su fortuna en ese proyecto y se hizo a la mar con la mayor expedición nunca fletada hasta entonces, creyendo poder recuperarla con creces. Nombrado también gobernador de Cuba fue desde allí donde organizó la ruta a seguir. El 18 de Mayo de 1.539 zarparon de Cuba nueve naves con 600 hombres y dos mujeres; una docena de sacerdotes y gran número de sirvientes; 200 caballos, una manada de cerdos y una jauría de perros de presa. El 25 de Mayo llegaron a Tampa. Hombre precavido, De Soto fondeó las naves en la bahía y desembarcó a un centenar de hombres para que encontraran un buen lugar donde instalar un campamento seguro. La expedición se quedó estupefacta al ver a un hombre que les gritó en castellano que no le matasen.
Aunque vestido de indio, se trataba del español Juan Ortiz, único superviviente de la expedición enviada para averiguar lo que había sucedido a Pánfilo de Narváez once años atrás y que estaba viviendo con los nativos desde entonces. Aquello fue de gran ayuda a Hernando de Soto para poder comunicarse con los nativos, aunque la historia dice que el lenguaje más empleado fue el de las armas. El 15 de Julio del mismo año De Soto puso en marcha aquella inmensa muchedumbre hacia el interior de Florida, en busca de aquellos anhelados tesoros que no lograría encontrar. Los encontronazos con tribus nativas eran frecuentes y mientras los jefes eran secuestrados, los hombres servían de porteadores y las mujeres puestas a disposición de la tropa. Mutilaciones de dedos, orejas y hasta narices eran frecuentes entre quienes se quejaban de tanto atropello. Diremos en su descargo que, a menudo, las acciones de los hombres están forzadas por los acontecimientos de su tiempo.
Las continuas emboscadas iban mermando el número de españoles y éstos empezaron a cansarse de tan dificultoso periplo que no les daba recompensa alguna. En agosto de 1.539 cruzaron un río al que bautizaron con el nombre de Santa Fe de la Discordia. En octubre llegaron al territorio de los Apalachee y se apoderaron de Anhaica, su poblado principal convirtiéndolo en cuartel donde pasar el invierno. El 3 de Marzo de 1.540 retomaron camino pasando por la actual Georgia. Desesperados en busca de oro siguieron después por las dos Carolinas y por Tennessee regresando curiosamente por Dahlonega, tierras de Georgia, donde en el siglo XIX se decubriría una de las mayores yacimientos de oro del continente americano. Se internaron después en Alabama, donde los Tascaluza causaron numerosas bajas a sus hombres. Aunque los barcos estaban anclados a pocos kilómetros de allí, De Soto ordenó seguir adelante y entraron en tierras del actual estado de Misisipi donde las bajas aumentaron y con ellas sus caballos y cerdos.
En Mayo de 1.541 alcanzaron el Misisipi. Construyeron balsas y lo cruzaron siguiendo por tierras de Arkansas. Aquel invierno de 1541-1542 el estado de la expedición era nefasta. El hambre y las enfermedades se cobraron nuevas vidas. El propio Hernando de Soto cayó enfermo y en la primavera de 1.542 abandonó este mundo. Los escasos hombres que quedaban lo llevaron al centro del río y dejaron deslizar sus restos para que reposaran en el fondo del Misisipi. Bajo el mando de Luis Moscoso de Alvarado la expedición viajó un año más, tratando de encontrar el camino a casa. En Julio de 1.543 decidieron embarcar sobre el río y encaminarse hacia el Golfo de México. Después de 4 años de su desembarco en Tampa quedaban 300 hombres, todos con las manos vacías. Hernando de Soto no fundó ciudades ni cartografió el territorio hollado, dejando solamente un rastro de destrucción. Sin embargo dejó marcado el camino para que otros españoles completaran la conquista de aquellas tierras. Durante tres siglos ondeó la bandera española en Florida.
RAFAEL FABREGAT
Su petición de visitar nuevas tierras en Ecuador y Guatemala no fue atendida y el rey le dio carta real para explorar con más detenimiento la Florida de la que sería después gobernador. La condición era que viajara por su cuenta y riesgo, pues las arcas de la Corona estaban vacías. De Soto dilapidó toda su fortuna en ese proyecto y se hizo a la mar con la mayor expedición nunca fletada hasta entonces, creyendo poder recuperarla con creces. Nombrado también gobernador de Cuba fue desde allí donde organizó la ruta a seguir. El 18 de Mayo de 1.539 zarparon de Cuba nueve naves con 600 hombres y dos mujeres; una docena de sacerdotes y gran número de sirvientes; 200 caballos, una manada de cerdos y una jauría de perros de presa. El 25 de Mayo llegaron a Tampa. Hombre precavido, De Soto fondeó las naves en la bahía y desembarcó a un centenar de hombres para que encontraran un buen lugar donde instalar un campamento seguro. La expedición se quedó estupefacta al ver a un hombre que les gritó en castellano que no le matasen.
Aunque vestido de indio, se trataba del español Juan Ortiz, único superviviente de la expedición enviada para averiguar lo que había sucedido a Pánfilo de Narváez once años atrás y que estaba viviendo con los nativos desde entonces. Aquello fue de gran ayuda a Hernando de Soto para poder comunicarse con los nativos, aunque la historia dice que el lenguaje más empleado fue el de las armas. El 15 de Julio del mismo año De Soto puso en marcha aquella inmensa muchedumbre hacia el interior de Florida, en busca de aquellos anhelados tesoros que no lograría encontrar. Los encontronazos con tribus nativas eran frecuentes y mientras los jefes eran secuestrados, los hombres servían de porteadores y las mujeres puestas a disposición de la tropa. Mutilaciones de dedos, orejas y hasta narices eran frecuentes entre quienes se quejaban de tanto atropello. Diremos en su descargo que, a menudo, las acciones de los hombres están forzadas por los acontecimientos de su tiempo.
Las continuas emboscadas iban mermando el número de españoles y éstos empezaron a cansarse de tan dificultoso periplo que no les daba recompensa alguna. En agosto de 1.539 cruzaron un río al que bautizaron con el nombre de Santa Fe de la Discordia. En octubre llegaron al territorio de los Apalachee y se apoderaron de Anhaica, su poblado principal convirtiéndolo en cuartel donde pasar el invierno. El 3 de Marzo de 1.540 retomaron camino pasando por la actual Georgia. Desesperados en busca de oro siguieron después por las dos Carolinas y por Tennessee regresando curiosamente por Dahlonega, tierras de Georgia, donde en el siglo XIX se decubriría una de las mayores yacimientos de oro del continente americano. Se internaron después en Alabama, donde los Tascaluza causaron numerosas bajas a sus hombres. Aunque los barcos estaban anclados a pocos kilómetros de allí, De Soto ordenó seguir adelante y entraron en tierras del actual estado de Misisipi donde las bajas aumentaron y con ellas sus caballos y cerdos.
En Mayo de 1.541 alcanzaron el Misisipi. Construyeron balsas y lo cruzaron siguiendo por tierras de Arkansas. Aquel invierno de 1541-1542 el estado de la expedición era nefasta. El hambre y las enfermedades se cobraron nuevas vidas. El propio Hernando de Soto cayó enfermo y en la primavera de 1.542 abandonó este mundo. Los escasos hombres que quedaban lo llevaron al centro del río y dejaron deslizar sus restos para que reposaran en el fondo del Misisipi. Bajo el mando de Luis Moscoso de Alvarado la expedición viajó un año más, tratando de encontrar el camino a casa. En Julio de 1.543 decidieron embarcar sobre el río y encaminarse hacia el Golfo de México. Después de 4 años de su desembarco en Tampa quedaban 300 hombres, todos con las manos vacías. Hernando de Soto no fundó ciudades ni cartografió el territorio hollado, dejando solamente un rastro de destrucción. Sin embargo dejó marcado el camino para que otros españoles completaran la conquista de aquellas tierras. Durante tres siglos ondeó la bandera española en Florida.
RAFAEL FABREGAT
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