24 de noviembre de 2010

0205- EL FUTURO DE ESPAÑA, OPINA.

Quizás no debería ser un septuagenario quien dijera lo que opinan los jóvenes de hoy sobre el futuro de España y del mundo, pero alguien tiene que hacerlo.
Todos, en este momento, somos pesimistas puesto que el problema económico que a todos nos acucia no tiene las dimensiones del "timo de la estampita". 

Aquí no pagan solo los aventureros de siempre, sino también los prudentes trabajadores que, quitándose el pan de la boca para ahorrar unos euros con los que mejorar la exigua pensión de su futura vejez, han visto como sus ahorros desaparecían. No es hablar por hablar, no. Quien escribe le hizo un Plan de Pensiones a su mujer y con el tiempo llegó a ingresar 12.000 € de los cuales en este momento solo quedan 10.500 ¡y bajando! pero (como pueden suponer) no puede rescatarlos. No solo han negociado y negocian con mi dinero, sino que, además, pueden llevárselo todo sin tener que darme explicación alguna. Sin embargo su desfachatez es de tal envergadura que siguen ofertándome nuevos planes ¿de pensiones?. ¡Planes de atraco, diría yo! Vamos... ¡es que esto lo cuentas y no se lo cree nadie!. Cuando salen en la televisión esos importantes banqueros que sonrientes anuncian los miles de millones que han ganado en un solo trimestre yo, si fueran ellos quienes tuvieran que pagarme un nuevo televisor, estamparía en la pantalla ya no solo el mando, sino el propio sillón en el que me siento. 

Políticos y banqueros... ¡la chusma que nos corroe!.
Zánganos, usureros y dictadores todos -incluso en democracia-, gente indeseable que chupa constantemente el sudor y la sangre de los trabajadores y cuya avaricia ha llegado al extremo de hundir la economía mundial. Ya no se trata de que hayan engañado a un inocente, sino que se han permitido el lujo, la desfachatez y el coraje (porque se necesita tenerlos como balones de fútbol) para hundir el mundo al completo, también a muchos que se consideraban listos. Ellos arriesgan el dinero de los demás y cuando hay beneficios... ¡a la saca! pero, cuando hay pérdidas, el gobierno (con el dinero de todos) les saca del atolladero, aún a riesgo de hundir el país. Un riesgo que, a la vista está, se ha producido. En su casa, todo va bien y hasta presumen de socialdemócratas. 

El que esté tonto, una vez más, que empuje la noria. ¡Yo es que me pongo negro...! Y si las sonrisas de la banca ante los beneficios trimestrales hace que me suba la tensión, cuando sale el presidente del gobierno y nos dice que la cosa está mejorando, que lo difícil ya ha pasado, ¡es que me subo por las paredes!.
No solo arruinan al mundo, abarrotando sus cuentas en paraísos fiscales, a los que ya no les cabe el oro en las fortalezas construidas en el subsuelo para tal fin, sino que para más inri se burlan de nosotros pensando, con toda seguridad, que somos idiotas. Sin embargo, a alguien parece que le falla la memoria... El "crac del 29" trajo la segunda guerra mundial y el de 2.020 puede acabar en algo parecido a poco que nos descuidemos. Aquí, mientras el plato (de una u otra forma) se pueda llenar, nadie se pone en lo peor, por eso regalan "ayudas sociales" con el dinero de los demás. El temor no es por la crisis, sino por lo que pueda acontecer el día que falte la comida en el plato y eso, si no se soluciona rápidamente, está más cerca de lo que pensamos. 

Lo he dicho más de una vez, los gobiernos no tienen fábrica de hacer dinero sino de hacer billetes, que no es lo mismo. Los billetes no valen nada si no hay detrás una riqueza que los avale. Esa riqueza, en el caso de España, se ha despilfarrado y estamos funcionando con el dinero que nos prestan los demás y al interés que les da la gana a los prestamistas. 
¿Hasta cuando podremos resistir?.
Y los jóvenes, serán jóvenes, pero no son tontos y están mil veces mejor preparados de lo que ha estado ninguna otra generación hasta ahora. Pero, claro... ¿qué pueden hacer?. Los padres, en una situación jamás vista en el pasado, ante la imposibilidad de que sus hijos puedan emanciparse, reparten entre todos el alimento disponible y les piden que amplíen sus conocimientos hasta cotas jamás alcanzadas, esperando que por algún resquicio se atisbe la luz. Ninguno de los políticos ni banqueros que nos han arruinado, tiene el nivel de conocimientos con los que cuenta nuestra juventud. Con esto queda demostrado que la riqueza no la consiguen quienes más saben, sino quienes menos vergüenza tienen. Ante esta realidad la juventud, totalmente desencantada, no sabe hacia donde caminar. Unos se marchan a países extranjeros, donde aprecian y compensan la preparación y el conocimiento. Otros quedan aquí repartiendo cientos de curriculum al tiempo que siguen estudiando a la espera de que la situación se normalice. 

Unos y otros, al igual que los mayores, están desencantados y mucho con los políticos. Pero son especialmente los jóvenes quienes, independientemente de la resolución o no de la crisis, tienen una imagen negativa de los políticos (razón no les falta) y están empezando a pensar que su vida será incluso peor que la que llevaron sus padres. Yo pienso que no será así, que a tanto no se llegará, pero... 
Generalmente de ideas de centro-izquierda, la falta de trabajo y las muchas mentiras escuchadas en estos últimos meses, han provocado su desconfianza en las instituciones; son más escépticos de lo que nosotros fuimos jamás y no confían en absoluto en la clase política. Tampoco comulgan demasiado con la idea de ayudar en casa, con lo cual el problema del paro se agrava. La mitad de los jóvenes no tienen previsto casarse y dos de cada tres opinan que la Iglesia se mete demasiado en política. ¿Acaso no fue siempre así?. Sin embargo es la juventud a quien corresponderá fijar nuevas metas y formas de gobernar el mundo. Ellos son el futuro y, siendo incapaces por su juventud de solucionar el problema actual, sí habrán de ser ellos quienes eviten que esta debacle vuelva a producirse. Los gobiernos, además de gobernar, han de estar siempre vigilantes para que la codicia de los zánganos de siempre no se lleven la miel del panal, aquella que los sufridos trabajadores han aportado con su trabajo para el bienestar general... ¡De no ser así, todos tiraremos la toalla y que cada cual se las componga como pueda...! Si eso sucede, espero no verlo.

RAFAEL FABREGAT

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