8 de marzo de 2015

1684- BOSRA, EL TEATRO REY.

Sí amigos, rey de los teatros romanos, por su estado de conservación. 
Cuando la ciudad de Bosra, a 145 Km. al sur de Damasco, fue convertida en el año 106 en capital de la nueva provincia romana de Arabia Pétrea, el emperador Trajano decidió con buen criterio que en ella debía construirse un teatro que diera fe del poder y la cultura de Roma. Sin embargo los arquitectos no encontraron lugar adecuado en el interior de la ciudad y hubo de construirse fuera de las murallas. 


No era es el único inconveniente. Ante la falta de una colina, como apoyo natural, el teatro se construyó en terreno completamente llano y rellenados los espacios entre muros con ingentes cantidades de arena y piedras. De eso si que había mucho en las proximidades y gracias a esto la magnífica construcción ha llegado en condiciones excepcionales hasta nuestros días. Con el teatro extramuros, se construyó una calle de columnatas que lo integraba a la red vial urbana. Las medidas de la construcción nos indica la prosperidad que alcanzó Bosra en tiempos romanos, llegando a contar con más de 50.000 habitantes. Con 102 metros de anchura el teatro tenía capacidad para 17.000 espectadores. 

Las gradas están divididas en tres secciones horizontales; la primera con trece filas de asientos, la segunda o media con dieciséis filas y la tercera o superior con solo seis filas. Contrariamente a lo que sucede actualmente, la clase alta ocupaba la parte superior y por lo tanto más alejada del escenario, mientras que los ciudadanos de Bosra tenían reservada la altura media y los visitantes la parte baja. Los altos magistrados y los nobles ocupaban el semicírculo (orquesta) más próximo al escenario, rodeado de una balaustrada que los separaba del resto de espectadores. Bosra fue creada sobre una gran meseta basáltica, por lo que todas sus construcciones están realizadas en piedra negra de basalto que le dan una gran originalidad y una resistencia admirable. 


Importante etapa de la ruta caravanera a La Meca, la ciudad conserva entre sus riquezas arquitectónicas ruinas nabateas, romanas, bizantinas y varias mezquitas. Sin embargo en estas tierras la Historia no ha sido siempre apreciada en lo que vale y la ciudad actual fue construyéndose sobre la antigua, con buena parte de sus materiales y sin el menor respeto a la Historia. Totalmente abandonada la ciudad antigua, 
nuevos edificios se construyeron con las abundantes piedras allí existentes. Se dice que los fantasmas de la grandiosa y antigua ciudad de Bosra planean sobre la nueva ciudad de casas bajas, sobre las mezquitas y minaretes, sobre las iglesias y sobre las ruinas ancestrales que se salvaron del pillaje de los nuevos constructores. 


Afortunadamente para la construcción de las nuevas casas no parecieron tener mucha aceptación unas columnas que nada tenían que sostener.
Completamente protegido por sus gruesas murallas y totalmente lleno con la arena de las muchas tormentas allí registradas, se salvó de la rapiña el magnífico teatro romano hasta el punto de considerarse uno de los monumentos romanos mejor conservados del mundo. La ciudad de Bosra ya se menciona (como Busrana) en las Cartas de Amarna, del siglo XIV a.C. aunque la ciudad no se desarrolló como tal hasta el siglo II a.C. al convertirse en capital de los nabateos, oficialmente el siglo I d.C. bajo el mandato del rey Rabbel II. Conquistada por los romanos, el año 106 fue convertida por Trajano en capital de la provincia romana de Arabia Pétrea. 


Situada junto a la Vía Nova Trajana, la ciudad acogió de inmediato a más de 5.000 legionarios, convirtiéndose en la guarnición definitiva de la Legio III Cyrenaica y siendo rebautizada con el nombre de Nova Trajana Bostra. Llegado el cristianismo en el siglo III se modifica el paisaje urbano con la construcción de numerosas iglesias y hasta una catedral. En el siglo VI fue capital de los gasánidas y en el año 611 invadida por los persas de Cosroes II, conquistador de Jerusalén y Egipto. Dos décadas después darían paso al dominio bizantino. Según la tradición, en el siglo VII Mahoma llegó a Bosra con 10 años de edad, de camino a La Meca y en compañía de su tío Abu Talib. El monje cristiano Bahira invitó a cenar a los componentes de la caravana y una aparición le indicó que aquel niño se convertiría en profeta.

El año 634 Bosra fue conquistada por los musulmanes. Se construyeron 36 mezquitas y muchos cristianos se convirtieron al islam. Los Selyúcidas gobernaron la ciudad en el siglo XI protegiéndola de los Cruzados. El Teatro fue fortificado con gruesos muros y convertido en ciudadela que no pudo ser conquistada hasta la llegada de los mongoles en el siglo XIII.  Siglos más tarde la ruta a La Meca fue desviada por el creciente bandolerismo implantado en la región de Haurán. Con esta medida Bosra quedó reducida a un pequeño pueblo que ya no volvería a recuperar su importancia hasta la llegada de los drusos, a finales del siglo XIX. Hoy quedan muchos de aquellos estrechos callejones, en los que puedes toparte con antiguas columnas que hablan al visitante del antiguo esplendor de esta ciudad, tantas veces conquistada y reconquistada durante siglos.

RAFAEL FABREGAT

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