2 de julio de 2020

2988- LA REINA VIRGEN.

Con este apelativo (La Reina Virgen) fue conocida Isabel I de Inglaterra ó Isabel Tudor, hija de Enrique VIII y Ana Bolena. 
Contra todo pronóstico, fue coronada reina de Inglaterra en 1559 y murió sin descendencia, al parecer siendo virgen. 
El motivo era una anomalía congénita conocida como "agenesia vaginal", que le impedía llevar a cabo el coito. Esta afección se presenta ya de nacimiento y suele estar asociada a anomalías renales, cardíacas y/o esqueléticas. Caso de que no se detecte con anterioridad, se muestra al llegar a la adolescencia puesto que a las niñas no les llega la menstruación. Actualmente hay tratamientos quirúrgicos e incluso no quirúrgicos, altamente efectivos que permiten posteriormente una vida sexual normal. No obstante alguna de ellas no suele quedarse embarazada debido a que el útero también puede estar afectado, en cuyo caso se recomienda la fecundación in vitro.

Sea como fuere Isabel mantuvo relaciones amorosas con diferentes amantes y muy especialmente con el conde de Leicester, Robert Dutley del que estaba locamente enamorada aunque, a pesar de visitarla asiduamente en su dormitorio, no se sabe si llegaría a intimar hasta el punto de intentar completar la relación sexual.
Isabel, ante la imposibilidad de traer al mundo un heredero, prefirió no tomar esposo y seguir manteniendo el para ella prestigioso título de "la reina virgen", llegando a ser la más popular de las reinas inglesas. 
Isabel fue la quinta y última reina de la Casa Tudor, hija de Enrique VIII y Ana Bolena aunque su madre fue ejecutada cuando apenas había cumplido los tres años de edad, motivo por el cual ella quedo declarada hija ilegítima. 
Aún así, tras la muerte de su padre y hermanos Eduardo VI y María I fue declarada reina de Inglaterra.
A medida que fue envejeciendo, su virginidad fue haciéndose famosa y así lo refleja la literatura de la época, plagada de reseñas sobre este hecho. 
Su reinado fue de gran esplendor cultural y éxito político, manteniéndose en el trono durante más de 44 años, uno de los periodos más largos de la historia real inglesa. 

Felipe II de España se ofreció a casarse con ella, aunque Isabel hizo oídos sordos, llegando unos años más tarde a iniciarse una guerra entre ambos países, por apoyar el español a los rebeldes irlandeses. 
Isabel nunca nombró herederos por lo que fue su asesor principal, Wiliam Cécil quien preparó el camino al trono en la persona de Jacobo VI de Escocia. 
Negándose a ser examinada por los médicos, en 1603, ya en su lecho de muerte, dio su aprobación a dejar a Jacobo VI el cetro real de Inglaterra. 
Murió el 24 de Marzo de ese mismo año 1603 sin proferir lamento alguno, como una manzana madura que cae del árbol.

RAFAEL FABREGAT

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