Seguro, sin ninguna duda.
Aunque nada sea para siempre, si tras 1.200 años sigue en pie, es de esperar que si vamos a verlo tampoco en ese momento se caiga.
El Castillo de Frías, nombre de la localidad a la que pertenece, se llama oficialmente "de los duques de Frías" o "de los Velasco". Por su situación estratégica, está considerado el castillo roquero más imponente de Castilla y León, corona el entramado urbano y circunda el cerro de La Muela que lo acoge.
Los primeros datos que se tienen sobre este castillo son del año 867, aunque sin duda fue construido mucho más atrás ya que la fecha señalada es una simple mención a su alto valor estratégico en la lucha contra los musulmanes.
Está situado al norte de la provincia de Burgos (España) y desde tan excepcional situación, controla todo el valle de Tobalina y el paso del río Ebro que se sitúa a los pies del castillo.
Está perfectamente conservado, aunque su interior está exento de construcciones auxiliares. Por este motivo está dedicado a las visitas turísticas pero, del pueblo y para el pueblo, también a la celebración de eventos festivos y deportivos locales. Está protegido desde 1949 como Patrimonio Histórico Español.
En 1201 la familia de Los Velasco lo ceden a la Corona y el rey Alfonso VIII de Castilla lo complementa dotándolo de murallas y nuevas defensas que lo convierten en pieza insustituible para el control de la comarca. Tras diversos avatares en 1446 el castillo vuelve nuevamente a la Familia Velasco al cederse a Pedro Fernández de Velasco, ricohombre castellano que llegó a ser Conde de Haro y miembro del Consejo Real, por concesión de Juan II de Castilla. El pueblo de Frías no aceptó estar bajo las órdenes del nuevo señor asediando el castillo, que hubo de cerrar sus puertas para defenderse de las pedradas de los vasallos, pero finalmente el pueblo hubo de doblegarse. Las hostilidades prosiguieron y finalmente, para acabar con los insurgentes, los Reyes Católicos crearon para dicho castillo y su señor el Ducado de Frías, dotando al castillo de artillería con la construcción de troneras y cañoneras.
Su función militar terminó tras la Guerra de la Independencia y en 1920 las autoridades municipales intentaron subastarlo, aunque sin éxito. A la vista de la imposibilidad de sacar un buen dinero para las arcas municipales el castillo es utilizado desde entonces como lugar de ocio para la población, aprovechando el patio de armas para llevar a cabo toda clase de festejos y eventos deportivos. La curiosidad de este castillo está en que la Torre del Homenaje está ubicada en una roca separada del conjunto con aljibe y defensas propias. La citada roca ha sufrido varios desprendimientos que han alterado la estructura. Al pie de la citada torre está el recinto cuadrangular de unos 300 m2. circundado por altas murallas almenadas y dotadas de paso de ronda y torres redondas en el exterior de sus vértices.
En dicho espacio y sobre un gran aljibe, estaba el patio de armas con un pozo central y los edificios destinados a residencia, así como los destinados al servicio y a usos auxiliares como bodega, cuadra, almacenes, etc.
La Torre del Homenaje se une al castillo mediante una angosta escalera, al pie de la cual se conservan tres capiteles románicos historiados del siglo XII. Dentro de la Torre existen dos estancias abovedadas y arriba una terraza almenada. La última de esas caídas parciales de la torre sucedió el año 1830 y produjo 30 víctimas mortales. La muralla consta de tres puertas de acceso, siendo la de La Cadena o de La Villa la reventada mediante voladura en 1812 por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia. A consecuencia de dicha voladura se debilitó la base de la torre y, aunque muchos años después, parte de ella se precipitó al vació. La Junta de Castilla-León se ha hecho cargo de fortalecer la base del peñón sobre el que se asienta dicha torre para que tal desgracia no se vuelva a repetir.
RAFAEL FABREGAT
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