27 de marzo de 2014

1311- VOLANDO HACIA ATRÁS.

Está claro que el primero en esto del arte de volar, fue el sacerdote jesuíta Bartolomeu Lourenço de Gusnâo, brasileño para más señas. 
La prueba, felizmente conseguida, fue el día 8 de Agosto de 1709. 
En realidad este buen hombre no voló, sino que inventó el arte de hacer volar un globo de aire caliente. Nos parecerá poca cosa, pero nadie lo había hecho antes. Sin duda vuelvo a excederme puesto que, en aquellos tiempos tan lejanos, más que un globo lo que este señor mandaría hacia el cielo azul sería poco más que una bolsa de papel. 
El hombre tenía inquietudes y le sobraba tiempo así que, sabiendo que el aire caliente asciende sobre el que está a inferior temperatura, se puso manos a la obra y construyó una especie de bolsa y puesta boca abajo introdujo calor en su interior ¡la bolsa subió a los cielos!. 
No sabemos si hasta que se apagó el fuego o hasta que éste quemó la bolsa... 
Después el mérito se lo llevaron los hermanos Joseph y Jacques Montgolfier, que fueron los primeros en construir un globo de aire caliente, pero el mérito de mosén Bartolomeu no se lo quitó nadie puesto que lo patentó. ¡Como tiene que ser!. 

El tal Bartolomeu de Gusnâo no había perdido su juventud mirando a las musarañas puesto que, con 28 años, además de tener la carrera sacerdotal era diplomático, físico y matemático. 
Con 30 años inventó un sistema de lentes para asar carne, utilizando el sol y las lentes como únicos aliados pero, por lo visto, no resultó demasiado práctico. 
En cuanto al invento del globo se cuenta que fue a consecuencia de observar como una pompa de jabón se elevaba en el aire al pasar por encima de la llama de una vela. ¡Sería sin duda a una distancia prudencial, porque si no...!  Volviendo al invento del globo, ni corto ni perezoso Bartolomeu de Gusnâo calculó la velocidad soportable por uno de estos artilugios a escala factible y sus posibles aplicaciones prácticas.

Hubo dos versiones. La primera con aire caliente, que se enfriaba con rapidez y no resultó práctico y una segunda que incorporaba combustible que mantuviera caliente el aire del interior del globo y pudiera mantenerse en vuelo durante un tiempo. 
Esta última llegó a tener proyecto para una posible tripulación. Bartolomeu de Gusnâo entendió que el invento, debidamente desarrollado, podía tener interesantes aplicaciones y solicitó del rey Juan V de Portugal un privilegio de patente sobre un "instrumento de andar por el aire" y capaz de recorrer hasta 200 leguas diarias, con la ventaja que esto podía representar para el comercio, las comunicaciones y hasta incluso para la guerra, derecho que le fue concedido el 19 de Abril de 1709. 

Naturalmente el rey quiso ver el citado aparato y el 8 de Agosto de aquel mismo año 1709 Bartolomeu de Gusnâo llevó a cabo una demostración en la Casa de Indias de Lisboa. Ante los Reyes, Cuerpo Diplomático, dignatarios de la Iglesia y otros miembros de la Corte, el globo preparado para la ocasión consiguió elevarse 4 metros, ante la sorpresa de todos los presentes que lo creían imposible. 
A partir de aquel momento Bartolomeu de Gusnâo fue conocido en todos los ámbitos como "el Padre Volador"
El futuro Papa Inocencio XIII, entonces Cardenal de Lisboa, advirtió del peligro de incendio que representaba lanzar al aire semejante artilugio por lo que Bartolomeu fue declarado socio del Diablo. Presentó por Europa el invento pero nadie le hizo el menor caso o, al menos, eso parecía.

De vuelta a Portugal fue perseguido por la Santa Inquisición y hubo de escapar a España en 1724. Ese mismo año fue presa de unas fiebres y murió en el Hospital de la Misericordia de Toledo a los 39 años de edad. Sin embargo su invento no cayó en saco roto y siglo y medio después los hermanos franceses Joseph y Jacques Montgolfier tomaron el relevo. Sabían que el globo de aire caliente solo eran factible si se mantenía la temperatura, pero no veían la forma de hacer compatible el fuego con la posible y necesaria tripulación del mismo. Estos hermanos eran hijos de un fabricante de bolsas de papel y prontamente experimentaron que una bolsa invertida con una pequeña bola de fuego en su base, elevaba la bolsa hacia el cielo. En 1782 experimentaron con una bolsa de seda de 18 m3. que alcanzó una altura de 250 metros. Al año siguiente decidieron hacer una demostración pública con una bolsa esférica de lino forrada de papel, de 226 Kg. de peso y de 800 m3. de capacidad. 

El globo ascendió unos 1500 metros de altura y recorrió 2 Km. en 10 minutos. 
En otros ensayos posteriores incluyeron una barquilla y mandaron al cielo una oveja, un pato y un gallo para investigar los efectos del aire en altura. 
La prueba se llevó a cabo con el beneplácito y la presencia física del rey Luis XVI de Francia a fin de que, si todo salía bien, hacer un siguiente ensayo con humanos. Como podemos imaginar todos los animales volvieron en completa normalidad. 
El 21 de Noviembre de 1783 los voluntarios Pilâtre de Rocier y Marquis D'Arlandes llevaron a cabo el primer vuelo tripulado por humanos. Se elevaron unos 100 metros sobre París en un vuelo de 25 minutos y 9 Km. de recorrido. A partir de ahí el cielo se hizo pequeño... 
A la izquierda vemos el monumento a los hermanos Montgolfier, instalado en Annonay su ciudad natal. 
Nada ni nadie  recuerda sin embargo al primero y verdadero inventor del globo: el reverendo Bartolomeu de Gusnâo.

En 1785 se cruzó el Canal de la Mancha y en breve plazo el aire caliente fue sustituido por el hidrógeno. Después llegaron los aeroplanos que eliminaron del cielo a los globos y que, contra todo pronóstico, volvieron a escena en 1960 cuando una empresa norteamericana mejoró su diseño, utilizando nylón para el globo, un moderno quemador de propano y una cómoda canastilla para los pasajeros deportivos y de aventura, claro que esto ya es otra historia.

RAFAEL FABREGAT


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