Ahora sería conveniente, eso sí, que los gobiernos subvencionaran la producción y no el número de árboles. No hace falta ser un lince para saber que lo que sucede con la aceituna es una protección de los latifundios, en detrimento del pequeño agricultor que sí lucha por el aumento de la producción. En fin, un atraco más del sistema, que los gobiernos de izquierdas nunca corrigieron. ¿Lo corregirá la derecha?. Pues tampoco.
¡Ay Señor!. Mismos perros con distintos collares...
RAFAEL FABREGAT
RAFAEL FABREGAT
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